Cuba pierde a su artista más famosa, Rosita Fornés
A la vedette más famosa de Cuba y siete veces "Primera Vedette de América", Rosita Fornés, fallecida hoy en Miami a los 97 años, se le recordará en la isla por su talento, glamour y belleza, unas dotes que la convirtieron en una de las últimas grandes divas del país caribeño.
"La Fornés" saltó a escena al ganar, aún adolescente, un certamen dedicado a buscar talentos y que ella aprovechó como plataforma para iniciar una trayectoria dedicada a demostrar su capacidad de ser la más versátil de las artistas.
Y lo logró: su trabajo profesional abarcó los más variados géneros, desde la opereta y la zarzuela hasta el teatro moderno, pasando por la comedia ligera, la revista musical, el cabaré, el drama clásico, la radio, la televisión y el cine con el que cruzó la frontera y se hizo muy conocida en México, donde vivió varios años.
"LOGRÉ EL AMOR DEL PÚBLICO"
Ella solía mencionar entre sus deseos de cara a la posteridad que le gustaría dejar en el público el recuerdo de "una artista que se entregó de corazón, como deben entregarse todos los que amen una profesión".
De hecho, se mostraba satisfecha de que "la ambición más grande" que tuvo al comenzar su carrera fuera que el público la quisiera.
"Y eso lo he logrado", apuntaba orgullosa.
Nacida el 11 de febrero de 1923 en Nueva York, Rosalía Palet Bonavia, quien adoptó el nombre artístico de Rosita Fornés, vino a vivir con sus padres españoles a Cuba, donde se naturalizó y residió hasta el final de su vida.
Con solo 15 años, en 1938, Fornés se presentó al programa concurso "La Corte Suprema del Arte", donde obtuvo el primer lugar, y esa distinción le abrió las puertas unos meses después para su debut en el "Teatro La Comedia" con la zarzuela "El asombro de Damasco", bajo la dirección de Antonio Palacio.
Ese fue el trampolín para que la joven tuviera su primera oportunidad cinematográfica en el largometraje "Una Aventura Peligrosa" (1939), dirigido por Ramón Peón, uno de los pioneros realizadores del cine cubano.