Las elecciones europeas y América Latina
En un mes y medio tendrán lugar las elecciones para el Parlamento Europeo, sus resultados pueden ser relevantes para América Latina si se consolidan las fuerzas políticas que promueven una mayor presión para el respeto a los derechos humanos en las dictaduras y regímenes híbridos de la región.
Esto, que a los “multipolares” autoritarios les parecerá —convenientemente y sólo cuando afecte a los suyos— un llamado al injerencismo, es en realidad una responsabilidad pensada desde la conciencia de la universalidad de los derechos que deben ser protegidos con todo el respaldo internacional posible.
Hasta ahora, las encuestas perfilan que la centroderecha clásica del Partido Popular Europeo (PPE) será la minoría mayor, mientras que la centroizquierda de Socialistas & Demócratas (S&D) quedaría en segundo lugar.
En tercer sitial aparece el centrista Renovar Europa (Renew), con tendencia descendente y alguna posibilidad de ser adelantado por una de las dos alianzas la nueva derecha europea: la más moderada, Europeos Conservadores y Reformistas (ECR) y la ultrista Identidad y Democracia (ID). Más atrás, quedan los bloques de Los Verdes/Alianza Libre Europea y los neocomunistas de La Izquierda.
El fortalecimiento del PPE y de ECR es una buena noticia, pues estos bloques han mostrado preocupación en reiteradas ocasiones por los abusos de los regímenes populistas latinoamericanos (también lo ha hecho Renew). Pero la postura que puede tomar ID es una incógnita, dados sus lazos no desmentidos con la autocracia de Putin, quien a su vez funge como “guardaespaldas” de los despotismos en nuestra región.
Esa cercanía con el Kremlin es uno de los puntos centrales que dividen a la nueva derecha europea entre un ECR que promueve la defensa de Ucrania, la pertenencia a la OTAN y el alineamiento con EEUU, y una ID reacia a contener al expansionismo ruso en el Este, anti OTAN y proclive a la disolución de la Unión Europea.
¿Por qué nos interesa en América Latina que Ucrania logre frenar la agresión rusa? En primer lugar, porque esa guerra es precisamente un enfrentamiento entre democracia y autocracia y, en segundo término, porque un Putin fortalecido animaría a otros socios del club global de las dictaduras a cometer atropellos territoriales y a reforzar sus despotismos internos.
Por supuesto, sabemos que nada sustituye a la lucha democrática de los ciudadanos, pero la experiencia de 2019 nos muestra la importancia del respaldo de instancias internacionales como la OEA y la UE, que contribuyeron a la resolución de la crisis electoral dentro de un marco pacífico y constitucional.
Columnas de EMILIO MARTÍNEZ CARDONA