Soñar no cuesta nada
el Presidente del Estado ha propuesto la realización de un referéndum para definir tres asuntos: la distribución de escaños parlamentarios, la reelección del Presidente, y, la subvención de los carburantes, claro está que si él tuviera la capacidad de dar respuesta a estos temas no hubiera realizado tal planteamiento, esto debería hacerle pensar al ciudadano que mucho mejor sería que el pueblo resuelva no sólo estos temas, sino absolutamente todos los asuntos que corresponden a la sociedad, que sea el pueblo el que directamente se autogobierne sin necesidad de “líderes” ni representantes.
El Estado es una criatura coercitiva nacida simplemente para precautelar los intereses de unos cuantos en detrimento de la población. Se le ha hecho creer al ciudadano que el Estado se asemeja al oxígeno sin el cual es imposible vivir, olvidando que antes de la existencia de este ente durante miles de años el hombre vivió sin la existencia del Estado. El Estado es el causante de la actual crisis económica, ¡no es el pueblo!
Vayamos a los tres rubros que el Presidente del Estado no puede resolver.
Primero, la distribución de escaños. ¿Con mayor número de diputados por departamento, este quedará maravillosamente beneficiado? Súper exagerando, para que todo quede claro, si a Santa Cruz se le otorgarían 400 diputados, a La Paz 350, a Cochabamba 300 y así sucesivamente, ¿los nueve departamentos de Bolivia se convertirían en paraísos? La prosperidad de un departamento no depende de la cantidad de diputados ¿acaso la actual Asamblea Legislativa no es el mejor ejemplo? allá abunda una insolente montonera de parásitos y sus regiones permanecen en el atraso y pobreza.
“En el mejor de los casos”, lo que habría que hacer es que todos los departamentos tengan igual cantidad de diputados, cinco titulares y cinco suplentes cada uno, que es más que suficiente y así nos libramos de la inútil como odiosa repartición de escaños, claro está que lo mejor sería suprimir la Asamblea Legislativa y en su reemplazo instituir las Asambleas Departamentales del Pueblo con funciones deliberativas y ejecutivas funcionando en sesiones públicas ordinarias y extraordinarias con participación directa del pueblo, más allá de las famosas autonomías y del federalismo, asunto éste que no es posible desarrollar detalladamente por razones de espacio.
Segundo, la reelección del Presidente. No puede existir mejor presidente que el pueblo mismo, el actual Presidente lo ha demostrado, ya está recontrarefrendado que el “presidente unipersonal” es un rotundo fracaso, sea de izquierda, de derecha, fascista, socialista o lo que fuere. Nada mejor que sea un consejo “rotativo” de ciudadanos, controlado por asambleas también rotativas del pueblo, organismo que “proponga” políticas de buen gobierno, en los rubros de la economía, de la salud, de la educación, etc. para su ratificación en las asambleas del pueblo, con el asesoramiento y consejo de los ancianos de mayor sabiduría y técnicos de alto nivel, ente en el que no estaría permitido la existencia de líderes o jefes, y de constatarse, a pesar de todo, acto de corrupción, imponerse la pena de muerte a través de la justicia reunida en asamblea del pueblo asesorado por en entendidos en derecho, detalle sobe la justicia que no es posible exponer en un solo artículo.
De esta manera sale sobrando la reyerta sobre la elección y/o reelección del individuo ambicioso que apetece ser presidente del país. Este cargo no existiría.
Tercero, la subvención de carburantes. Como quiera que vivimos dentro de una economía capitalista atrasada y mientras llegue la gobernabilidad directa del pueblo, de manera práctica debería establecerse una escala de precios. Para los vehículos de alta gama y para las empresas y cooperativas mineras u otras compañías transnacionales explotadoras de recursos naturales debería suprimirse la subvención a la gasolina y establecer el precio de 9 bolivianos por litro. Para los vehículos de precios medios, por decir de 26 mil a 40 mil debería incrementarse el precio actual de gasolina en un 70 por ciento, y para los coches de un precio de hasta 25 mil dólares debería mantenerse la subvención.
En cuanto al precio del diésel, debería disponerse la libre importación.
Si la escala planteada es efectuada “a simple ojo de buen cubero”, resulta insólito que el Ejecutivo no pueda establecer algún otro procedimiento sencillo sin necesidad de buscar un referéndum, lo contrario demostraría que este asunto no es más que un motivo distraccionista en relación a la crisis económica.
Por lo demás, picapleitear sobre la constitucionalidad o inconstitucionalidad del tal referéndum es cosa de tontos al estar la justicia secuestrada. Ya se sabe de antemano el resultado inicuo, infame.
Aquí desperté y terminó mi sueño. Soñar no cuesta nada.
Columnas de GONZALO PEÑARANDA TAIDA