De productor a transportador
Es preocupante la noticia sobre un acuerdo en el área petrolera entre Bolivia y Argentina, establecido en una reunión técnica bilateral realizada hace poco en Santa Cruz, que revela el lamentable cambio de la posición del país en el ámbito energético de la región.
El convenio expresa que la argentina YPF “analizará la alternativa de aprovechar la estructura (de gasoductos binacionales) de Bolivia para transportar gas hacia Brasil desde una producción del yacimiento de Vaca Muerta”, según la información publicada por el Ministerio de Hidrocarburos y Energías.
Los términos de este acuerdo bilateral revelan un cambio cualitativo de Bolivia en el mercado gasífero, porque de ser productor se convierte en un transportador del energético argentino al mercado brasileño. Si alguna vez se había proyectado al país como un centro de distribución de gas para el subcontinente, que aprovechara su posición geográfica y su sistema de ductos, hoy esa pretensión es mucho más modesta y tiende a quedar reducida a considerar al país como un vendedor del servicio de transporte. Es otro resultado de la pésima política petrolera que rige en territorio nacional desde que el MAS llegara al poder.
En efecto, a partir del primero de los tres gobiernos del expresidente Evo Morales, la política de hidrocarburos fue de mal en peor; si bien en el corto plazo la Ley de Hidrocarburos 3058 representó mayores ingresos, a los que se sumaron los provenientes de la renegociación de contratos o “nacionalización”, en la actualidad no hay nuevas inversiones en el sector y tampoco señales de un cambio en la normativa que rige esta industria. Es tan catastrófica la actual política petrolera que su efecto más visible es la sobreexplotación de las reservas gasíferas probadas, incluso hasta llegar a una declinación adelantada de los principales megacampos, y la cada vez más notoria caída de la renta petrolera.
Por añadidura, para confirmar que el país ya no es un centro gasífero en la región, hoy las importaciones de diésel y gasolina superan a los ingresos por las exportaciones de gas a Brasil y Argentina; la producción de condensado para las refinerías nacionales ha descendido, además, por efecto de una menor producción de gas, que en promedio llegó a un máximo de 60 millones de metros cúbicos al día (MMCD) hasta situarse en los actuales 40 MMCD, sin que se hubieran agregado, hasta la fecha, descubrimientos tan importantes que repusieran las reservas y contrarrestaran esta riesgosa tendencia a la baja.
Es diferente la situación en Argentina, que pese a su galopante crisis desarrolla con éxito el reservorio de Vaca Muerta, gracias al cual espera vender gas a Brasil, un mercado creciente que pudo haber sido exclusivo para el gas natural boliviano. Hoy, sin embargo, nos queda ser transportistas en ese futuro negocio, porque carecemos de una política petrolera coherente. Los eslóganes nacionalistas, enarbolados por el MAS de Evo Morales, no reemplazarán las caídas constantes de la renta petrolera. Eso sucede cuando un país pasa de ser productor a transportador de gas y pierde sus mercados.