Pinches modas
Todavía me acuerdo de la época, pasada ya, en la que mi ateísmo provocaba pena y extrañeza entre amigos y parientes.
Consciente de que esta condición es producto de cierta falta de imaginación y, muy probablemente, de algún problema psicológico, nunca hablé mucho al respecto.
Si acaso, mencionaba el asunto en alguna festividad religiosa, cuando me preguntaban por qué no iba a misa o cumplía algún ritual.
No era una mala vida, ésa de ateo solitario, sobre todo porque los otros eran bastante tolerantes.
Incluso pensaba que, con algo de suerte y tiempo, podría superar esa afección del espíritu y comprender la fe...
Hasta que se acabó esa tranquila soledad... de un día a otro me vi rodeado de nuevos ateos, ruidosos, intolerantes y de una ignorancia insondable. Por extraño que parezca, se trata de gente que necesita hablar de su ausencia de fe con el fervor de los fanáticos.
Podría comprenderlo si lo hicieran con algo de elegancia e inteligencia... pero no, su rebeldía facilona y adolescente es superficial, mediocre y chabacana. Son tan brutos que creen que destruirán la religión pintarrajeando iglesias...
Si tuviera algo de fe diría que estos ateos son una prueba de que Dios existe y de que tiene un curioso sentido del humor. Castiga a los ateos de verdad con estas caricaturas de humanidad.
¿Cuándo pasará esta moda?
Columnas de ERNESTO BASCOPÉ