Política integral territorial para Cochabamba
La gestión sustentable del territorio demanda repensar conceptualmente la ciudad para ubicarla en el contexto del desarrollo integral incorporando aspectos socioeconómicos, político-institucionales, y ambientales. Planificar el desarrollo de la nueva concepción territorial metropolitana en Cochabamba no solo requiere de la manifestación política, sino fundamentalmente precisa de la intervención técnica, cuyo objetivo se basa en procurar la solución de diversos problemas cuyos efectos son de gran repercusión en la ciudadanía.
Una propuesta técnica participativa de planes de corto, mediano y largo plazo, que determine una planificación integral de la expansión metropolitana con condiciones de sustentabilidad y en el marco de una política de desarrollo urbano, debe considerar la zonificación de los usos del suelo con la definición de modelos de infraestructura y equipamientos de las áreas que se incorporarán como urbanas.
En este sentido, es preciso diseñar un primer plan regulador metropolitano que incluya básicamente tres estrategias fundamentales: la conectividad eficiente entre el centro y la periferia; la reducción de la segregación socioespacial; y el manejo de espacios públicos con incremento de áreas verdes.
Dado que la dinámica urbana ha rebasado la acción gubernamental municipal, este aspecto debe garantizar la gobernanza regional reorientando estrategias con alcance metropolitano con un fuerte componente de participación ciudadana corresponsable con el desarrollo, a fin de involucrar en el proceso y reconducir patrones de conducta, mejorando las opciones de administración y gestión metropolitana.
Dentro de la planificación integral del territorio y del urbanismo participativo, un aspecto relevante constituye la revitalización socioespacial, mediante la ejecución de proyectos relevantes del espacio público considerados como lugares de interacción y relacionamiento de la diversidad ciudadana, revalorizando su importancia para establecer lineamientos conducentes a la construcción social de utilidad colectiva.
La consideración del espacio público como principal soporte de la estructura urbana debe establecer su ventaja sobre el espacio privado y ampliar su función como segmento integrador y ordenador de la ciudad. El plan integral del manejo de espacios públicos debe orientar las políticas para que la ciudad se estructure en forma sistemática, equitativa, intercultural, accesible y segura.
Una política departamental de transporte también debe ser parte de un modelo de sustentabilidad integral pensado para la ciudad. Debe estar orientada básicamente al cumplimiento de tres aspectos. Primero, considerar al usuario peatón como base del sistema. Segundo, generar una accesibilidad equitativa. Tercero, promover un plan de movilidad metropolitana con base en un sistema integral de transporte que contemple la implementación de una red de servicio público eficiente.
Los fundamentos de un plan de movilidad metropolitana se instalan en un enfoque de movilidad sustentable, con la implementación de un sistema integrado de modos de transporte, que garanticen la accesibilidad y la conectividad, disminuyan las externalidades de contaminación y accidentalidad y, garanticen la priorización del uso del transporte colectivo frente al individual.
El sistema integral pretende además la planificación de la infraestructura vial. La disposición de carriles confinados, terminales e intercambiadores de transporte que satisfagan la intermodalidad, y garanticen el tráfico fluido de las unidades, son parte del desafío de la nueva modalidad urbana.
La continuidad temporal y espacial de estas políticas metropolitanas requiere de un sustento jurídico constitucional que garantice su sostenibilidad mediante instancias de coordinación metropolitana que posibiliten la satisfacción de necesidades básicas sin subordinación a las disputas políticas.
Su cumplimento permitirá que la metrópoli asuma características utilitarias económicas; tipologías polimórficas, multifuncionales y policéntricas, en su afán de cumplir con dos aspectos fundamentales modernistas: el crecimiento demográfico racional y la expansión física organizada, donde el primero representa la concentración en el espacio, y la segunda, la herramienta que garantiza un territorio confortable que consolida al primero.
Un crecimiento no planificado, carente de políticas públicas y gobernanza multinivel, solo responderá a un modelo obsoleto y disfuncional, opuesto al paradigma de planificación urbana de desarrollo vigente en el mundo. La nueva sociedad urbanizada demanda nuevos modos de pensar la ciudad, con condiciones óptimas de habitabilidad en una conformación nueva, compleja, difusa y diversa.
El autor es , Ph.D. en arquitectura y estudios urbanos, mkquiroga@gmail.com
Columnas de MARKO QUIROGA BERAZAÍN