Cuadros de Herminio Pedraza claman por restauración en el aeropuerto Viru Viru
JORGE LUNA ORTUÑO
Licenciado en Filosofía e investigador en artes
De entre casi 3.000 obras de pintura que produjo en vida el artista cruceño Herminio Pedraza Rivero (Santa Cruz, 1935-2006), tres de ellas pueden observarse en las paredes del aeropuerto internacional Viru Viru de la capital oriental. Reubicadas desde hace unos meses por la nueva administración de Sabsa en la zona ampliada de viajes internacionales, estos cuadros de pintura son accesibles únicamente para los pasajeros que abordan vuelos al exterior, es decir, la gran minoría de la población. Entre todos los no-lugares del planeta, las paredes blancas de este aeropuerto en una zona restringida se revelan como vitrinas anónimas y silenciosas, no exactamente adecuadas para la relevancia de tamañas obras. Y no se trata simplemente de que el valor económico de las mismas sea demasiado elevado, que sí lo es, sino de que forman parte del cuerpo de obra de uno de los pintores más emblemáticos y sorprendentes de la historia del arte en Bolivia, lo cual implica un enorme capital simbólico cultural para el país. Este cuerpo de obra hace que cada una de las piezas que lo componen se valoren como tesoros de herencia, memoria e identidad, principalmente en Santa Cruz de la Sierra.
No obstante, la cuestión del anonimato de las obras en las locaciones del aeropuerto Viru Viru no es el problema central, sino quizá uno de los causantes del problema actual más preocupante de las obras: los distintos tipos de deterioro que presentan. La reconocida artista y galerista Raquel Schwartz alertó sobre esta situación la pasada semana compartiendo algunas imágenes dentro de un grupo especializado en museología, investigación y patrimonio. Es así que el viernes 14 de enero nos dirigimos al aeropuerto para conversar con el gerente regional de Servicios de Aeropuertos Bolivianos (Sabsa), Joaquín Hurtado, quien mostró ánimo de viabilizar soluciones, brindándonos un pase especial para ingresar a la zona de preembarque de vuelos internacionales, acompañados por el jefe de Operaciones del aeropuerto, a fin de efectuar un registro de las obras.
En ese recorrido comprobamos que los cuadros, aunque ubicados de forma dispersa, gozan de una buena iluminación, ventilación y en cuanto a lo espacial están bien airadas a nivel visual. El problema reside en la acumulación del daño climático, que data desde hace años, por lo menos desde el 2015 , cuando ya se escuchaban denuncias sobre este asunto: las pinturas en sí sufren de craquelamiento, que es un fenómeno común de deterioro cuando tienen más de 30 años de existencia. Este consiste en la aparición de grietas, que en los casos más graves llegan a fragmentar la capa de pintura y provocar desprendimientos, zonas donde se descascara. En el caso de la obra “La despedida” (óleo/tela), en el que se observa a un hombre y una mujer fundidos en un hondo abrazo con un niño semidesnudo a sus pies, se observa un hoyo que rompe el corazón en la parte inferior de la tela, a la altura de las piernas del niño, siendo este uno de los daños más notorios.
Por recomendación del gestor cultural Marcelo Araúz, solicitamos al restaurador Víctor Hugo Terceros que realizara una primera valoración del deterioro en base al registro fotográfico. Entre sus conclusiones señala que las obras sufren de craquelamiento, que respondería al resecamiento ambiental; además señala pérdidas de pigmentación y tono original en diversas zonas; hace notar también “destensado de la tela debido del bastidor de soporte”, esto en el caso del cuadro donde se observan el carretón de bueyes.
Actualmente, las gestiones se han estado haciendo para lograr cotizaciones del trabajo de restauración, que demanda los servicios de un especialista en el rubro que cuente, además, con un taller bien equipado con todas las condiciones que corresponden. Una carta de solicitud de atención inmediata a los cuadros de Herminio Pedraza, junto con cotizaciones referenciales para la restauración, será entregada al gerente regional de Sabsa en el transcurso de esta semana, con la firma de gestores, artistas, museólogos y ciudadanos en general que se sientan aludidos por la dejadez de anteriores autoridades y estén dispuestos a sumar un grano de arena hoy en la lucha por lograr poner en valor, en verdad, el arte boliviano, más allá y fuera de las instituciones de arte, en el lugar más importante, en la consciencia de la gente de a pie, de los niños y jóvenes, y de todas las autoridades y funcionarios públicos del territorio nacional.