Preguntas urgentes
Un policía en servicio muerto a balazos y otro herido en el mayor hospital público de La Paz, de donde el martes en la mañana fugó un peligroso presidiario brasileño, es el último episodio de una larga serie de eventos lamentables que involucran a la Policía Boliviana.
Lo ocurrido a media mañana del martes en el Hospital de Clínicas de La Paz, en medio de un tiroteo que puso en riesgo la vida de pacientes y personeros de salud, suscita muchas preguntas cuyas respuestas son tan necesarias como urgentes.
El fugitivo estaba encarcelado en el recinto penal de máxima seguridad de Bolivia, Chonchocoro, y había salido para una consulta médica “urgente”, autorizada de manera oficial —pero sin orden judicial— para Andrés Luis Xavier da Rocha; sin embargo, el Ministerio de Gobierno aclaró que el nombre real del reo fugado es Felipe Edvaldo Menezes Iglesias.
No era la primera vez que este hombre burlaba la “máxima seguridad” del sistema penitenciario nacional, ya lo había hecho siete meses antes en Palmasola, Santa Cruz, donde estaba recluido en la sección más hermética de ese penal.
¿Cómo organiza la Policía Boliviana, encargada de la seguridad del sistema penitenciario nacional, la custodia de los prisioneros? ¿Existe un protocolo riguroso acorde a sus antecedentes y peligrosidad? ¿Existe uno que se aplique a las salidas de los internos e imponga grados de seguridad acordes a la clasificación de los encarcelados? ¿Existe una clasificación de acuerdo con sus antecedentes?
¿Por qué Da Rocha —o Menezes— pudo salir de Chonchocoro sin orden judicial?
¿Cómo es posible que un preso salga de una cárcel de máxima seguridad sin orden judicial y sólo con una autorización firmada por el médico de ese recinto?
¿Cómo puede la administración penitenciaria manejar dos nombres distintos para un mismo preso?
¿Cómo y con qué criterios se seleccionan y designan a los directores de los recintos penitenciarios y a los efectivos asignados a su mando?
¿Qué grado de responsabilidad se le puede atribuir en este y otros hechos similares al jefe máximo de la Policía Boliviana, es decir al Ministro de Gobierno?
¿Qué ha cambiado desde que el mando policial está en manos de es Ministro?
¿Por qué el Gobierno omite debatir la evidentemente necesaria y urgente reestructuración de la Policía Boliviana, una de las instituciones de las que la ciudadanía desconfía más y en la que más corrupción existe?
Mientras esas, y otras muchas, preguntas continúen sin solución, los bolivianos viviremos inseguros y burlados en nuestra confianza por quienes administran el Estado.