¿Revolución en la revolución?
Tal fue el título de un folleto que Regis Debray publicó en 1967, para analizar la revolución cubana (de la que fue devoto admirador) y formular una propuesta que buscaba dejar de lado las formas tradicionales de lucha de los partidos marxistas de América Latina y su reemplazo por la guerra de guerrillas que, en su opinión, era el camino adecuado para la toma del poder, la destrucción del Estado burgués y la instauración del Estado socialista, del cual emergería el comunismo, la sociedad sin clases, sin explotación, sin Estado y sin derecho que había preconizado Marx.
Luego de preguntarse acerca de cómo derribar el Estado capitalista, cómo romper su esqueleto y el ejército, reforzado día a día por las misiones militares norteamericanas, Debray responde que la revolución cubana ofrece una respuesta que debía estudiarse en los detalles de su historia: “Mediante la construcción más o menos lenta, a través de la guerra de guerrillas librada en las zonas rurales más propicias, de una fuerza móvil estratégica, núcleo del Ejército Popular y del futuro Estado Socialista”.
No a la autodefensa armada, al estilo de Colombia y Bolivia, que fueron barridas por los ejércitos de ambos países. Sí a la propaganda armada, que buscaba convencer a las masas de las buenas razones de la guerra de guerrillas, para que la rebelión se convierta en guerra del pueblo. Sí a la construcción de la base guerrillera, en conformidad a la realidad de cada país, sin copiar lo ocurrido en otros lugares del mundo en los que triunfó el socialismo. Precisión en las relaciones entre partido y guerrilla, con la finalidad de que no se entienda que esta última es sólo el “brazo armado” de un Frente de Liberación. Esas eran las consignas.
Debray se pregunta qué se debía fortalecer en aquel momento: ¿El partido o la guerrilla, germen del ejército popular? Rechazando la ortodoxia teórica y la ortodoxia histórica del marxismo, plantea que se debe fortalecer la guerrilla no sólo en el tema militar, sino también en el tema político. Lo dice sin vueltas: hay que imitar lo que hizo Fidel Castro en Cuba: reunir en una sola persona las direcciones militar y política.
El 20 de abril de 1967, Debray fue detenido en Muyupampa, junto con el argentino Ciro Bustos, luego de haber sido desafectado de la guerrilla de Ñancahuazú por el “Che” Guevara. En noviembre de 1967, fue condenado a 30 años de presidio por un tribunal militar y en diciembre de 1970, liberado por orden del presidente Juan José Torres.
En 1975, publicó La crítica de las armas, obra en cuyo primer tomo hace una “crítica filosófica” al folleto de referencia, precedida de una cita de Maurice Merleau-Ponty, en sentido de que si alguien que escribe algo sobre cuestiones vitales y cambia, debe decirlo y aclarar por qué. Escribe entonces que la revolución cubana no se puede repetir automáticamente, que es necesario ver los contextos históricos, sociales y políticos de América Latina y de todos y cada uno de los países que la conforman. Analiza, además, en el tomo 2, lo que llama “Las pruebas de fuego”: Venezuela, los tupamaros en Uruguay y Guatemala.
Casi lo olvido: hace un mes, reiterando expresiones anteriores, el expresidente Morales pidió una “revolución dentro de la revolución” para desterrar las ambiciones que están perjudicando al MAS; revolución que tendría como base a la ética. Nada más claro para confirmar que el MAS está podrido y que su jefe ya no es el que fue. Sus palabras no tuvieron ningún eco en la sociedad. Ya no le sirven las referencias de marxistas de antaño.
Columnas de CARLOS DERPIC S.