El eterno retorno de lo mismo
Por lo que yo sé, el salón Gíldaro Antezana de C o c h a b a m b a también podría llamarse El Eterno Retorno de lo Mismo.
Desde que tengo uso de razón parece que hubiera, colgada para siempre, una misma exposición. Puentecitos de Totora, el Tunari, jacarandás, chillijchis, pueblos, cerros, balcones, portones y cholitas…
A veces incluso hay pintores muy buenos, con gran y solvente dominio técnico, buenos materiales, etc.
Muy cada tanto también se ve alguna excepción digna de merecer la atención. Hay que estar en La Paz o Santa Cruz para ver mucho mejores cosas.
Billy Apple, en no sé qué galería del vasto mundo... El día que se vea algo así o cualquier cosa loca en el Gíldaro será una alegría para la ciudad.
A su manera, este viejo salón de la plaza principal es también un indicador que califica el grado de inserción local en el “arte contemporáneo”, o por lo menos más actual. Ahora que todos pueden ver en su computadora “todo” el arte del mundo, el hecho de que no lleguen aquí exposiciones y pintores de fuera, no es una excusa para desconocer otras cosas.
Y seguir viendo, una y otra vez, desde que se habrá abierto este viejo salón hasta ahora, el mismo puentecito de Totora... Eso tendrá que querer decir muchas cosas, de las que podrán hablar los críticos de arte pero también los sociólogos, el público, los estudiantes de pintura…
Pero lo normal es que cosas así pasen totalmente desapercibidas, no inquieten un ápice a ningún vecino.
Habrá que seguir viendo variantes (alguna vez muy buenas) de jacarandás, balcones viejos, portones, cholitas, el mismo puentecito de Totora…
Columnas de JUAN CRISTÓBAL MAC LEAN E.