“¿Nos ponemos la soga al cuello y nos colgamos solitos?”
El mensaje presidencial del 6 de agosto de 2024 tuvo derivaciones inesperadas a partir de la convocatoria al empresariado boliviano a un “Diálogo Nacional por la Economía y la Producción” para hablar el 14 de agosto sobre el “tipo de cambio, exportaciones e importaciones”, un eufemismo para tocar la escasez de dólares y la subida de su precio en el país. Lamentablemente, convocó también al denominado “Gabinete Social” para abordar lo mismo, un día antes que los empresarios, lo que cambió todo para mal.
Juan Carlos Huarachi, secretario ejecutivo de la otrora gloriosa Central Obrera Boliviana (COB), fiel a su estilo de provocar zozobra cada vez que habla, la tarde previa al encuentro del empresariado con el Gobierno, salió abanderando a las “organizaciones sociales” para pedir nada más y nada menos que el control de divisas, generando una enorme preocupación (“Gabinete Social pide control de las divisas de las exportaciones para garantizar la circulación del dólar”, El Deber, 13.08.2024). Las reacciones no se hicieron esperar.
El Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE), a través de su presidente Alan Camhi Rozenman, salió al frente lamentando que semejante pedido se diera justo antes del Diálogo Nacional: “Como entidad técnica de promoción del comercio exterior, a la luz de la álgida situación en la que se encuentra la economía en general y las exportaciones e importaciones, en particular, no podemos, sino, manifestar nuestra profunda preocupación, ante el desatinado pedido del Gabinete Social ya que los resultados que acarrea el control del comercio exterior serán funestos para la ciudadanía”.
Como posibles consecuencias, advirtió que el dólar se dispararía en el mercado negro, la inflación subiría, habría escasez de productos, caería la inversión, el crecimiento y el empleo, y aumentaría la desconfianza en la moneda nacional, en línea con la Confederación de Empresarios Privados de Bolivia (CEPB) y la Cámara de Industria, Comercio, Servicios y Turismo de Santa Cruz (Cainco) que rechazaron la posible medida.
Con tan penoso antecedente inició el Diálogo Nacional por la Economía y la Producción, a la que más de 30 entidades privadas asistieron esperanzadas en soluciones a la realidad económica del país, particularmente de su sector externo. Lo que pasó ahí sólo lo saben los presentes, especialmente en cuanto a la propuesta gubernamental de crear un comité para el control y asignación de divisas, además de responsabilizar al empresariado de la situación, provocando su desazón y la necesidad de un cuarto intermedio hasta el 16 de agosto.
Y, aunque el ministro de Economía y Finanzas Públicas, Marcelo Montenegro, se esmeró en aclarar posteriormente, por cuanto medio de comunicación fue posible, que el Gobierno “no tiene planificado aplicar el control de divisas de exportación” y que “jamás se ha hablado de control de divisas”, ante las nefastas consecuencias que dicha medida —de implementarse— pudiera ocasionar contra el aparato productivo en general y el comercio exterior, en particular, se produjo una escalada de pronunciamientos, que derivaron en dos momentos culminantes.
Cainco decidió no asistir a la reunión del 16 de agosto, argumentando el haberse sentido oídos, pero no escuchados, además que el Gobierno presentó una interpretación de la situación económica alejada de la realidad que enfrentan las empresas, los trabajadores y la sociedad, sin soluciones estructurales. A ello siguió la “Declaratoria de emergencia del sector exportador” por la Cámara Nacional de Exportadores de Bolivia (Caneb) y el “Estado de extrema alerta y emergencia nacional” por la Cámara Nacional de Industrias (CNI), a cuyas voces se sumaron otras entidades empresariales.
Desarrollada la segunda sesión -con menor presencia de entidades privadas- a su conclusión fue emitido el documento “Acuerdos del Diálogo Nacional por la Economía y la Producción”, con 17 compromisos, recibiendo el beneficio de la duda, de unos, y la crítica de otros, por no encararse temas de fondo como el déficit fiscal y el funcionamiento del modelo económico gubernamental. En todo caso, si hay algo qué destacar de dicho encuentro es que, por el bien de Bolivia, se habría garantizado que “no habrá control de divisas”.
Enhorabuena que sea así, a la luz de lo declarado por el viceministro de Coordinación y Gestión Gubernamental, Gustavo Torrico, en conferencia de prensa en La Paz, el mismo 16 de agosto de 2024:
“El Gabinete Social no impone, el Gabinete Social propone; el Gabinete Social ha hecho una propuesta, ésa, no es aceptada por el Gobierno, control de las divisas es un suicidio colectivo, no se lo puede hacer; tienen razón los empresarios, se lo digo muy de frente, el control de las divisas lo único que podría acarrear es una profundización, más bien, de la falta de las mismas (…) ¿Qué hacemos? ¿Nos ponemos la soga al cuello y nos colgamos solitos? No, no es así, eso no está en los planes gubernamentales, bajo ningún punto de vista, el control de la divisa”
Columnas de GARY ANTONIO RODRÍGUEZ