La narrativa del “golpe”
Nuevamente, el vocero Jorge Richter ha afirmado, como suele hacerlo en sus constantes intervenciones públicas, que “un potente consorcio mediático” en el país intenta hacer creer a los bolivianos que en 2019 hubo un fraude electoral y no un “golpe de Estado”.
Por supuesto, Richter tiene que sustentar esta polémica posición, que tiene como origen la interpretación de Evo Morales de lo que en verdad sucedió en 2019, que se ha convertido en lo que los teóricos de la posverdad llaman una narrativa “alternativa”. Y es “alternativa” a lo que expresan tres informes internacionales de expertos electorales que corroboran el fraude de 2019, que el oficialismo ha tratado de contrarrestar, aunque sin éxito, con estudios de poca relevancia, pero sobre todo mediante una persecución judicial sin precedentes.
Al usar el lawfare para dar sustento a la interpretación evista de los hechos de 2019, en realidad se intenta que el “golpe de Estado” se convierta en verdad histórica para los bolivianos. No obstante, la frenética búsqueda de ese objetivo, mediante la persecución, ha desencadenado la peor crisis judicial de la historia, que se caracteriza por la falta de independencia e imparcialidad, como han establecido informes internacionales.
A medida que avanza el propósito del expresidente Evo Morales de instalar en la historia la narrativa de un inexistente “golpe de Estado”, esto es, de borrar el fraude de noviembre de 2019 para posicionarlo a él como víctima de un complot que le arrebató el poder, en realidad él acaricia la posibilidad, cada vez más remota, de retornar al mando del país.
Incluso la educación se ha puesto al servicio del objetivo de Morales, ya que en los contenidos de la nueva malla curricular se busca imponer a las nuevas generaciones la versión oficialista de los hechos de 2019, al afirmar que hubo una interrupción del sistema democrático, que es un eufemismo para no decir “golpe de Estado”. De este modo, el sistema educativo no cumple la función de formar ciudadanos críticos; por el contrario, bajo la convicción de que es un aparato ideológico, el MAS intenta difundir propaganda y adoctrinar.
Toda esta construcción alternativa acerca del “golpe de Estado”, sin embargo, también causa rechazo en las regiones -especialmente en Santa Cruz- y hasta división interna en el MAS; la facción evista ha ingresado en una fase de dura confrontación con los arcistas: ya no es sólo crítica con la gestión, sino que parecería apuntar a una revocatoria del Presidente.
Richter no logra ver el fondo de la crisis política. Un fondo que está vinculado con el deseo de Morales de perpetuarse en el poder.