La familia y el deporte
Sin lugar a dudas, la familia ocupa un rol fundamental en el desarrollo deportivo de una nación, aspecto que no suele tomarse en cuenta cuando se contemplan las bases de un sistema deportivo. La familia se constituye en el primer espacio donde una niña o niño reciben la influencia y fomento para la práctica deportiva, para lo cual sus integrantes deben organizarse para acompañar a los entrenamientos, adquirir el material y equipamiento deportivo, atender sus lesiones, consolar en la derrota y ser un apoyo fundamental para tolerar la frustración. Todos estos aspectos, en el de cursar del tiempo, forjan el carácter del deportista así como la templanza de su personalidad acompañado de un adecuado desarrollo físico, social, cognitivo, emocional, así como una salud integral.
Es claro que los grandes beneficios de la práctica deportiva así como su fomento desde la familia deben ser asumidos a través de políticas públicas por parte de los diferentes niveles del Estado, para lo cual sugerimos los siguientes principios:
Difundir la importancia de la práctica deportiva en sus diferentes niveles: recreativo, formativo, competitivo y de alto rendimiento.
Promover la práctica deportiva en familia dando uso a los espacios públicos como parques, plazuelas, campos deportivos, etc.
La participación de todos los componentes de la familia genera espacios de diversión y fortalece lazos afectivos.
Incentivar que los miembros de la familia acompañen a los hijos e hijas a sus entrenamientos y/o competencias. De esta manera, se transmite un sentimiento de apoyo y sus actividades ocupan un lugar importante en la familia.
Practicar el reconocimiento de sus logros e inculcar la virtud del triunfo y la derrota, así como la importancia del sentido de equipo, aunque el deporte sea individual.
No criticar de mala manera sus errores, más bien animarlos a que con la disciplina y el entrenamiento se puede mejorar y alcanzar el éxito.
Concientizar sobre el manejo de la competitividad como relación de rivales no de enemigos.