Santa Cruz desafiando a su propio futuro
Para el año 2030, el departamento de Santa Cruz tendrá una población superior a los 4 millones de personas, el 30% del total nacional. Santa Cruz de la Sierra se habrá unido a Cotoca, Warnes, Porongo y La Guardia, conformando una gran red metropolitana donde vivirá el 70% de los cruceños.
Su aporte al PIB nacional habrá pasado del 30 al 35% y su contribución a las arcas públicas bordeará el 50% del total del país, como resultado del crecimiento de la agroindustria y agroenergía, ganadería, minería, construcción, servicios financieros, startups y transporte.
Con muchas dificultades, habrá logrado la incorporación progresiva de la biotecnología en la agroindustria, lo que activará un potencial productivo sin precedentes que aumentará la exportación por el Atlántico y el Pacífico, a través de los corredores bioceánicos dinamizados por los países limítrofes.
La incorporación plena de Bolivia al Mercosur y la creciente demanda de alimentos, minerales y energía desde Asia y Europa, sumados al pleno funcionamiento del Mutún y de la Hidrovía, atraerán inversión pública y activarán el interés de las empresas nacionales y extranjeras hacia la región, generando las condiciones para proyectar al país hacia un nuevo ciclo de desarrollo y crecimiento, esta vez más diverso y sostenible.
Para 2030, el departamento concentrará la inversión privada y albergará a la mayor cantidad de las grandes, medianas, pequeñas y microempresas del país. Un nuevo ejército de jóvenes profesionales egresados de sus universidades e institutos técnicos, sumado al creciente número de titulados del resto del país que migran a Santa Cruz, ocupará las plantas ejecutivas y gerenciales de esas empresas y habrán incorporado cambios profundos en temas como la igualdad de género, la inclusión, la asociatividad, el rol del conocimiento y la tecnología, y la responsabilidad social.
Pese a algunos avances en normativas y a la concreción de algunas alianzas público-privadas, las empresas cruceñas aún lidiarán con problemas como el contrabando, la informalidad, la presión tributaria y salarial, los bloqueos y la competencia desleal, que pondrán a prueba su fortaleza, pero no frenarán su crecimiento y expansión.
En los próximos años, Santa Cruz tendrá nuevos problemas aun más difíciles que los enfrentados hasta ahora: de ellos, quizá el más urgente sea el medioambiental.
Habrá más sequías e inundaciones por el cambio climático. Los incendios forestales, la tala ilegal de bosques y la erosión van a seguir causando estragos en la Chiquitanía, el norte y el Chaco, mientras que la concentración poblacional acelerada, el aumento del parque automotor y la lentitud en los planes de industrialización de los desechos van a empobrecer la calidad medioambiental, especialmente en la gran urbe metropolitana.
Los problemas sociales más agudos estarán en el ámbito laboral, la seguridad ciudadana y la salud. Un mayor dinamismo de la economía no será suficiente para responder a la creciente demanda de trabajo formal y se acrecentará el empleo precario. El Estado no podrá responder adecuadamente a los problemas de salud pública, asociados a las enfermedades crónicas y mentales o la aparición de endemias y pandemias; y temas no resueltos como la pobreza, el narcotráfico y el sostenido debilitamiento del sistema judicial aumentarán la violencia ciudadana y la delincuencia.
En 2030, Santa Cruz será mayoría en el Parlamento y se convertirá en el departamento más importante para definir temas de agenda pública; sin embargo, seguirá la tensión con el centralismo y difícilmente tendrá más capacidad de incidencia debido, en parte, a la incapacidad de su élite política para construir un proyecto nacional y traducir el éxito económico y social en una alternativa de poder.
Esta previsión hacia 2030, basada en probabilidades, muestra que, en su 461 aniversario, Santa Cruz visualiza un futuro promisorio que puede alcanzarse en mayor o menor tiempo, pero que es insoslayable. Pero también evidencia grandes y peligrosos desafíos que precisan de unidad, compromiso y fortaleza de sus habitantes y sobre todo de la lucidez de sus líderes para entender que nuestra tierra ha dejado de ser la lejana esperanza y es hoy el departamento llamado a liderar el crecimiento y el progreso de todo el país, porque Bolivia no puede ser sin Santa Cruz y Santa Cruz no puede ser sin Bolivia.
Nos toca pensar en cómo llevaremos adelante esta tarea desde la enorme responsabilidad que la patria nos ha encomendado.
Columnas de RONALD NOSTAS ARDAYA