Los antisuizos
“Pónganse los cinturones de seguridad, por favor. Ya no estamos en Bolivia”. Escuché esta frase hace unas semanas al pasar la frontera en bus con destino a otro país. Nos la lanzó el ayudante del chofer con una seriedad que no dejaba espacio a la discusión. Los pasajeros nos reímos, pero igual todos nos pusimos el cinturón.
Ese “ya no estamos en Bolivia” significaba, por supuesto, que estábamos en un territorio donde las normas explícitas y formales se cumplen sin que fuera posible negociarlas o sobornar a autoridades o policías.
Es una característica esencial de nuestra cultura: la extrema “flexibilidad” para cumplir leyes y normas escritas. Si el cliché sobre los alemanes o suizos es cierto (gente que siempre cumple las reglas, por principio), nosotros seríamos la versión en negativo: los antisuizos.
Insisto con lo de normas escritas porque las informales y ciertas tradiciones se cumplen en Bolivia de manera absoluta y sin dilación. La mayoría de nuestros compatriotas se cortaría un brazo antes que pasar por alto las normas de su sindicato, fraternidad o comparsa.
No digo que sea necesariamente malo. Es un comportamiento razonable en un contexto como el nuestro, imprevisible y sujeto a cambios radicales y aleatorios.
Es decir, si entendiéramos qué reglas tienen más chances de respetarse y en qué ámbitos, podríamos concentrarnos en ésas... en lugar de proyectar normas y leyes que nunca se van a cumplir o que son meros adornos.
En cualquier caso, diría que, como mínimo y considerando nuestra idiosincrasia, tendríamos que apostar a la menor cantidad posible se normas y leyes. Así somos y dudo que cambiemos en el futuro inmediato.
Y ustedes, amigos míos, ¿qué opinan de nuestra relación con las leyes? ¿Seremos suizos algún día?
Columnas de ERNESTO BASCOPÉ