Primarias en la mira
El proceso de elecciones primarias presidenciales es un fenómeno relativamente nuevo en la cultura democrática boliviana y que en los últimos días vuelve a aparecer en escena en la agenda electoral con visiones distintas, pues, mientras para unos es un requisito ineludible en el crecimiento democrático boliviano para otros es un estorbo que traba las justas judiciales pendientes y las elecciones generales previstas para agosto de 2025. Y no faltarán quienes defiendan su realización justamente para esto.
Las primarias se aplicaron por primera y única vez en Bolivia en los comicios de 2019, aunque tampoco sirvieron de mucho, pues esas elecciones fueron anuladas y prácticamente las nueve siglas en carrera (incluyendo la del oficialismo) presentaron sólo a un candidato. Además, el grado de abstención de los militantes fue de más del 90 por ciento en casi todos los casos, lo que devela el alto grado de informalidad en la primera experiencia, en un país cuya cultura política está altamente marcada por el caudillismo. Y, para rematar, demandaron al Estado 29 millones de bolivianos. Para los críticos, sólo sirvió para legitimar la nueva candidatura de Evo Morales. Las circunstancias y la emergencia de las nuevas elecciones en 2020 obligaron a prescindir de esta modalidad.
Hoy, el Tribunal Supremo Electoral (TSE) pone nuevamente en mesa de debate la pertinencia de aplicarse las primarias, cuando queda poco menos que un año y medio para realizarse tres elecciones de alcance nacional, y cuando las otras dos se presentan como más urgentes: las judiciales (empantanadas desde 2022) y las presidenciales (recomendadas por el TSE para agosto de 2025 considerando que en octubre tendría lugar la segunda vuelta. Incluso algunos legisladores se han pronunciado abiertamente con la propuesta de suspender esta etapa electoral por esta ocasión.
De todo ello se desprende la urgencia del TSE de convocar a una cumbre política (acordada finalmente para el 3 de julio) y decidir la agenda electoral inmediata. Los legisladores deberán desprenderse de sus intereses partidarios y asumir la mejor solución que reúna consenso político, coherencia legal y posibilidad técnica de aplicación.
Si por esta vez es inevitable postergar las primarias, habrá que hacerlo, y no es que se mire esta instancia democrática con menosprecio, sino que la situación exige poner en la balanza lo importante frente a lo urgente.
Del otro lado, si técnicamente es posible aún acudir a las primarias (aunque parece lo menos probable), las soluciones deberán estar técnica y legalmente respaldadas.
Por ello, hacemos votos porque la cumbre política encuentre a todas las partes con el espíritu abierto y una mente racional. Postergar lo que haya que postergar.