La peta amarilla
El autor es un ciudadano tarijeño.
La peta amarilla (escarabajo) tiene alma. Es la constancia de que el ser tiene mayor valor que un objeto. Es la comprobación de que las cosas no configuran al ser, todo lo contrario. Es una manera de resistir ante los avatares del sistema. Es la historia viva en cuatro ruedas.
La peta me acompañó idas y vueltas durante 17 meses. Cada día de Dios me embarcó desde La Victoria hasta el Patio del Cabildo, donde me desempeñé como jefe de la Unidad de Cultura del GAMT.
Pues bien, ya no dirijo el área, por lo cual siento la obligación moral y ética de expresarme, como un imperativo categórico, según afirmaba Kant. Y lo hago por respeto a las instituciones y personas que confiaron en mi trabajo, como las universidades, centros culturales, libreros, artistas, subcentral de campesinos de Cercado, fundaciones culturales, cooperación internacional, embajadas, colectivos, asociaciones civiles, gestores culturales, con quienes nos encontramos a soñar, gestionar y crear.
Si me preguntan ¿qué se hizo? Respondo que avanzamos en varios asuntos concretos. Marcamos hechos que por primera vez se efectivizaron. La lista de acciones es amplia y de fácil confirmación. El tren de la cultura y las artes marchando sobre rieles. Aun así, quedaron en agenda varios asuntos.
De mi parte ha sido un tiempo de aprendizaje. Mi compromiso siempre estuvo presente. Nunca busqué sólo una pega, sino sobre todo una causa a favor de la cultura y las artes de Tarija. Lo cual me dejó algunas lecciones que me permito reflexionar: la escena de las condiciones objetivas.
- Las condiciones objetivas determinan la construcción de políticas públicas que se traduce en acciones de gestión pública con una mirada reduccionista e instrumental, lo cual supera el talento del director de orquesta.
- Las condiciones objetivas coartan la modernización del modelo institucional. Por lo cual las viejas herramientas ya no funcionan de manera apropiada, por lo tanto lo antiguo no funciona y lo nuevo todavía no ha sido establecido.
Para cambiar estas condiciones por otro nuevo paradigma se hace necesario que la sociedad también se involucre, tomando distancia de los intereses particulares, y participar con un sentido de correlación, cogestión y corresponsabilidad.
Por eso la cultura es vital. Como motor de la construcción de ciudadanía centrada en fomentar valores compartidos y en diálogo que se transfieren a las prácticas sociales e institucionales. Conformando un cambio de eje que impulsa la rueda de la democracia, bienestar, transformación y libertad.
Transitamos un cambio de época. Donde tal vez hablar de utopías sea lo políticamente incorrecto, sin embargo, siento que las utopías no son inalcanzables, sino el camino por el cual tenemos que mirar fuera de la caverna.
A modo de epílogo: la peta amarilla forma parte de mi personalidad, vida e historia. Entré al servicio público con mi peta y salgo con la misma peta. Como decía un buen amigo, la dignidad es la fuente que nos faculta para determinar nuestro propio destino moral.
Para finalizar voy a recordar al escritor Fernando Pessoa (Lisboa, 1888 - 1935): “que los dioses, si son justos en su injusticia, nos conserven los sueños, incluso cuando sean imposibles, y nos concedan buenos sueños, incluso sin son triviales. Que los dioses me cambien los sueños, pero no el don de soñar”.
Columnas de PABLO PIZARRO GUZMÁN