“Blackbird” llena de lágrimas la apertura del 67 Festival de Cine de San Sebastián
Nada más diferente de “Nothing Hill”, la obra más recordada del director Roger Michell, que esta “Blackbird” con la que ayer se estrenó la Sección Oficial del 67 Festival de Cine de San Sebastián, un tremendo drama familiar que ha llenado de lágrimas el patio de butacas del Kursaal.
“Blackbird” es una “remake” de “Silent Heart”, que ya se pudo ver en el Zinemaldia en 2014, dirigida por Billy August, que ni Michell ni sus espectaculares actores -Susan Sarandon, Kate Winslet, Sam Neill, Mia Wasikowska, Rainn Wilson y Lindsay Duncan, entre ellos-, han querido ver todavía.
“Queríamos hacer la película de Roger y personalmente -apunta el “jurásico” Sam Neill en una rueda de prensa- no quería ver a otro actor interpretando mi papel antes de hacerlo yo; que no me influyera ni replicarlo. Todavía no tengo la valentía de verlo por si es mejor que yo”, ha dicho medio en serio, medio en broma.
La película no es que toque la cuestión de la eutanasia, ha apuntado Michell, sino que “la coge con las dos manos”; “Blackbird”, un título enigmático que esconde “la decisión” (así se traducirá en su versión en castellano), habla de la última voluntad que, aún lúcida y capaz, toma una enferma de ELA sobre su propia vida: el momento de su muerte.
“Hay países donde es legal, también en EEUU”, ha dicho el director advirtiendo de que no pensaba pronunciarse sobre el asunto: “Yo concibo la eutanasia como ‘la buena muerte’, que es su traducción literal del griego”.