La inocencia de Mesa en el “pacto”
Dos formas bastante comunes se pueden observar, como estilos, al analizar la política. La primera, un poco menos común, es la perspectiva prescriptiva. En esta forma, prevalece el análisis en torno a como debe ser la política. También se la idealiza. Tal como soñó Platón, en La República, con el buen gobierno, el gobierno de los sabios y los filósofos.
Por el otro lado está la perspectiva descriptiva que intenta, más bien, estudiar la política de manera objetiva, tal y como es, incluso más allá de lo ético y lo moral. El precursor de esta forma fue Maquiavelo. Él inaugura esta otra tradición, un poco más común, de estudiar la política a partir de la realidad objetiva y concreta.
Mi estilo estriba en esta segunda perspectiva. En mis artículos, por lo tanto, modestamente intento describir la cruda realidad del campo político. Descifrar la política implica, esencialmente, ver todas las maniobras y estrategias, en esa siempre intensa y visceral lucha por el poder.
Con esta breve introducción, permítanme describir, ahora, el pacto que suscribieron, en el senado de la Asamblea Legislativa, la bancada de Comunidad Ciudadana (CC) —la fuerza política liderada por Carlos Mesa—, con la bancada del ala radical del Movimiento al Socialismo (MAS), liderada por Evo Morales. Este acuerdo, básicamente, viabilizo y posibilito la elección de Andrónico Rodríguez, caballo fundamental en el ajedrez político, como presidente del Senado. Con esto, en los hechos, se ha entregado a Evo Morales, la llave de la gobernabilidad y la estabilidad política. Le restituyeron un gran recurso de poder: el control del Senado.
Carlos Mesa, al justificar esta “agenda pactada”, menciona que “evistas y opositores comprometen un “camino común”, en torno a “una agenda legislativa para el país”. Desentrañando lo que podría haber en el fondo de este “pacto”, no se puede ocultar la enorme ingenuidad de CC y su líder, al otorgar a Morales el poder de esta instancia fundamental en la estabilidad política. Ese es el resultado de facto. La “agenda legislativa”, dicho sea de paso, es un “saludo a la bandera”.
Ahora bien, veamos qué es lo que aspira Evo Morales políticamente. Está claro que, por su enfermedad, no puede mantenerse mucho tiempo lejos del poder. Últimamente, se podría incluso decir, que está mucho más desesperado. En esa línea, él es el directo interesado en algo que inevitablemente, con el Senado en contra, podría suceder con el Gobierno de Arce: acortamiento de mandato y elecciones adelantadas.
Si se observa bien, esa hipótesis de elecciones anticipadas, con la crisis económica que se viene, es enormemente favorable a la futura candidatura de Morales. La gente, como en Argentina, votará con el estómago, con el recuerdo de que en “tiempos de Morales”, se vivía bien. Sin considerar que, en el fondo, el origen de la crisis tiene que ver precisamente con el despilfarro y la orgía del excedente que generó la inédita bonanza económica que el país vivió de 2008 a 2014.
Pues bien, ante la ausencia de proyectos serios y liderazgos competitivos en el campo de la oposición, los bolivianos hoy nos debatimos entre dos alternativas de “mal menor”. ¿Cuál, de los futuros gobiernos, de Arce o Morales, sería para Bolivia el “mal menor”? ¿La dictadura de Evo o la dictadura de Arce?
Preguntemos, entonces, a Mesa cuál de las dictaduras podría constituirse en el “mal menor”.
A juzgar por los hechos, todo deja entrever que, Mesa está muy de acuerdo en que, el “mal menor”, sería la dictadura de Morales, pues, en términos de resultados, están contribuyendo precisamente a las aspiraciones de Morales de retornar lo más pronto posible al poder.
Las interacciones en política siempre provienen de un balance de los resultados, en términos de costos y beneficios, que una decisión podría provocar. ¿Observaron ellos esto que están provocando, es decir un escenario favorable para el retorno al poder de Evo Morales? ¿Está aquello en sus cálculos? Quizá, por ingenuos y obtusos, esto que están provocando no está al alcance de su comprensión.
Lo que se puede observar hasta aquí es que hubo una enorme ingenuidad e inocencia al viabilizar la elección de Andrónico Rodríguez como presidente del Senado. Ingenuidad al no calcular esos resultados y posibles escenarios. Inocencia, al mismo tiempo, al considerar que el ala evista cumpliría el “pacto”. Fueron. creo, en todo el sentido de la palabra, cruelmente embaucados.
El autor es profesor de la carrera de Ciencia Política de la UMSS
Columnas de ROLANDO TELLERÍA A.