Para una plataforma “ciudad museo” en Bolivia
Jorge Luna Ortuño
Normalmente, la experiencia de visitar los museos y centros de arte en una ciudad es una experiencia colindante al paseo mismo por la ciudad. De modo que el paseante urbano es potencialmente un visitante de museos. Para acrecentar la cantidad de visitantes a las instituciones culturales se necesita trabajar desde los tres niveles —estatal, departamental, y municipal— en la tarea de enriquecer la cantidad y variedad de experiencias en los espacios públicos, plazas, calles peatonales y lugares de descanso.
En Santa Cruz de la Sierra se puede cubrir la porción más representativa de los museos e instituciones culturales caminando a pie por el centro histórico, denominado “casco viejo”, como en otras capitales del mundo.
Desde la Galería Kiosko hasta el Centro de la Cultura Plurinacional en el otro extremo, recorriendo de por medio Manzana Uno, las dependencias de la Secretaria Municipal de Cultura y Turismo, además del Museo de Historia, la Casa Melchor Pinto, la Federal, entre las más activas. La experiencia del arte institucionalizado en Santa Cruz es mayormente una experiencia centralizada.
Fuera del centro, otras experiencias de arte recomendables en la ciudad son las que propone el Colectivo Arterias Urbanas en su galpón cerca al quinto anillo, o la apreciación de obras de arte urbano cada vez más variadas que están produciendo artistas como Harry Montecinos, Renate Hollweg y otros varios que no alcanzamos a nombrar aquí.
Cabe destacar también la Galería Búho Blanco del escultor Juan Bustillos, más allá del cuarto anillo y Avenida Piraí.
La pregunta central de esta plataforma es: ¿qué similitudes existen entre el espectador de una sala de obras de arte y el transeúnte del centro histórico? De inicio, ambos se desplazan caminando, están rodeados por un entorno en el cual otros le están organizando la mirada constantemente. Caminan expuestos a estímulos visuales y sonoros de diversa gama, en medio de coreografías, las de la calle no planificadas, corporalidades que se cruzan e intervienen el espacio alrededor, ritmos particulares de la calle. Mientras que dentro de un museo el espacio ha sido organizado para que lo camines calmadamente, observando hacia las paredes, o en ocasiones contemplando esculturas o instalaciones artísticas.
En esta misma línea, el filósofo y curador alemán Boris Groys, en su libro “Volverse público”, señala que el espacio de exhibición de arte podría verse como una extensión del espacio urbano neutral y público. “Algo como un callejón al lado, al cual el transeúnte puede ingresar una vez que pague la cuota de admisión”.
En Europa se paga para entrar a la mayoría de los museos, en Santa Cruz son de libre acceso. Y continúa así: “El movimiento de un visitante por el espacio de exhibición sigue siendo similar al de aquel que camina por la calle y observa la angostura de las casas a la derecha y a la izquierda” (Groys: 2018).
El concepto
De este modo, adecuándonos a la planimetría circular, a la ubicación de las instituciones culturales y a los hábitos de paseo de la ciudad en Santa Cruz, hemos comenzado a diseñar el concepto de la plataforma
Ciudad Museo. De inicio ya no hablamos de la dicotomía adentro y afuera, sino que se piensa una gestión cultural enfocada en enriquecer la experiencia integral: caminar-la-ciudad-centro-visitar-salas-exposicióndearte-expectación. Sin atractivo de la experiencia ciudad, no se puede esperar que exista una gran afluencia de visitantes a los museos y a las exposiciones de arte durante las semanas de su vigencia.
Los modelos caducos de gestión de las artes invertían 80 por ciento de su atención en la inauguración de las exposiciones como eventos socioculturales; algunas instituciones todavía funcionan bajo este modelo.
Una gestión más comprometida necesita enfocarse en otros criterios de evaluación, como la memorabilidad, la participación, la resonancia, posterior a las visitas a los espacios de arte.
El concepto de esta plataforma también parte del reconocimiento de que las familias, los estudiantes, el transeúnte en general, cuando sale a pasear por el centro (si no es por trabajo), busca en su mayoría descontracción, consumo de servicios accesibles. No está entre sus prioridades salir a conocerse cuál es el último grito artístico “vanguardoso” —como decía Roberto Valcárcel—, ni aprender más de historia del arte. Lo que busca primero es salir de la casa, luego enrolarse en el ritmo de la calle, acceder a ciertos lugares agradables, socializar, ver gente. Si se visita un museo, es acompañado a la experiencia de reunirse con alguien, ir a comer algo, tomar un café, etc.
La mayoría de las instituciones culturales, principalmente las que son públicas, carecen de este tipo de atención para los visitantes, lo cual va en detrimento de sus estadísticas anuales de aprovechamiento de actividades, puesto que pierde de vista la naturaleza de la experiencia salir-de-visita-museos-paseo-ciudad.