“Rolling thunder revue: a Bob Dylan story”, un documental con mucha ficción
Marcos Loayza
Cineasta
En los años 70 los efectos de la revolución de la década pasada empezaron a repercutir en los estudios de cine, una película de bajo presupuesto recaudó millones de dólares, apalancada por la banda sonora: “Busco mi destino” (Dennis Hopper, 1969), un documental de rock logró importantes ventas “Woodstock” (Michell Wadleigh, 1972) y las bandas empezaron a tener sus propias películas, por ejemplo los Beatles: “A hard days night” (Richard Lester, 1964) “El submarino amarillo” (George Dunning, 1965) “Let it be” (Michael Lindsay-Hogg, 1970), los espectáculos de rock de del teatro pasaron al cine “Jesucristo superestrella” (Norman Jewinson, 1973), “Tommy” (Ken Rusell, 1975); Los documentales sobre de rock, se convirtieron en un género atractivo.
En 1978 la banda canadiense “The Band”, que fue la banda que apoyó a Bob Dylan en más de una gira, decidió separarse y organizó un concierto del adiós; para ello invitaron a tocar a una lista impresionante de amigos: Eric Clapton, Dr Jonh, Joni Mitchell, Van Morrison, Ringo Star, Muddy Waters, Neil Diamond, Paul Butterflield y Bob Dylan, para documentar el evento Robbie Robertson, guitarra y voz de grupo, llamó a su amigo y socio Martin Scorsese, que por entonces estaba cosechando éxitos con su película “Taxi Driver”(1976), para que hiciera el documental.
Todo estaba listo menos un pequeño detalle: todos autorizaron participar, menos Bob Dylan que se negó a aparecer en la película. Los productores pensaban que la cinta perdería potencial en taquilla por eso y mandaron a presionar al sello e investigar las razones. Bob Dylan unos meses antes había registrado mas de 100 horas de su última gira y estaba preparando un documental ideado, actuado, dirigido y editado por él mismo, y tenía miedo que su participación en la película “The Band” podría quitarle audiencia a su obra cinematográfica.
Las negociaciones no llegaron a ningún lugar y Martin arrancó sin la autorización de Dylan, pero apenas horas antes, el sello Capitol Records consiguió el visto bueno de Dylan, los cineastas técnicamente no estaban preparados para eso y camarógrafos y sonidistas hicieron lo que pudieron, todos recuerdan la fuerte animadversión de Martin con el “profeta del Rock”.
Al cabo de unos meses se estrenaron “Renaldo y Clara” de Bob Dylan (1978) con una duración de 4 horas y 52 minutos, y la película de Martin Scorsese “The Last Walz”(1978). La crítica, los fans, el público y la taquilla coincidieron consagrando al documental de “The Band” como uno de los mejores documentales musicales de la historia del cine y condenando unánimemente, y a grandes voces, la incursión de Bob Dylan en el séptimo arte. Años después Bob hizo una nueva edición quitando más de la mitad del metraje, para su lanzamiento en DVD, pero las críticas no menguaron.
Si bien en 2005 se volvieron a ver, cuando Martin hizo un largo documental “No direction Home”, sobre los inicios de la carrera de Bob; es después de 40 años que se vuelven a juntar para crear “Rolling Thunder Revue: A Bob Dylan Story”.
Un documental sobre la gira y con el material de aquella película de Dylan, donde a manera de exorcismo Dylan, como bien dice el título, hace su historia de todo aquello, donde es más importante el mito que la verdad, la máscara que la mirada franca, donde no hace falta lo real ni la verdad, donde el documental es ficción, y la ficción se presenta como documental. Los fanáticos y acuciosos saben que la obra está plagada de mentiras y falsedades, o como bien decimos acá, “llena de mamadas”, donde se trata de demostrar que todo sí fue un verdadero fracaso, pero que valió la pena, de lo cerca que se estaba de la poesía y el teatro. Pero todo esto sería algo sin valor si no estuviera conducido de la mano de dos maestros, como dice Joan Baez en la película: “cuando lo ves cantar a Bob se le perdona todo”. Y Martin a través de las fabulas del músico nos retrata los Estado Unidos de esos años.
De la droga y los excesos solo hay unas sutiles referencias y un fragmento de la canción de Joni Mitchell “prisionera de las líneas blancas de la autopista”.
La obra es también una fuerte reflexión sobre el rock, de lo que fue y puede ser. Neil Young cantaba: “es mejor quemarse que morir lentamente, el rock no morirá jamás” y Bob Dylan cantaba “Quien no está ocupado naciendo, está ocupado muriendo”.
No hay manera de resumir este documental lúdico, pero si hay algo muy poderoso en toda la obra, que invita a volver a verlo.