Jimi Hendrix 50 años sin el genio “cubista” de la guitarra rockera
Un estilo inconfundiblemente negro y a la vez tan personal que era imposible no sentirse persuadido por su extravagante aspecto o su desmedida energía, a veces tierna, otras descarnadamente sexual. Así era Jimi Hendrix, según una letanía viva 50 años después de su muerte, el mejor guitarrista de la historia.
Esa idea, refrendada por la revista Rolling Stone en una emblemática portada de 1992, se reafirma estos días gracias a obras publicadas con motivo del redondo aniversario de su fallecimiento, como “Vida y muerte de Jimi Hendrix” (Alianza), de Mick Wall, o “Stone Free. Los nueve meses que cambiaron la historia del rock” (Libros Cúpula), de Jas Obrecht.
Su velocidad para ejecutar solos, su indescifrable técnica, su capacidad para combinar distintos efectos como distorsiones o el uso del pedal wah-wah y sus acrobáticas y pirotécnicas presentaciones, perfiló a este artista, nacido en Seattle y fallecido a los 27 años en Londres, como un modelo a seguir por todos sus colegas.
Pero además de destacarse como la quintaesencia del guitarrista de rock, este músico también dejó su sello como autor con clásicos como “Little Wing”, “Purple Haze”, “Voodoo Chile” y “Crosstown Traffic”, entre otros.
Una revolución
Al frente del trío que completaban el bajista Noel Redding y el baterista Mitch Mitchell, con el nombre The Jimi Hendrix Experience, grabó tres revolucionarios discos -“ Are You Experienced”, “Axis: Bold as Love” y “Electric Ladyland”-, y encabezó tres shows icónicos: el del Festival en Monterrey, de 1967, que marcó su estruendosa aparición; el de la Isla de Wight, en 1968; y el emblemático Woodstock, de 1969, en donde inmortalizó una incendiaria versión de “The Star Spangled Banner”, el himno estadounidense.
Más allá de impactantes performances como la de quemar su guitarra a manera de un sacrificio, su asombrosa destreza, con acrobacias como tocar con los dientes o con la guitarra en la espalda no solo cautivó a miles de personas, sino también a estrellas como Paul McCartney y Bob Dylan; aunque también provocó celos en indiscutibles de la época como Eric Clapton y Pete Townshend, de The Who.
Para la eternidad
“En muchos aspectos, modificó el sonido del rock mucho más profundamente que los Beatles. Sin duda, ellos aportaron composición al género, pero Jimi cambió el sonido de la guitarra”, afirma por su parte Pete Townshend, miembro de The Who, en declaraciones recogidas en las primeras páginas de este segundo libro, que revisa las razones que llevaron a su protagonista al éxito y, más aún, a la posteridad.
A través de testimonios, documentos recuperados recientemente y el profundo conocimiento de su autor, “Stone Free” se centra en el período en el que un anónimo Hendrix viajó al Londres efervescente de la minifalda, los Stones y los “Fab Four” para regresar a EEUU como realidad chispeante.
Al ser consultado por Télam, Claudio Gabis, uno de los primeros héroes argentinos de la guitarral, definió a la música de Hendrix como “el cubismo del rock” y comparó su obra con la realizada en el plano de la pintura por Pablo Picasso.
El ex Manal puntualizó que la música popular hasta ese momento, aunque “muy buena”, era “como el cine en blanco y negro” y “en tres dimensiones”; y a partir de la aparición de Hendrix “todo se escuchaba en colores, ahora todo tenía cuatro dimensiones”.
“Hasta allí, los temas hablaban de amor juvenil, tenían armonías y melodías fáciles y la guitarra eléctrica era un elemento importante en el sonido y la imagen de los grupos, aunque su labor musical no superara al solo de una vuelta emulando la melodía principal, con un tono agradable o agresivo, según se considerara conveniente”, recordó.
Del mismo modo que para Gabis, el contacto iniciático con este artista también fue determinante para sus colegas Baltasar Comotto, reconocido por su labor con el Indio Solari, Andrés Calamaro y Luis Alberto Spinetta, entre otros; y Tito Fargo, ex Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota y actual Gran Martell.
“Para todos los guitarristas de mi generación, querer tener un Marshall y una Strato surgió a partir de incorporar esa locura que Jimi Hendrix nos dio. Un tipo de los pocos que ha podido hacer de su instrumento una prolongación de su cuerpo. Algo muy difícil de lograr. Un tipo hipercreativo en todos los aspectos. Para mí, el inventor de la guitarra de rock”, definió Fargo, a pedido de Télam.
Sonidos que pintan
Por su parte, Comotto graficó que se trata de un guitarrista “futurista, eléctrico, psicodélico y súper expresivo”, algo que ejemplificó al citar “Machine Gun”, la canción que afirma que le “partió la cabeza” al escucharla por primera vez “a los 11 o 12 años”.
“Ese solo colgando esa nota, ese acople de más de diez segundos era una cosa que no lo podía creer. Reflejaba con la música cosas que otros violeros por ahí no lo conseguían. En este caso, con el sonido de la guitarra pintaba un paisaje de guerra que se estaba viviendo en Vietnam en esa época. Eso es muy difícil”, puntualizó el músico de Los Fundamentalistas del Aire Acondicionado.
“Machine Gun” y el “Guernica”
Precisamente, a partir de esta misma percepción, Gabis se atrevió a comparar el trabajo realizado en “Machine Gun” con el famoso “Guernica”, de Picasso, inspirado en la Guerra Civil Española.
“Es uno de los más acabados equivalentes musicales del cuadro ‘Guernica’, una de las más desgarradoras evocaciones artísticas del horror bélico. He pasado horas contemplando en vivo, o virtualmente, el cuadro de Picasso, y lo mismo hice escuchando ‘Machine Gun’. Ambas son para mí obras indefectiblemente vinculadas que manifiestan el mismo sentimiento”, dijo Gabis al argumentar el carácter cubista de Hendrix.
Comotto opinó que “no se ha mejorado el sonido de la guitarra” después de este artista, en coincidencia con Fargo, quien admitió que “otros guitarristas aplicaron esas técnicas pero no lograron mover tanto” como en este caso.
Libertad y error
Mientras, Gabis intentó dar detalles sobre el particular estilo que define a Hendrix como único.
“Tardé meses en entender, poco a poco, su forma de tocar. Sus climas, sus intenciones y el sentido de sus solos me parecían música extraterrestre.
Hoy entiendo que el estilo de Hendrix se desarrolló a partir del error y la libertad de expresión. Consiguió, con mucha voluntad, estudio y osadía, convertir pifies e imperfección en belleza y exotismo, haciendo su forma de tocar inimitable. Me atrevo a decir que, en el jazz, Miles consiguió algo parecido, pero no me pidan que lo justifique”, cerró.
La mañana del 18 de septiembre de 1970 Jimi Hendrix fue hallado inconsciente, en un departamento que habitaba en la zona londinense de Notting Hill, a raíz de un accidente producido por el consumo de alcohol y barbitúricos. Tras los fallidos intentos de reanimación, el genial guitarrista pasó a ser miembro selecto del morboso “Club de los 27” pero, fundamentalmente, inauguró una leyenda imposible de igualar.
¿ Jimi Hendrix, una leyenda?
Criado en el seno de una familia muy modesta, Hendrix aprendió a tocar intentando emular o tocar por encima de los discos de R&B de su padre, como Bobby Womack o Curtis Mayfield, estilo del que mostró un gran conocimiento así como de todas las músicas negras, de B.B. King al “preblues” y góspel.
En los albores de su carrera, ejerció de músico de acompañamiento y, aunque adaptarse a la marcialidad de un conjunto musical no era lo suyo, tocó junto a leyendas como los Isley Brothers, Sam Cooke o Little Richard, quien le terminó despidiendo por no llegar a la hora al autobús de la gira, no sin antes haberle mostrado cómo conseguir la atención total del público durante una actuación.
Como él, Hendrix se convirtió en un animal de escenario, no solo por sus extravagantes vestuarios, sino también por su manera de tocar y retorcerse.
En sus actuaciones no solo era capaz de conseguir un volumen endiablado, sino de tocar las cuerdas con los dientes, por detrás de la espalda o entre las piernas.
Cuando saltó a la palestra, la guitarra eléctrica era algo relativamente nuevo. Contribuyó a arrancarle nuevos sonidos y poner en práctica técnicas inéditas, con resultados llenos de filigranas como las de
“Little Wings” o “Angel” o con su dominio del “bending” (tocar una cuerda y tirar de ella hacia arriba o abajo cuando comienza a emitir la nota para obtener un sonido más agudo).
“Pero lo más importante sobre su forma de tocar era el alma que le ponía. Era como si estuviese en contacto con el cosmos. Muchos guitarristas actuales tocan muy rápido para impresionarte, pero cuando intentas recordar lo que han tocado, no puedes. Con él, lo mejor era que siempre podías tararear sus solos en la cabeza, porque eran muy melódicos”, destacaba Randy Wolfe, alias Randy California, miembro en 1966 de su banda Jimmy James And The Blue Flames.
Como curiosidad, pese a ser zurdo tocaba siempre con guitarras para diestros a las que daba la vuelta, invirtiendo la cejilla y reordenando las cuerdas a la manera habitual, con las más finas en la parte inferior.
“Hay un montón de guitarras solistas ahí fuera, pero lo esencial que hay que aprender es el tempo, el ritmo”, solía decir este músico excepcional que mostró debilidad por la guitarra rítmica. En el mismo sentido, inseguro siempre de su voz, llegó a decir: “La gente no quiere que cantes bien; prefieren que cantes de cualquier manera y que tus canciones tengan ritmo”.