Vaca: Agradezco a mi mano que me enseñó a detenerme
La vida del guitarrista Piraí Vaca estará marcada por el 2018, un año muy intenso en su intimidad y su carrera artística. Muchas emociones concentradas en un solo año, algo que suele suceder cuando la dirección de nuestras vidas toma nuevos rumbos y retoma impulsos.
Este reconocido artista boliviano que fue elegido como el más representantivo de Santa Cruz, según una encuesta de BoA, llevará el próximo mes la música boliviana a uno de los mayores escenarios del mundo, el Kennedy Center, de Washington, en EEUU. Hace poco hizo una gira por Bolivia y Europa, y en enero próximo se estrenará como papá de Amir Altazor, el hijo que tendrá con Jacqueline Labardenz. El guitarrista cruceño nos cuenta de esto y mucho más, como del problema que tuvo en su mano derecha que lo obligó a reinventarse.
- Te vas en diciembre en una gira por Washington, New York y New Jersey...
El Kennedy Center for Performing Arts es una de las instituciones más importantes de EEUU. En 1996 el Kennedy Center me nombró “Fellowship of the Americas”, resultado de un concurso entre 30 países, otorgándome además un premio de 25.000 dólares que me lo entregó James D. Wolfenson, el presidente del Banco Mundial. En aquella oportunidad, toqué para la premiación, regresando al Millenium Stage del Kennedy Center en 2006. Ahora 10 años después regreso a uno de los escenarios más importantes de USA en el Kennedy Center el 9 de diciembre, para un concierto para la Fundación Arco Iris América, además de dos conciertos en New York y New Jersey.
- ¿Cómo te recuperas de tu mano? ¿Qué te pasó?
- Estoy en un momento muy particular de mi vida. En la última gira por Europa este septiembre, tenía a veces la impresión de ser una persona distinta cada cuatro o cinco días. Cada cierto tiempo tomando conciencia de algo distinto que me abría una perspectiva nueva y hermosa en esta vida que me ha tocado. Cada cierto tiempo comprendo mejor que la dualidad de nuestra existencia exige su equilibrio y que, si no somos conscientes de ello, podemos correr el riesgo de pagar los excesos. Y ese colapso se manifestó en mí a principios de 2017, multiplicado por la muerte de mi madre, que sucedió poco después de que ese pico de estrés me afectara la movilidad de mi mano derecha.
Empecé a dar conciertos en 1990. Desde entonces yo hacía todo, buscar las salitas, ir periódico por periódico, telefonear a amigos para que vayan a mis conciertos, pegar mis afiches. Veinticinco años después, seguía haciendo lo mismo. Organizaba las giras nacionales e internacionales por nueve países de Europa y la India, como en 2015.
Estudiaba, daba clases en el extranjero y en Bolivia. Era demasiado para una sola persona y yo no fui capaz de darme cuenta.
- ¿Qué tuviste que hacer para ponerte bien?
Entonces sobrevino el colapso. Justo después de grabar el DVD “El ángel de la lluvia”, que presentaré el 2019, mi mano derecha dejó de responder adecuadamente. Era la rebelión de la mano contra lo que había instituido.
Mi cuerpo no discernía entre ser músico y productor. La mano no quiso tocar más, rebelándose contra esa vida en la que viajaba demasiado y organizaba, dejando poco o ningún tiempo para la creación artística y el descanso.
Han pasado 18 meses desde entonces, desde que colapsé. La dolencia no me impedía tocar, pero no podía usar uno de mis dedos de la mano derecha. Difícil.
En todo este tiempo reacomodé mi técnica para tocar con un dedo menos y cumplí con mis compromisos en Europa y Asia en 2017.
- ¡Qué terrible! Tuvo que ser muy desesperante…
Muchos meses de frustración, desesperación, negación, angustia y nervios de punta en mi vida diaria.
El diagnóstico médico: nada muscular, nada neurológico. Todo normal. Pero en la realidad, el pulgar y el índice no respondían en los movimientos entrenados durante 26 años.
Ahora, después de otros varios meses, me llega la aceptación y el trabajo de reeducar mi mano derecha, para que actúe como siempre lo hizo. También me llega un profundo agradecimiento con esta dolencia, porque me ha cambiado la vida. Porque me ha hecho ver lo que marca un inicio luminoso, productivo y disfrutable para mí.
Porque soy consciente que algo así se cura sólo cambiando profundamente de perspectiva y de manera de vivir. Agradezco a mi mano que me enseñara a detenerme y comprender la vida, así como a comprender mejor mi rol de músico, y darme cuenta que hacer llegar la música a los corazones es el mensaje que me corresponde dar, y en el cual me tengo que concentrar.
- Cómo te fue en tu gira de conciertos por Alemania, Francia y Luxemburgo
- Estuve tocando en Alemania, Francia y Luxemburgo en septiembre. Salas llenas y público muy emocionado.
Este momento de renacer para mí –marcado también por la presencia de un hijo que nacerá en enero– es un momento crucial para mí. Siento que los vientos en mi vida soplan muy fuertes y que debo aprovechar esa corriente que me regala la vida. Ese público emocionado me dejó pensativo y esta paradoja la resolvió el manager, cuando me dijo: “Algo ha cambiado en vos. La gente está reaccionando más que antes a tus notas, lo veo en sus ojos, ahora llegas más todavía a sus corazones”.
Mi capacidad técnica no está todavía al 100 por ciento y esa paradoja de estar ahora más que nunca cumpliendo mi rol de músico a pesar de eso, me hace reflexionar sobre lo que he avanzado. Algo que también me costaba mucho reconocer. Está bien ser exigente con vos mismo, pero también hay que tener la capacidad para darse cuenta que has recorrido un trecho, y que mereces, también, descanso.
Gracias a la dolencia comienzo a ver la vida como la dualidad que es, y que representa su equilibrio: el día y la noche, el trabajo y el descanso, lo brillante y lo opaco, el arriba y el abajo... Gracia a ella comienzo a disfrutar del camino de nuevo, a ver los paisajes y sonreír. Pero sobre todo, a planificar mejor mi trabajo y a concentrarme en montones de proyectos artísticos que dejé rezagados, que estoy seguro enriquecerán mucho la vida de la gente y la mía. Lo mejor está recién por venir.
TEXTUAL
Agradezco a mi mano que me enseñara a detenerme y comprender la vida, así como a comprender mejor mi rol de músico, y darme cuenta que hacer llegar la música a los corazones es el mensaje que me corresponde dar, y en el cual me tengo que concentrar.
Piraí Vaca
Guitarrista