Contaminación del Pilcomayo
Una reciente investigación periodística, efectuada por medios de Bolivia, Argentina y Paraguay, ha determinado -una vez más- que la cuenca del río Pilcomayo está contaminada con metales pesados por encima de lo que se considera saludable, según parámetros internacionales, lo cual es preocupante.
Casi son cotidianas las noticias sobre la contaminación con mercurio en los ríos de norte del país, causada por la minería aurífera cooperativizada, con el consiguiente riesgo para la población ribereña, la fauna y la flora, a lo cual se suma la lamentable condición del río Pilcomayo, con un cauce que comparten Potosí, Oruro, Chuquisaca y Tarija; se estima, según datos demográficos oficiales, que hay 64 territorios indígenas en contacto con la cuenca, es decir, 1,1 millones de personas o aproximadamente el 10 por ciento de la población nacional.
Son tres los factores contaminantes: 1. La contaminación antrópica o que es causada, por diversos factores, por las colectividades humanas de la cuenca; 2. La contaminación natural, que tiene como factor central a la erosión del suelo y, finalmente, 3. La contaminación ocasionada por la actividad minera.
De las tres, la que puede originar más problemas de toda índole es, qué duda cabe, la contaminación minera. El análisis de los datos arrojados por las 56.622 mediciones de la polución en el Pilcomayo, entre abril de 2007 y agosto de 2022, ha permitido a los periodistas de los tres países determinar que la cuenca alta de este río, donde se sitúan las nacientes, presenta una alevada carga contaminante de plata. En el 63 por ciento de las mediciones, ha explicado el equipo periodístico trinacional, se ha identificado boro por encima de los parámetros internacionales, plomo en el 20 por ciento y cadmio en el 34 por ciento.
Los cooperativistas mineros, en su rol político, como se sabe, son aliados corporativos del Gobierno; sin embargo, es uno de los sectores más contaminantes del Pilcomayo, porque usa métodos extractivos precarios y de depredación, que anticipan una catástrofe ambiental en el caudaloso río.
Los Weenhayek, en el Chaco, conforman una de las poblaciones indígenas ribereñas que vive de la pesca del sábalo. Es cada vez más probable, debido a la contaminación del Pilcomayo con metales pesados, que su forma de vida dentro de poco sea un recuerdo. ¿Cambiará este estado de cosas? El Gobierno debería controlar el impacto ambiental de la minería cooperativizada, pero eso es como pedir peras al olmo.