La región más transparente en la terra nostra de Carlos Fuentes
"Mi nombre es Ixca Cienfuegos. Nací y vivo en México, D. F. Esto no es grave. En México no hay tragedia: todo se vuelve afrenta. Afrenta, esta sangre que me punza como filo de maguey. Afrenta, mi parálisis desenfrenada que todas las auroras tiñe de coágulos. Y mi eterno salto mortal hacia mañana. Juego, acción, fe - día a día, no sólo el día del premio o del castigo: veo mis poros oscuros y sé que me lo vedaron abajo, abajo, en el fondo del lecho del valle”.
Así, con esa brutal descripción de Ixca, llena de sincretismos tradicionales y tremendamente contradictoria de un México perdido en el tiempo, comienza La región más transparente. La primera novela de Carlos Fuentes escrita a sus 29 años que marcaría, definitivamente, como la gran novela urbana de un México desgarrado en su contexto sociocultural.
Había salido por primera vez a la venta un 7 de abril de 1958. Desde su publicación, esta novela, que contextualiza con maestría a un México abigarrado de mediados del siglo pasado, consiguió hacer comprender a los mexicanos y lectores de América Latina el gigantesco rompecabezas histórico, social y político de ese país.
Tiempos y espacios de una gran esencia cultural perenne que desperdiga causas y efectos y desvela los cientos de rostros desfigurados e incrustados en el D.F.
La región más transparente es, desde todo punto de vista, un gran espejo que obliga a mirar a los mexicanos el pasado, el presente y el futuro de un país que, paradójicamente, convive, simultáneamente y en armonía, con estas tres temporalidades. Por eso, la extraordinaria maestría de Fuentes en esta novela, por eso también la mirada del pasado que advierte que casi nada cambió o podrá cambiar en el devenir, desde la perspectiva social y cultural en una región llena de paradojas.
Ixca Cienfuegos es una mezcla social y cultural, su nombre es una simbiosis de identidades que no sólo hace fruncir su ceño, sino que también hace digerir con resignación, y a veces con rebeldía, una realidad desgarradora “que le punza como filo de maguey”.
64 años con La región más transparente.
Fuentes vacía un enorme rompecabezas sobre la conciencia de los mexicanos. Pero no es una visión cronológica; es, ante todo, una copia desordenada de una trayectoria histórica, envuelta en capas delgadas de discordancias sociales, postergadas e ignoradas en muchos casos, y de capas gruesas que aún delatan las tremendas disparidades colectivas; el poder social y el poder económico rubricados por familias poderosas.
Buñuel también refrendó(a) esta dicotomía en Los olvidados y en Viridiana. Una visión humana, demasiado humana, de una realidad ferozmente inhumana.
Entender el presente en la raíz del pasado. El futuro no es más que una hechura de ambos, el pasado es el tiempo histórico que traza las líneas maestras que dirigirán los destinos. Fuentes, anota con brillantez esa angustia omnipresente en los mexicanos (Octavio Paz también lo hizo en El laberinto de la soledad), de esa búsqueda incesante de identidad entre mundos con textura social y económica asimétricos, una angustia que obliga a buscar, casi desesperadamente, el principio de esa pesadumbre, con la finalidad de redimirse a través del mea culpa, equilibrando, como un saltimbanqui, la soledad y la tradición.
En La región más transparente, un libro verdaderamente complejo y laberíntico, Fuentes desmenuza esa visión casi surrealista de la sociedad mexicana que, al mismo tiempo, es real, brutalmente real y contundente. Una bi-sión reveladora que devora todo vestigio de igualdad.
Clases sociales diametralmente opuestas, plumas, lentejuelas y joyas abofeteando y riéndose a carcajadas en el espejo de lo auténticamente indígena. Un derecho y un revés de un país que balbucea gritando su extravío y su encuentro, un encuentro insatisfecho. “¡Oh faz de mi derrota, faz inaguantable de oro sangrante y tierra seca, faz de música rajada y colores turbios! Guerrero en el vacío, visto la coraza de la bravuconada; pero mis sienes sollozan y no cejan en la búsqueda de lo suave: la patria, el clítoris, el azúcar de los esqueletos, el cántico frisado, mimesis de la bestia enjaulada”, dice el autor de La región más transparente.
Leer a Carlos Fuentes es habitar en diferentes tiempos. Los suyos que ya se han hecho nuestros. Es cohabitar con el pasado para entender el presente y reunir aliento para el futuro. Pero esos tiempos no están ligados a la temporalidad, sino a la visión del ser humano y su existencia. Con Fuentes, hemos aprendido a amar el lenguaje claro y revelador, a nuestras pasiones ocultas, a nuestros dioses terrenales y a nuestras derrotas diarias. En En esto creo, compartimos esa búsqueda por quedarnos con lo mejor, con los tiempos y los espacios que más nos recuerdan nuestra condición de seres humanos.
A 64 años de La región más transparente (7 de abril de 1958) y a diez años de la muerte de Fuentes (15 de mayo de 2012), el mundo de la literatura y nosotros, sus lectores, apenas iniciamos un camino de orfandad sin la voz apasionada y firme de Carlos.
Todo honor y homenajes a uno de los escritores más brillantes y críticos que ha dado nuestro continente.
Carlos Fuentes es, desde mi punto de vista, todos los tiempos y los espacios del pensamiento humano. Su labor incansable por reivindicar, a veces, por reinventar el carácter digno de nuestra cultura lo ha llevado a hacer de la palabra una fuente inagotable de vida, también, de un impulso desenfrenado hacia la pasión por los desafíos, por el amor, por la amistad, por Faulkner, por Kafka, por Buñuel, por las mujeres, por el Quijote, pero sobre todo por la libertad.
Columnas de RUDDY ORELLANA V.