Ecuador, el conocido libreto
Ecuador vive, desde hace casi dos semanas, en convulsión social. La poderosa Confederación de Nacionalidades Indígenas (Conaie) ha planteado un pliego de demandas de 10 puntos, entre las cuales se destaca el reclamo por el alto costo de vida y el aumento de los carburantes, lo cual ha puesto en jaque al gobierno del presidente Guillermo Lasso, que ha contraído Covid en las últimas horas y está aislado.
Mientras las protestas suben de tono y han dejado hasta ahora dos muertos, con la profusión de batallas campales en el centro histórico de Quito, el diálogo no se establece, pese a que el gobierno de Lasso ha dado claras señales de escuchar al presidente de la Conaie, Leonidas Iza, quien apuesta a una intensificación de las protestas callejeras en la capital —¿busca derrocar al Presidente?—, en tanto ha conminado a Lasso a levantar el estado de excepción decretado durante el fin de semana y a retirar a los policías y militares que custodian sitios clave de Quito, en previsión a que sean tomados o incendiados por los manifestantes, como ha ocurrido ya en anteriores ocasiones.
Las terribles imágenes de los enfrentamientos evocan lo que ha ocurrido ya en nuestro país desde 2002, en Chile, en Argentina y en México, para nombrar a sólo tres miembros actuales del Foro de Sao Paulo o del Grupo de Puebla. Es decir, a los que propugnan un giro hacia el populismo de izquierda, bajo la batuta de Cuba. Comienza a ejecutarse este conocido libreto con críticas al sistema democrático, a sus presuntos defectos para resolver las demandas de las “grandes mayorías”, a gobiernos que sólo velan por los intereses de los “privilegiados” y termina con la deposición de gobiernos legítimamente elegidos o bien con su desprestigio por ser “neoliberales” e insensibles ante la situación de los sectores desposeídos. Tal prédica por lo general se acompaña con protestas callejeras, incendios, destrucción de bienes públicos y muertos que se usan como bandera. El epílogo de esta vieja y confiable puesta en escena suele ser una Constituyente que supuestamente resolverá todos los problemas estructurales del país, pero que tiene la finalidad de asegurar la reelección, en lo posible indefinida, del líder que sube al poder aupado por el conflicto.
De este modo, América Latina no tiene estabilidad institucional y ejecuta un movimiento pendular entre administraciones demagógicas de caudillos populistas que dicen ser de izquierda y que se caracterizan por gestiones manirrotas y con grandes déficits fiscales y, en la orilla opuesta, gestiones de derecha o de centro derecha que buscan reencaminar los desastres en los aparatos públicos legados por los “revolucionarios” del siglo XXI. No se hace referencia, en el conflicto ecuatoriano, a las calamitosas administraciones del expresidente Rafael Correa, hoy perseguido por la justicia por casos de corrupción, pero cuya sombra sobrevuela este conflicto.
Si el Leonidas Iza de este conflicto se parece a Evo Morales es porque en la región ya se conoce el guion que se aplica en estos conflictos. Ojalá, sin embargo, que el diálogo se establezca y no se rompa el orden constitucional ecuatoriano.