La viruela del mono
Como quedó demostrado con la Covid-19, que surgió en diciembre de 2019 en Wuhan, China, pero que ingresó al país en marzo de 2020, es imposible, en un mundo globalizado, que un país se libre de una pandemia o del brote extraordinario de cualquier enfermedad viral. Ha ocurrido algo similar con la denominada viruela símica, varicela del mono o viruela del mono, una enfermedad viral cuyo brote no ha tardado en manifestarse en Bolivia, donde a la fecha se ha registrado ya el cuarto caso confirmado.
La diferencia entre los tres primeros casos, que fueron importados, y el cuarto es que este último es de transmisión local, lo cual implica que el paciente no viajó al exterior ni tuvo contacto con extranjeros, según las autoridades de salud. El primer caso, recordemos, fue reportado el 1 de agosto tras la confirmación de laboratorio, en tanto que el segundo y tercero se conocieron el 3 de agosto.
El actual brote de viruela símica ha sido declarado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) no como una pandemia, a diferencia de Sars-CoV-2 o Covid-19, sino como una emergencia de salud pública de importancia internacional (ESPII). Según los especialistas, se trata del nivel de alerta global más elevado, que hasta ahora sólo había sido alcanzado por la Covid-19 y la poliomielitis.
De acuerdo con las convenciones internacionales en la materia, la declaratoria de la OMS define una emergencia de salud pública de interés internacional como “un evento extraordinario que se determina que constituye un riesgo para la salud pública de otros Estados a través de la propagación internacional de la enfermedad y que potencialmente requiere una respuesta internacional coordinada”. La declaratoria se adopta cuando surge “una situación que es grave, repentina, inusual o inesperada, que conlleva implicaciones para la salud pública más allá de la frontera nacional del Estado afectado y que puede requerir una acción internacional inmediata”.
La viruela símica es altamente contagiosa y por tal razón cabe extremar las medidas de salud pública para evitar la diseminación del virus. Aunque el Gobierno ha tomado ya medidas de prevención, es necesario que también se apliquen las prescripciones de Colegio Médico de Bolivia, que por ejemplo ha recomendado ejercer un mayor control en los aeropuertos, para evitar así el ingreso indiscriminado de personas portadoras de la enfermedad, o bien establecer ámbitos hospitalarios -y en los restantes centros de salud- que estén aislados, para controlar y, en la medida de lo posible, limitar la circulación del virus.
Por tratarse de una enfermedad que se contrae mediante el contacto estrecho o directo con alguien que la padezca o por gotículas respiratorias, la mayor carga de responsabilidad en el control de la viruela del mono está en manos de las personas, que deben guardar adecuadas medidas de bioseguridad. Lo cual es complicado en una colectividad que frecuentemente baja la guardia en las medidas de bioseguridad y es proclive a participar en aglomeraciones o fiestas masivas y espectáculos públicos.