Albertina y los hijos opas de Marx
Me cuentan que una compatriota, célebre tiktokera (perdón por este horrible neologismo), habría recibido cerca de mil dólares para promocionar una marca.
Iba a manifestar mi preocupación por el monto, muy bajo si consideramos la notoriedad y alcance de la señorita, cuando me aclararon que la noticia no era esa, sino las críticas de algunos eternos descontentos.
Parece que esos pocos loquitos encuentran "injusto" que Albertina Sacaca, con cinco millones de seguidores, gane dinero vendiendo su imagen. Dicen que no habría que pagarle porque "no aporta nada a la sociedad" o porque "no tiene estudios"...
A este nuevo episodio del provincianismo nacional habría que titularlo: "Los hijos opas de Marx". Y yo pensando que esas pobres almas perdidas estaban desapareciendo...
¿Qué responder a estos alelados hijos naturales del buen Karl?
Habría que señalarles que, cuando trabajen, no esperen recibir un peso por el valor que crean tener o por la importancia que le atribuyan a su título. En el mundo real, fuera del sector público, hay que demostrar el valor que uno puede crear con el propio trabajo...
Ahí, justamente, dudo mucho que haber escrito una enésima tesis sobre Zabaleta o 5 mil páginas de servil tributo a Jaime Sáenz sean buenas razones para conseguir un empleo. Pueden intentarlo, por supuesto...
En cuanto a lo justo o injusto de un pago, ¿cómo determinar cuánto es justo? Si me preguntan, quisiera ganar un millón de dólares... ¿eso bastará para merecerlos?
Y claro, estos loquitos terminan sugiriendo que, en última instancia, "alguien", usualmente un dictador benévolo, defina los precios y salarios más "justos"... a la fuerza y por decreto si hace falta. Eso sí parece extremadamente discutible. ¿Qué criterios de justicia aplicarán estos burócratas iluminados?
Hay algo de verdad injusto en Bolivia: que la militancia política determine el acceso a pegas y prebendas en el sector público, sin que importen títulos o coeficiente intelectual. Eso debería preocuparnos, no el hecho de que alguien venda o compre libremente su imagen, trabajo o notoriedad.
En el mismo sentido, es terrible que cualquier persona con algo de éxito o notoriedad en Bolivia despierte de inmediato rechazo y animadversión. En otro síntoma de marxismo residual, parece que la igualdad en ese país se entiende como igualdad en la mediocridad y la estupidez.
Con esa mentalidad no saldremos nunca del atraso. Por lo pronto, mi simpatía con la señorita Sacaca. Qué bueno que gane dinero haciendo lo que le gusta.
Columnas de ERNESTO BASCOPÉ