Enterrados vivos y otras supersticiones
Leo en la prensa que un borrachito se habría salvado de morir sacrificado a alguna improbable y oscura divinidad pagana. O al menos es lo que el joven afirmaba esta mañana, todo cubierto de tierra, al relatar su aventura a un grupo de periodistas.
Ya lo sabíamos, pero con esto queda claro que es imposible aburrirse en Bolivia. Un día hablamos de adoptar todas las modas intelectuales en boga en París o San Francisco... y al siguiente estamos cumpliendo rituales propios del Neolítico. No me quejo, la verdad, pues es divertido tener tanto material para cuentos y anécdotas. Sin embargo, tampoco nos caería mal algo más de seriedad...
Justamente, hablando de seriedad, sospecho que el caso del joven casi sacrificado puede entenderse como una broma que terminó muy mal, bajo el influjo del trago y de ciertas supersticiones primitivas, lamentablemente muy prevalentes en este pobre país.
Quizás los amigos del joven quisieron asustarlo un poco. Luego, perdido el control y cualquier freno moral, decidieron que valía la pena probar esto de realizar una ofrenda humana a "la tierra", para ver qué pasaba... Me cuentan que en agosto es muy popular esto de celebrar rituales pintorescos. Creo que es algo así como el "mes de la superstición", ¿no es cierto? Asumo que eso también contribuyó a que el pobre muchacho acabará enterrado en algún cerro.
En cualquier caso, es una suerte que los supersticiosos sean en general vagos, además de brutos. No le habrían echado mucha tierra al improvisado féretro de la víctima propiciatoria, con lo que ésta pudo huir y contar su tragicómica aventura.
¿Qué pensar de todo esto?
Lo primero que se me ocurre es que la Iglesia tiene un pésimo control de calidad. No les haría daño verificar un poco la formación de sus miembros... o, no sé, al menos explicarles que está mal eso de enterrar gente viva sin su consentimiento.
Por cierto, ¿qué pasó con la Inquisición? Ya que en Bolivia estamos entre el Neolítico y el siglo XV, no sería absurdo darles permiso para perseguir el paganismo. Obviamente habría que limitar el número de ejecuciones y hogueras por año, porque de otra manera medio país acabaría chamuscado... y serían hogueras a gas, para proteger los bosques y no molestar a los ecologistas, por supuesto.
Luego, pienso que estas supersticiones siguen tan vivaces porque pocos se animan a denunciar su profunda estupidez. O sea... ¿si quemas hierbas tendrás una casa, una familia feliz o un buen trabajo? No pues... Papá Noel es un mito más simpático y no te pide sacrificar nada. Mejor adorar al señor de rojo y no a algún espíritu plutónico.
Acá haría notar que criticar al cristianismo es una moda muy difundida en varios sectores de nuestra clase media ilustrada. Sin embargo, no se animan por nada a criticar las supersticiones primitivas de esta pobre sociedad. ¿Será por miedo o por paternalismo?
En cualquier caso, creo que nos haría bien como sociedad señalar los profundos contrasentidos e imbecilidad del pensamiento pagano.
¿O tienen miedo a esos fantasmas?
Columnas de ERNESTO BASCOPÉ