La corta noche de museos
El viernes de la semana pasada, la Alcaldía Municipal, su área de cultura y los representantes de unos 20 espacios artísticos y culturales en Cochabamba llevaron a cabo la denominada Larga Noche de Museos, una actividad tan exitosa, que cada vez crece más, lo que naturalmente llena de complacencia.
Da gusto ver cómo jóvenes, parejas y familias enteras habían optado por dejar por esa noche la televisión o los celulares para hacen tremendas colas con el fin de visitar el convento de Santa Teresa, el Centro Patiño o el Museo de Historia Natural, pasando por los ambientes de medicina y los espacios de orgullo militar.
Son varios los incentivos que provocan esta avalancha de visitas: el ingreso libre, los buses que acuden directamente a los objetivos y el hecho de que cada centro cultural saque de los baúles lo mejor de su acervo, que en algunos casos incluyen actores con vestimenta alusiva y todo lo que puede engalanar la casa para recibir visitas.
Según los registros oficiales, la asistencia se disparó significativamente, pasando de alrededor de 14 mil visitantes en la versión 2022 a 20 mil en 2023 y a 35 mil en 2024, lo que, a simple vista, demuestra el crecimiento exponencial de la demanda.
Con estos resultados, paradójicamente, lo que podría calificarse como un éxito, ahora es un problema. Pongamos un ejemplo: la cola en el Centro Patiño alcanzaba la noche del viernes más de tres cuadras, con gente joven, parejas y padres con sus niños que esperaban pacientemente turno en la acera. Periodistas de este medio fueron testigos de gente que estuvo así esperando al menos dos horas (de 20:00 a 22:00). Sin embargo, a esa hora, alguien de la organización salió a decir que las puertas se cerraban, que ya no se repartirían más fichas, que les avisaban para que no hicieran cola en vano (como si no la hubieran hecho ya). Al menos unas 500 personas se fueron despotricando por toda la decepción del caso mientras buscaban formas de explicar a los niños que, al menos por esa noche, no habría visita. Aparentemente no fue el único caso. Las colas estaban en todos los centros.
Bueno, ya está hecho. Y aunque nadie pidió disculpas, habrá que pensar cómo organizarlo mejor para la próxima versión. Alguien de la Alcaldía habló de poner más buses. Otra voz sugirió extender las horas de visita (desde más temprano hasta más tarde); organizar más grupos de visitas; prolongar el evento a dos noches… en fin, por ahora son sólo ideas sueltas que pueden ir analizándose y ver la posibilidad de su aplicación.
Lo que no deberá ocurrir es que nos quedemos sin hacer nada. Quedó demostrado que se encendió la sed de cultura en la población. Sería lamentable desperdiciar una situación como ésta y dejar que, como ocurrió el viernes pasado, la actividad se quede para muchos sólo como una corta noche de museos.