Infancia creativa, una etapa vital para el desarrollo
Danitza Claros
A propósito del mes del niño y la niña, la plataforma de Unicef Bolivia recuerda esta fecha importante refrescando la memoria histórica: el Gobierno boliviano, durante la presidencia de Víctor Paz Estenssoro, en 1955, mediante Decreto Supremo 04017 del 11 de abril de 1955, instituyó el 12 de abril como Día del Niño. Y en 2013, mediante la Ley 357 del 13 de abril, se abrogó dicho decreto y se instituyó el 12 de abril como Día de la Niña y del Niño en el Estado Plurinacional de Bolivia; cambio que surgió a iniciativa de la Red Parlamentaria por la Niñez y Adolescencia con el objetivo de visibilizar la situación de las niñas bolivianas, sus necesidades y cuidados específicos y todo aquello que ellas hoy por hoy demandan.
El arte: una puerta abierta para una infancia productiva
Pensando en la niñez, Doble Click conversó con dos profesionales que trabajan con esta joven generación desde distintas áreas artísticas.
Un enfoque desde la danza y la enseñanza, comparte María Claudia Canedo, directora académica del Estudio Ballet Art. Según la maestra, “la danza aumenta la fuerza y resistencia física en los niños. Les ayuda a mejorar la postura, la circulación y el balance, también ayuda a desarrollar una buena coordinación motora corporal”.
“Una práctica de baile regular se traduce a un par de clases por semana, ayuda al niño a tener buena salud cardiovascular y reforzar de esta manera el sistema inmunológico”, explica Canedo, quien también recomienda a los padres que lo ideal para inculcar la danza a sus hijos es empezar a temprana edad, entre los 3 y 4 años cumplidos.
“El ballet para niñas y niños tiene muchas ventajas. Para empezar, les ayuda a desarrollar un sentido de la voluntad y la disciplina, necesarios para aprender a bailar, pero también resulta muy útil para otros aspectos de la vida, presente y futura”, menciona y destaca que el ballet conlleva innumerables ventajas que fortalecen incluso el área cognitiva y psicomotora de los alumnos porque los motiva a desarrollar capacidades que los prepara para relacionarse con el entorno; en la escuela, con los amigos, con la familia y, más tarde, en el trabajo. Es decir que nutre la sensibilidad de los pequeños, mejora la autoestima y reduce síntomas de estrés o ansiedad.
Tiempos nuevos y reinvención
El arte no va a parar, mucho menos la danza, ni a raíz del confinamiento generado por la Covid-19. A pesar de las adversidades, la tecnología y la creatividad se unieron y están generando nuevas formas para conectar y enseñar que ayudan a mejorar la técnica individual y que sirven como un ejercicio terapéutico, e incluso de resistencia, asevera Canedo.
“Tuvimos que crear clases virtuales para no romper el lazo entre maestras y alumnas y poder así continuar practicando este bello arte virtualmente”, añade.
La música: una invitación para afinar los sentidos
Por su parte, Marlene Canedo Guzmán es bachiller en música del colegio integral Eduardo Laredo con especialidades en historia de la música, piano, solfeo, canto, coro y armonía. La maestra recalca el aporte que hace la música en el desarrollo de los niños.
Marlene trabaja con niños de 1 a 6 años y también complementa la enseñanza con clases de piano y arte. La experta, tiempo atrás, dio clases en Miami, Estados Unidos, y actualmente se desempeña como productora musical.
“La música no sólo ayuda al cerebro, sino al corazón. Mediante ésta se logra desarrollar el hemisferio derecho del cerebro, que es el que trabaja menos en niños que no se han ejercitado, no han pintado, bailado, cantado, etc.”. Considera que la música es una herramienta vital para sensibilizar las destrezas y bajar la ansiedad, algo muy necesario en estas épocas.
Canedo Guzmán resalta la importancia de la música desde una primera fase de desarrollo: “Hay muy pocas madres que desde el vientre comparten música clásica con su bebé. Está comprobado que el escuchar tres minutos de música clásica es enormemente beneficioso para un niño”.
Un hogar en el que cantan y bailan junto a sus pequeños es definitivamente un hogar que le otorga al niño momentos de relajación, alegría y unión. Son recuerdos que se quedan grabados en la mente y el corazón. De este modo se confirma lo vital que resulta para una criatura en período de gestación la conexión con su madre a través del arte, explica.
Los beneficios de hacer música en la infancia son innumerables, según la experta, “baja los niveles de estrés y ansiedad, mejora las funciones del cerebro y corazón, cambia el estado de ánimo y provee energía”. También destaca que escuchar música mantiene al cerebro más sano y con mayor agudeza mental.
Escuchar música mientras se trabaja fortalece el rendimiento auditivo.
Así confluyen la danza y la música, generando una oportunidad creativa en un periodo vital de la infancia donde lo más oportuno es fomentar el alma creativa de los niños y niñas. Existen varias áreas más por explorar y todo sea en beneficio de las nuevas generaciones.