Bolivia: De corazón energético exportador a importador
No sé cuál está más al fondo. El fútbol de Bolivia o su situación energética. El análisis del fútbol lo dejamos a Jaime Galarza, gran conocedor de la temática. Yo me avocaré a analizar y vaticinar lo que aconteció, acontece y acontecerá en materia energética en el país si no se generan cambios drásticos en el modelo energético y muy rápidamente.
En primer lugar, desde 2013, conocíamos que la producción de petróleo, gas y condensado comenzarían a declinar a partir de 2015. Advertimos hace una década que no podríamos cumplir nuestros contratos de exportación de gas natural si no tomábamos decisiones para generar mayor exploración Nos tildaron de seudoanalistas, gasólogos neoliberales, alarmistas, etc. etc.
Si nos retrotraemos y miramos noticias de energía de Bolivia entre 2013 a 2019, podemos encontrarnos con que nos convertiríamos en corazón energético exportador de la región y que teníamos un mar de gas.
El tiempo nos ha dado la razón y en 2015 llegamos a un pico cercano a los 60 millones de metros cúbicos día (MMMCD) de producción y la declinación comenzó su trayectoria. No había de otras y se tuvo que reducir el contrato con Brasil de 30 a 20 MMMCD. Tampoco se pudo cumplir con el contrato de gas con Argentina que llegaba a los 23 MMMCD y solo llegamos a entregar 18.
A la fecha, hemos reducido severamente el envío de gas a Argentina y en 2024 dejaremos de entregar el energético. A Brasil, a la fecha, se envía mucho menos de los 20 MMMCD estipulados en el contrato que va hasta 2024. No es que no exista demanda en ambos países. El gobierno argentino hace malabares para adelantar infraestructura y dejar de depender de Bolivia en 2024 para no desabastecerse. En Brasil hay preocupación por el abastecimiento y buscan ahora gas de Argentina en Vaca Muerta y otras fuentes costa afuera.
La capacidad de producción promedio de gas el 2024 estará en 34 MMMCD de los cuales debemos separar 14 para el mercado interno. Es decir, nos quedaran 10 para exportar. Y así, si nos proyectamos al 2029/2030, cuando nuestra producción llegue a 14 MMMCD, no tendremos capacidad exportadora y se comenzará a importar gas natural.
El gas es sólo un tema de preocupación. Lo de los líquidos es doblemente preocupante. Si declina el gas, declina también la producción de GLP y condensado y las importaciones se tornan cada vez mayores. Este 2023, el país requiere cerca de 80,000 barriles por día (BPD) entre gasolina y diésel. Se importará cerca al 40% de la gasolina (ya apoyada por el alcohol) y 80% del diésel. La planta de biodiésel podría sumar 1.500 BPD, que tienen poco impacto. Las proyecciones indican que 2024 se comenzará a importar GLP y, como hemos dicho, el 2029/2030, gas natural.
Si no damos un golpe de timón muy pronto en materia de incentivos y se concreta una masiva nueva exploración, el 2030 la balanza energética será deficitaria en aproximadamente 5.500 millones de dólares (con un precio de 80 USD/Bbl. Importar esta cantidad de energía y subsidiarla es muy complicado en materia económica. Repito, si no hacemos algo drástico y muy rápido.
La pregunta del millón es si el país está preparado o puede darse el lujo de importar todas sus necesidades energéticas y de hidrocarburos por los próximos 20/30 años, y además subsidiarlas. Personalmente creo que no.
Si es cierto que YPFB tiene un Plan de Reactivación del Upstream con 42 proyectos y que tiene muy serias intenciones y planes, lo que creo que no son los dólares para encarar estos 42 proyectos y otros que podrían darse. Es cierto que algo de nueva producción de petróleo (de 2.000 a 3,000 BPD) se puede dar, pero esto no cambia la ecuación energética del país hacia 2030. No lleguemos al abismo para tomar decisiones y que nos tornemos en un total corazón importador de Sudamérica.
Columnas de ALVARO RÍOS ROCA