Las medidas del Gobierno
En las últimas semanas, el Gobierno ha dado señales de búsqueda de medidas económicas que ayuden a contrarrestar la presión por la caída constante de ingresos, que al parecer es el problema central de la administración del presidente Luis Arce.
Como ha expresado un columnista de Los Tiempos, Antonio Saravia, un primer intento de salvar esta preocupante situación está relacionado con la emisión del Decreto Supremo 4716 que destina las utilidades o ganancias de la Gestora de los fondos de jubilación, por su actividades de administración, a cumplir las obligaciones de Tesoro General de la Nación y que podrán ser transferidas al Fondo Solidario, que ayuda a elevar el monto de las rentas jubilatorias, y al Fondo de la Renta Universal de Vejez.
Es la primera vez en las gestiones del oficialismo que el Gobierno busca aportes extraordinarios para pagar este beneficio para quienes no tienen una renta. Indirectamente, el Gobierno nos dice que las fuentes para el pago de este beneficio fallan, es decir, el 30 por ciento del Impuesto Directo a los Hidrocarburos por las exportaciones de gas natural, principalmente, y las ganancias de las empresas públicas.
En cuanto a los ingresos por las exportaciones de gas, desde 2014 no han dejado de caer a la par del precio internacional del petróleo, lo cual contradice que el actual presidente, Luis Arce, hubiera creado, cuando era ministro de Finanzas, un “modelo económico”. Lo evidente es que el gas proporcionó mayores ingresos hasta que el precio internacional comenzó un ciclo a la baja, debido a lo cual en Bolivia comenzó una crisis de ingresos.
En cuanto a las empresas públicas, a excepción de una o dos, son una fuente de más gastos que ingresos —crean déficit fiscal—, por lo que no dan ganancias y menos pueden dar recursos para el pago de la Renta Dignidad.
El segundo indicador de falta de fondos, y en este caso de dólares, es que el Gobierno ha instruido a las empresas públicas que repatrien las divisas que tienen en el extranjero.
El Gobierno no ha tomado las medidas correctivas que aconseja el caso y ha preferido, en una actitud muy cuestionable, continuar con el manirroto esquema de gasto público que caracterizó a la bonanza de 2006 a 2014, para lo cual ha apelado al endeudamiento externo e interno y las Reservas Internacionales Netas (RIN); cuando las cifras fiscales no revelan una buena situación, es un deber la adopción de medidas que reduzcan los riesgos de caer en una dura crisis, como por ejemplo una política de austeridad que elimine los cargos superfluos en la administración pública.
A contramano de un saludable recorte o achicamiento del gigantesco Estado creado por el populismo ansioso de devorar lo público, cada día se anuncian más empresas del Estado, como si no se supiera que en su mayoría todos esos “emprendimientos” sólo han producido pérdidas y pegas para los militantes masistas.
Ojalá que no sea tarde para introducir medidas correctivas y estemos a tiempo para evitar un descalabro económico.