Sisinia Anze Terán: Me interesa esclarecer posverdades y teorías de conspiración presentes en la historia boliviana
El reciente 29 de marzo, la Academia Peruana de Historia Militar designó como nuevos miembros de honor a destacados historiadores e investigadores históricos peruanos y extranjeros. Entre los extranjeros —selecto grupo de embajadores, militares de alta graduación y personalidades del ámbito de la historia militar peruana y latinoamericana— tomaron juramento tres bolivianos, dos de ellos cochabambinos. Fueron distinguidos Juan Antonio Olivera Medrano, expresidente de la Academia Boliviana de Historia Militar, de La Paz; Claudio Javier Sevillano Villavicencio, y la escritora Sisinia Anze Terán, del Instituto de Investigación Histórica Militar “Cnel. Julio Díaz Arguedas”, de nuestra ciudad.
Este importante acontecimiento, llevado a cabo en Lima, es parte de un proyecto internacional de hermanamiento institucional, académico y de unión de voluntades a favor del avance del estudio de la historia en América Latina, y encuentra a la renombrada escritora cochabambina como la primera mujer boliviana en recibir esta designación, además de descubrirla en una esfera de actividad hasta ahora desconocida por muchos de sus lectores.
Sisinia Anze Terán, escritora nacida en Cochabamba, cultiva la novela, el cuento, la microficción y la poesía desde hace 15 años. Ha publicado seis novelas e igual número de libros de cuentos, microcuentos y poesía, destacando entre sus obras El abrigo negro (2009), novela que lleva más de 20.000 ejemplares vendidos, y su primera novela histórica, Juana Azurduy, La furia de la Pachamama (2017), cuya primera edición de 5.000 ejemplares se encuentra agotada. La autora complementa la escritura con su pasión por difundir temas literarios, históricos y de cosmovisión andina, a través de conferencias y actividades de gestión cultural.
El cultivo de su interés por el conocimiento y divulgación de la historia boliviana y latinoamericana recibió bautizo formal con la publicación de su novela sobre la mayor de nuestras heroínas de la guerra de la independencia. A lo largo de su carrera recibió numerosas distinciones, es miembro del Instituto de Investigación Histórica Militar “Cnel. Julio Díaz Arguedas” y desde hace unos días miembro de honor de la Academia Peruana de Historia Militar.
Entrevistada por Los Tiempos, Sisinia nos relató que sus recientes actividades y proyectos estuvieron centrados en el cambio de su casa editorial (desde 2020 publica con Los Amigos del Libro), la producción de microficciones, la publicación de antologías de microrelatos y la organización del ciclo de conferencias “Reminiscencias de la Independencia”, junto a Gunther Revollo, Diego Rojas y Juan Alberto Quiroz, que se transmite cada jueves por las páginas de Facebook: El Faro-Rumbo al Bicentenario, Historias de Bolivia-Glorias de Bolivia y la página de la Secretaría de Culturas de la Gobernación de Cochabamba.
—¿Cómo y por qué surge en usted esa inclinación por la historia nacional?
—Pienso que fue algo natural, que surgió desde mis inicios en la literatura, pues si bien mis primeras obras son novelas fantásticas, sus argumentos incluyen fondos o escenas relevantes de historia universal y nacional sobre los que tuve que investigar y analizar. En algún momento, creo que inevitablemente, me hice más consciente de la importancia fundamental de su conocimiento y estudio para el desarrollo de las naciones.
—¿Por qué considera tan importante el estudio de la historia?
—Bueno, en primer lugar, es necesario aclarar un hecho sustancial y éste es que lo que conocemos de nuestra historia nacional podría estimarse en 30 por ciento restando un enorme 70 por ciento de sucesos desconocidos y hechos no comprobados o documentados.
Entonces, surge la preocupación natural de cuánto de lo que nos relatan los libros de historia o se enseña a nuestros jóvenes en los colegios es objetivamente cierto, y también, en cómo algo que puede ser una posverdad o teoría de conspiración, tan presentes en nuestra hiperconectada y sobrecomunicada realidad actual, influye en nuestra identidad y accionar colectivo. Me refiero, por ejemplo, a los fenómenos de QAnon, a los defensores del terraplanismo, o más cerca a nuestra realidad y de gran significación. Desde esta perspectiva, la búsqueda de racionalidad y determinación de la verdad objetiva sobre importantes hechos de la historia de nuestro país, se hace esencial.
—¿Podría comentarnos qué entiende por posverdad y darnos algunos hechos históricos del país que constituirían posverdades o teorías de la conspiración que hoy aceptamos?
—Una posverdad es un neologismo de reciente inclusión al castellano por la RAE, que se refiere a la distorsión intencional de una realidad con el objetivo de manipular las creencias y actitudes de las personas en favor de intereses sectarios. Este tipo de distorsiones ocurrió a lo largo de nuestra historia y ha llegado a deformar varios aspectos de la identidad y actitudes compartidas que tenemos como bolivianos. Por eso, me interesa esclarecer posverdades y teorías de conspiración presentes en la historia boliviana, para aportar en la corrección esas deformaciones tan negativas para todos nosotros.
Ejemplos hay muchos, algunos que varios historiadores y escritores nacionales estudian: ¿Es posible afirmar que Simón Bolívar liberó al Alto Perú del dominio español, o considerando la escasa coordinación logística, apoyo material recibido y a que su ejército no combatió en este suelo, debemos mucho más al sacrificio de 16 años y vidas de nuestros compatriotas? ¿Fue tan negligente el accionar de Hilarión Daza en la Guerra del Pacífico como todavía se difunde ampliamente, o existieron intereses posteriores en denostar su figura? y, con relación al mismo hecho, ¿cuál fue la verdadera participación y accionar de los luego presidentes Pando y Arce durante la guerra? ¿Fue tan deprimente la participación de nuestros ejércitos en ciertas guerras, o contrariamente, fue la actuación de gobernantes y diplomáticos la que determinó el desenlace de esos conflictos? En fin, son muchos temas, que además son espinosos y complejos, pero que es imperativo dilucidar.
—Un mensaje a nuestros jóvenes: ¿qué deberíamos estar haciendo para recuperar y preservar nuestra historia?
—Al nivel de cada ciudadano, el punto de partida es similar al de una terapia: ser conscientes de que tenemos el problema. En este caso, que hay mucho por recuperar y preservar de nuestra historia, que la mayor parte está todavía por descubrirse, y que a veces la historia que nos cuentan no está comprobada y fundamentada como se debe. Luego, deberemos optar por buscar la verdad como principio, de lo contrario, seguiremos las verdades alternativas, por utilizar un término elegante para mentiras, que en algunos casos nos vendieron desde la fundación de la república.
A nivel institucional, pienso que los ítems de recuperación de patrimonio histórico y soporte a las instituciones dedicadas a la investigación histórica deben ser incluidos con urgencia en los planes de desarrollo integral de nuestras gobernaciones y municipios. Por ejemplo, no sé hasta cuándo deberemos esperar la digitalización de los archivos históricos de la biblioteca municipal, que es la mejor forma de preservarlos y a la vez difundirlos. Seguramente, el proyecto tendrá que surgir desde la ciudadanía organizada.