Ponchos rojos
¿Qué tienen los ponchos, especialmente si son rojos, que parecen trastornar a quienes los visten? ¿Están muy ajustados al nivel del cuello, impidiendo así una buena circulación sanguínea en el neocórtex? ¿Para el color rojo se usan tintes cargados de sustancias químicas con propiedades alucinógenas?
Leo en la prensa que un grupo de señores de cierta provincia paceña, vestidos justamente con ese uniforme colorinche, entregaron al Gobierno un pliego petitorio con sus demandas, ¿o serán más bien exigencias?
Entre los 41 puntos de dicho pliego estarían los siguientes pedidos: una universidad, un colegio militar, rebajas en tarifas de celular, fábricas (¿de ponchos?), medios de comunicación... Todo con dinero del Estado, obviamente.
Creo que sólo les faltó pedir un cosmódromo, una o varias pirámides, un McDonalds y quizás un batallón de geishas para entretener a los caciques sindicales de tan amable provincia.
¿Cuáles son las razones de tan simpáticos ciudadanos para exigir un trato tan favorable? Tener carnet del partido, por supuesto, pero también, y eso ya no sorprende, la extraña idea de que son un pueblo elegido y superior. Parecería broma... y, sin embargo, de verdad dicen que son especiales y merecedores de privilegios porque están un tanto más bronceados que el promedio de los bolivianos y porque sus narices tienen una forma particular.
Unos loquitos etnofascistas, en suma...
El problema es que ya no hay tanto dinero como al principio del Estado Plurichabacano. En ese entonces, quizás se les hubiera construido un estadio, un aeropuerto o algún otro elefante blanco. Hoy, en cambio, no estoy seguro de que el otrora dadivoso Arce tenga ganas de financiar el delirio de estos personajes bufonescos.
Además, si se les hace caso, ¿cómo explicarlo al resto del país? Habría que decir a los otros bolivianos que no se les construirá un hospital o un camino porque los señoritos de Omasuyos quieren "su" universidad... Habría que explicar a los habitantes del oriente, del sur y del chaco que estos loquitos emponchados son de la tribu correcta. Habría que decirles que la igualdad es un cuento y que los patrones de este país viven en algunos municipios donde se juega al dynamite-ball y al cerco-bloqueo.
En realidad, hay que decirlo, no es un pliego petitorio de 41 puntos. Se trata más bien de una receta para ganarse la antipatía del país por 41 razones diferentes.
¿Hasta cuándo tomaremos en serio a semejantes loquitos?
Columnas de ERNESTO BASCOPÉ