Médicos con Covid-19 en zonas de conflicto viven ocultos y con miedo
Lo peor ya pasó para Laura (nombre ficticio). La médica estuvo en terapia intensiva y ahora mejora. Ella cuenta a Los Tiempos lo que es ser una médica infectada en la región del trópico de Cochabamba, zona considerada de conflicto por su rechazo a las políticas del Gobierno central y a la enfermedad. Situación similar ocurre en El Alto, La Paz y pasó en el municipio de Eucaliptus en Oruro.
La médica enfermó de Covid-19 mientras se encontraba en el trópico; no puede decir con certeza si fue en sus compras, en el pueblo o su trabajo, pues desconoce la fuente de contacto. Cuenta que la población de esta región fue escéptica con la enfermedad y no cumplió con la seguridad.
“Al inicio, la gente no respetaba la cuarentena ni el distanciamiento. Los médicos íbamos a dar charlas a mercados y bancos, pero la gente se reía. Yo era la única loca con barbijo en las calles”, comenta.
En el centro de salud tenían sus trajes y barbijos cada uno. Además contaban con una ambulancia para trasladar personas con coronavirus y otra para otros enfermos. Todo resultó insuficiente.
Los pacientes con coronavirus se multiplicaron con rapidez en el trópico. Laura cuenta la rabia e impotencia que sentía al ver que un día llegaba una persona con síntomas y al siguiente fallecía.
“Un día llegó una persona al triaje, pero directamente se desmayó en la puerta y la llevamos a la ambulancia. Ese día mandamos dos al hospital Solomon Klein de Sacaba y al día siguiente nos dijeron que fallecieron”, recuerda Laura.
El trópico carece de unidades de terapia intensiva, por lo que los pacientes graves son trasladados a los centros centinelas de Sacaba y el Hospital del Sur en Cercado. Muchos no resisten el viaje de cinco horas.
“Yo me puse a llorar y también mis superiores, era una tristeza. Otro día murió una vecina del hospital y toda la gente se aglomeraba como si fuera un accidente. Se les explica, pero no entienden”, dice.
A esto se suma que el personal de salud comenzó a mermar. Trataron cada caso con hermetismo por temor a la reacción de la población, pero sabían que cuando alguien faltaba era por estar infectado. Todo era en secreto, “escuchábamos a la gente que quería saber dónde vivían los enfermos para que se vayan, y por eso teníamos cuidado”.
Un día, Laura comenzó a sentir los síntomas. Se hizo los análisis y salieron negativos, pero positivo para una infección. Pensó que sólo era eso.
“Desperté y casi no podía respirar. No podía entrar a la ducha sin agitarme. Repetí los análisis y salió positivo. Me trasladaron a mi seguro y luego a terapia intensiva de una clínica privada”, cuenta.
Luego de recibir el plasma, la salud de Laura comenzó a mejorar y ahora espera los resultados negativos de su prueba de control. Prefiere no dar su nombre, pues teme represalias en el municipio donde trabaja.
La historia de Laura es una de las más de 129 historias de trabajadores en salud de esta región que enfermaron, pero también sufren el hostigamiento de los pobladores. Situación similar ocurrió en El Alto, donde la gente apedreó un bus que trasladaba personal de salud. En Punata, los agredieron esta semana y, en Oruro, los expulsaron de Eucaliptus.
Una enfermera de El Alto contó a medios de esa ciudad que debió dejar la zona donde vivía luego de que los vecinos se enteraron que tenía coronavirus. En esa misma ciudad, a inicios de mayo, pobladores del distrito 14 apedrearon vehículos que transportaban personal de salud.
En Cochabamba hay 336 miembros del personal de salud y administrativo de hospitales con Covid-19.
336 personas de salud con virus. La cifra es del departamento. Entre ellas están médicos, enfermeras, personal de limpieza, farmacia, choferes y otros.
TOMAN CONCIENCIA A SU PROPIO MODO
Los médicos que hablaron con Los Tiempos coincidieron que los pobladores del trópico comenzaron a tomar conciencia cuando los casos alcanzaron extremos que sorprendieron a todos.
Los concejos municipales de los municipios de la región emitieron resoluciones para el equipamiento de sus centros de salud. La zona está comprendida por: Villa Tunari, Shinahota, Chimoré, Puerto Villarroel y Entre Ríos.
TRABAJAR INFECTADO PARA LLEGAR A LAS COMUNIDADES MÁS ALEJADAS DEL TRÓPICO
REDACCIÓN CENTRAL
Una parte de los pobladores del trópico de Cochabamba no está en la zona urbana de los municipios. Muchos viven a más de 15, 20 y hasta 30 kilómetros en comunidades. Ricardo (nombre ficticio) está consciente de que es el único médico para un grupo de unas 200 familias que no pueden llegar a los centros de salud y requieren atención médica.
Ricardo desconoce cómo contrajo el virus. “No puedo decir que fue trabajando, pero tampoco puedo rechazar esa posibilidad por completo”, cuenta.
Es el único médico de esta comunidad, de la cual prefirió no decir el nombre para evitar represalias. Esto llevó a que trabaje hasta el día que recibió la confirmación de tener coronavirus.
“La gente ahí tiene dengue y algunos de los niños están con bichos. Estaba tratando a todos ellos hasta que empecé a sentirme agitado. Les dejé los medicamentos necesarios y coordinamos por teléfono cuando algunos alcanzan señal”, cuenta Ricardo.
Ya lleva tres semanas y tuvo la fortuna de que la enfermedad no se le complicó. Espera los resultados negativos de la prueba de control para volver con la gente que lo necesita.
“A veces claro que quisiera ir a curarme a la ciudad, pero la vocación puede más”, indica.
Tanto Laura como Ricardo esperan que sus historias sirvan para concientizar sobre la enfermedad y para generar empatía con el trabajo del médico.