La justicia, un mono y dos gatos
El ciudadano está cansado de escuchar sandeces acerca de la desagradable y sucia administración de justicia y de las descaradas tramoyas que se arman en vistas de la absurda elección de magistrados. El ciudadano, fuera de abominar el tecnicismo jurídico, cree erróneamente que el desastre judicial solo es de interés de los litigantes cuando en realidad nadie está libre de caer en las garras de la “justicia”.
El culto procesalista Sentís Melendo muestra que el derecho es sencillo si se sabe enfocarlo adecuadamente y que es tan asequible a cualquier persona que puede expresarse hasta con manifestaciones literarias, y nos privilegia con el siguiente ejemplo expresivo referido a la administración de justicia:
Dos gatos de Angola habían robado un queso, habiendo llegado el momento de distribuirse el producto no tuvieron más remedio que acudir a un mono “muy competente” que conocía todo lo jurídico, quien les dijo: “Recurrís a mi experiencia y el favor he de pagaros, demostrándoles que soy un mono de conciencia”.
El mono les parte el queso, pero como no acierta en la división equitativa y uno de los trozos pesa más que el otro en su balanza, da un mordisco en la porción que resultó mayor, y al verla a esta también disminuida, da un nuevo mordisco en el otro pedazo, y así siguió mordiendo uno y otro retazo, hasta que uno de los gatos al ver que iba desapareciendo el cuerpo del delito, le dice:
“Magistrado mono, no aguanto más, dame de una vez cualquier parte, ya sea la mayor o la menor pues según lo que voy viendo, haciendo que hacer justicia, estás haciendo lo que a ti te conviene”.
Pero el mono no se inmuta.
El juez mono habla de este modo a los pobres litigantes: “Hijos, la justicia es antes que nosotros y que todo”.
Y otra vez vuelve a pesar, y otra vez vuelve a morder; los gatos a padecer y la balanza a oscilar.
Y el mono muy satisfecho de su honrada profesión, muestra su disposición para ejercer el derecho.
Y cuando del queso aquél quedan tan pocos pedazos que apenas mueven los brazos de la balanza; el mono se guarda el queso en sus bolsillos y a los gatos les responde:
“esto a mí me corresponde por los gastos del proceso”.
En esta “humilde literatura” —como la califica el notable tratadista— está reflejado el contenido del sistema judicial y sus vericuetos y para entenderlo no se necesita tener grandes estudios jurídicos, solo saber que el mono y los gatos son igual de pillos. ¡Y pensar que al ciudadano se le obliga a votar por los monos!... a ese extremo hemos llegado.
El autor es jurista
Columnas de GONZALO PEÑARANDA TAIDA