La diplomacia del exabrupto: desafíos y consecuencias para Bolivia
Para aquellos que han estudiado las relaciones internacionales y la diplomacia y para quienes siguen de cerca la política nacional, el reciente exabrupto diplomático en la complicada relación con Chile resulta desconcertante.
El presidente del Estado, Luis Arce, denunció el viernes 18 de abril en La Paz que “un país vecino busca controlar nuestros recursos estratégicos”, refiriéndose directamente a Chile. Esta denuncia, de gran calibre, puede poner en riesgo el acercamiento que se estaba gestando para abordar los asuntos de interés mutuo.
Durante los casi dos decenios de gobierno del MAS, los exabruptos han llevado a caminos sin retorno o al cierre de puertas a muchas oportunidades.
Desde acusaciones de robo de aguas del Silala por parte de Evo Morales hasta la judicialización del tema marítimo sin un análisis previo de la geopolítica, o la ruptura de relaciones con Israel por un conflicto ajeno, estas acciones han marcado la política exterior boliviana.
La raíz del problema radica en la falta de un cuerpo diplomático profesional. El despido de profesionales especializados con años de experiencia y su reemplazo por amigos y parientes del Gobierno han debilitado la Cancillería, convirtiéndola en una agencia de empleos.
La exclusión de Bolivia del Plan Capricornio y la falta de participación en el corredor bioceánico, denunciadas por Arce Catacora son resultado de la falta de trabajo diplomático sostenido. Mientras otros países avanzaban en negociaciones, Bolivia perdía tiempo y oportunidades.
La denuncia reciente sobre la apropiación de recursos estratégicos por parte de un país vecino es preocupante. Volver a patear el tablero en la difícil relación con Chile puede socavar la confianza y alejar aún más la posibilidad de un acercamiento.
Los bolivianos tienen derecho a conocer el fundamento de esta denuncia presidencial y también las acciones que se tomarán. ¿Qué rol jugará el cónsul general boliviano en Chile? ¿Cómo se abordarán los desafíos anunciados por Arce Catacora, como el acceso soberano al mar o el aprovechamiento del oleoducto Sica Sica?
¿Cómo se desarrollarán los trabajos anunciados el pasado 22 de marzo respecto a las aguas del Silala, cuando Arce reveló que Bolivia “se encuentra trabajando en la restauración de los bofedales”?
Son muchas las preguntas y el trabajo por delante es arduo. Esperemos que este exabrupto no deje sin efecto los esfuerzos por una diplomacia más efectiva en las próximas décadas.
Columnas de JAVIER VISCARRA VALDIVIA