Homenaje a Valcárcel: “Cien motivos para recordarte”
Cecilia Bayá Botti
¿Qué hacer para que Roberto Valcárcel continúe viviendo entre nosotros? ¡Nada! Él ya nos dejó marcados y será inolvidable.
Lo que nos queda por hacer —para los que vienen después y puedan conocer quién era este ser tan importante y que hizo, para que las cosas sean diferentes— es tener presentes sus reflexiones, su voz, cuidar su obra y cuanta cosa dejó.
Roberto Valcárcel era un intelectual dotado de habilidades excepcionales. Su obra centró su preocupación en ser humano inmerso en un mundo dramático, angustioso e injusto; sin embargo, nunca dejó de tomarlo con humor.
Como artista, abrió ventanas al mundo y dejó despejado el camino a la posmodernidad, siendo el iniciador y representante más importante del arte conceptual en nuestro país.
Se entregó a la docencia con dedicación. Pocos como él; tan riguroso y consciente del importante papel de la enseñanza teórica y práctica. Permanentemente buscaba profundizar sobre los conocimientos que impartía, y aunque muchas veces se sentía defraudado por la indiferencia o levedad de muchos estudiantes, no se daba por vencido.
Le preocupaba la calidad del sistema educativo, era muy crítico en cuanto a la ostricidad en que nuestro país se encuentra respecto a los contenidos y métodos de la educación.
Para transmitir conocimientos, cuestionar, motivar y provocar la búsqueda de nuevas miradas, de otros comportamientos o descubrir soluciones alternativas, encontraba siempre maneras entretenidas e inteligentes. Lo visual jugaba un papel fundamental en esos procesos de aprendizaje.
Sus clases sobre creatividad para el desarrollo del pensamiento, del talento y el conocimiento marcaron la diferencia. Fue un gran pedagogo, único en su género.
Nos dejó un invaluable legado: sus obras de arte, sus videos, sus escritos, sus entrevistas, su libro y más, que nos permitirán regar lo que sembró en cada uno de quienes lo conocimos.
Hoy esta exposición homenaje, titulada “Cien motivos para recordarte”, la hacemos con profundo sentimiento y respeto. Reunimos obras representativas de distintas épocas, temáticas y técnicas, un 20 por ciento de ellas pertenecen a coleccionistas que las prestaron gentilmente y el otro 80 por ciento de las obras son propiedad del mismo artista y parte la colección que el propio Roberto seleccionó para hacer posible la Fundación Roberto Valcárcel, emprendimiento que iniciamos junto a él; Marcelo Araúz, Valeria Paz y yo con el propósito de resguardar la obra, proteger la propiedad intelectual y difundir su legado en un futuro. Hoy, ante su ausencia, queda su hermana Gloria, como única heredera y responsable del destino de esta Fundación y sabe que puede contar con nosotros y sobre todo con esta ciudad que lo recibió con calidez. Recordamos hoy a Roberto como un ciudadano ilustre, artista inteligente y transgresor, intelectual destacado, maestro excepcional y entrañable amigo.
EL LEGADO DE VALCÁRCEL
Nacido en La Paz en 1951, se formó como arquitecto y comunicador visual en Alemania y es considerado uno de los pioneros del arte contemporáneo boliviano junto a Gastón Ugalde. Vivió la última etapa de su vida en Santa Cruz, ejerció como docente universitario y conferencista además de promotor, escritor y gestor cultural.
Recibió varios galardones y sus obras se encuentran en museos y galerías nacionales e internacionales. A lo largo de su vida artística obtuvo premios en el Salón Pedro Domingo Murillo, incluyendo el Gran Premio en 1978.
A finales de junio, la Alcaldía de La Paz le otorgó el Premio Obra de una Vida, del LXIX Concurso Municipal de Artes Plásticas Salón Pedro Domingo Murillo, tras valorar su trayectoria en Bolivia y sus exposiciones en diferentes ciudades de Alemania, Brasil, Chile, Argentina, España, Estados Unidos, Inglaterra y Perú.
