La dependencia del extractivismo es también mental
Los pronósticos más terribles señalan que en 2030 termina nuestra época de exportadores de gas y se viene una crisis generalizada porque el Estado dejará de percibir este ingreso, que en 2022 representó $us 6.314 millones y desde 2010 hasta la fecha casi $us 50.000 millones. Mucho ya se ha dicho del derroche que hizo el Gobierno central estos últimos años, pero yo diría hasta por ahí nomás, porque no sólo la administración central gestionó los recursos, sino también, alcaldías, gobernaciones, universidades y organizaciones sociales. En términos sencillos, nos farreamos el gas, en conjunto, por participación directa, políticos corruptos o por sólo ver y callar, sin capacidad de respuesta a la corrupción.
Se viene la crisis generalizada, los analistas del Gobierno saben que el descenso del ingreso por la exportación de hidrocarburos no sólo afectará al Estado, sino también a la sociedad acostumbrada a recibir dádivas generosas, sin medir las consecuencias de la irresponsabilidad de lo recibido ni pensar, quién o sobre qué se paga la cuenta.
Entonces, la gran apuesta de salvación es abandonar el modelo exportador de gas y pasarnos al del litio. Algo así como lo que paso entre el fin del ciclo del estaño y el gas. Dejar una materia prima que ya agotamos, sin beneficios claros, y pasarnos a otra. El problema de esto es que antes de que el gas llegue a ser rentable, Bolivia experimentó una crisis económica de casi 25 años. El litio aún con las intenciones, no es una opción cercana para remplazar los recursos del gas a corto plazo, y los efectos de la transición serán bastante fuertes para la población boliviana.
Lo preocupante es que estamos en pleno proceso electoral, y pese a que los políticos ya se están dando como bombo en carnaval de Oruro, no escuchamos por ningún lado propuestas vinculadas con solucionar el escenario terrible que se viene.
Parece que confiamos en que el litio reemplazará al gas como fuente de ingresos para el Estado, permitiéndonos mantener el sistema ineficiente que administra los recursos de todos los bolivianas, a todo nivel.
Esto sucede porque la dependencia de la exportación de recursos naturales, es también mental, la sociedad en su conjunto se ha vuelto dependiente de la exportación, planificamos en torno a ello, se disputan el poder del Estado pensando en esa torta.
Lo triste es que esto pasa mientras destruimos el emprendimiento y la iniciativa privada que, bien apoyada y fortalecida, por su carácter formal, podría aportar con impuestos al desarrollo del país, pero impuestos acordes a su realidad y con la flexibilidad que corresponde a sus procesos y regulaciones. La dependencia del extractivismo es tan cerrada que, al no ver otras formas de ingreso, matamos las únicas que pueden romper nuestra maldición de recursos naturales, nuestra dependencia de la exportación.
Columnas de CÉSAR AUGUSTO CAMACHO SOLIZ