¿Diferencias culturales o miedo, simplemente?
Pocas cosas me irritan más que un extranjero dándome lecciones sobre política boliviana. Hace unos años eran los loquitos que me felicitaban por tener a Morales de presidente y hoy no faltan los que aplauden a Arce por “pensar en el pueblo”. Hablo de personas que no tolerarían ninguna de las barbaridades del gobierno en sus países, pero que estiman que están bien para nosotros... Tal vez es casualidad o impresión mía, pero eso me pasa usualmente con amigos argentinos o franceses.
¿O será simplemente que nos siguen viendo como buenos salvajes? Nuestra existencia permitiría a esos pueblos seguir soñando con un mundo feliz, primitivo y ajeno a las exigencias de la modernidad.
Bueno, hoy pensaba en otra explicación, una más amable y quizás más positiva.
Se me ocurre que los habitantes de estos países sienten la necesidad de tener una opinión sobre todo asunto, celestial o terreno. Y efectivamente, diría que nunca encontré a un francés, por ejemplo, que no tuviera una opinión absolutamente clara sobre cualquier cosa, o un argentino que no quisiera compartir sus ideas con el universo.
En contraste, diría que a los bolivianos nos vamos al extremo opuesto. Al menos en este lado del país nos cuesta mucho compartir una opinión o defender una idea de manera abierta. ¿Por qué será? ¿Quizás por miedo a las consecuencias? Parece que siempre hay algo o alguien que mis compatriotas temen mencionar o criticar...
De pronto, me parece que no estaría mal empezar a arriesgarnos un poquito con las ideas y opiniones. Y si nos cuesta hacerlo con nuestro propio país, podríamos empezar a practicar con los vecinos, como ejercicio, ¿no?
Así que me alegro mucho por la posible victoria de Javier Milei en Argentina. Que gobiernen 500 años los libertarios. ¿No era eso lo que nos deseaban con el caudillo fugado?
Columnas de ERNESTO BASCOPÉ