Hasbún: “El tiempo es una de las materias primas de la literatura”
“El final de algo y principio de algo”, así resume el escritor cochabambino Rodrigo Hasbún el salto que dio de la música a la literatura. El fallido intento de erigirse como músico propició que se dedique a leer más y de manera instintiva a escribir.
-¿Cómo evalúa sus 15 años ligado a la literatura?
El año pasado se cumplieron 15 años desde que se publicó mi primer libro, “Cinco”. Con ese motivo la editorial El Cuervo quiso que sacáramos un volumen con mis cuentos reunidos, y por eso el número quedó flotando en el aire. Pero en verdad son más de 15 años los que llevo ligado a la literatura. Antes del primer libro suele haber un tiempo largo de aprendizaje y búsqueda, un tiempo de fervor y gracia en el que uno vive la escritura y la lectura con más intensidad que nunca después. Curiosamente, quizá sea en ese tiempo previo a la publicación donde uno se tome más en serio el asunto.
- De músico a escritor, ¿cómo se produce ese cambio?
Fui músico durante cinco o seis años, al final de la adolescencia, y en algún momento creí que lo sería durante el resto de mi vida. Pero luego, sin mayores anuncios, el grupo se deshizo de pronto y me quedé un poco a la deriva. Para darle la espalda a ese plan fallido, me puse a leer más y de forma instintiva también empecé a escribir. Así coincidieron para mí el final de algo y el principio de algo.
- ¿Qué autores le inspiraron en su formación como escritor?
En sintonía con lo que decía antes, siento que mi formación como escritor sucedió en buena medida en la música. Lo atmosférico y lo rítmico, el trabajo directo con las emociones, ciertas nociones de estructura, el manejo de la intensidad, todo eso lo fui asimilando durante años, casi sin darme cuenta. Pero, además, estaba ahí la manera tan honda en la que nos interpela la música. Los escritores que logran un vínculo así de cercano en su escritura fueron luego los que más me sacudieron. Estoy pensando en Bolaño o en Onetti y Lispector, pero digamos también en el Kafka de los diarios o en la Agota Kristof de Claus y Lucas. Tengo la misma sensación hoy en día cuando leo a Deborah Levy y a Jenny Erpenbeck.
-¿Considera que el tiempo es un elemento indispensable en la literatura?
El tiempo es una de las materias primas de la literatura, de la música, del cine. Y lo es porque nuestra experiencia vital está atravesada por el tiempo. Muchos de nuestros dilemas más perdurables tienen que ver con él. Cómo lidiamos con nuestra memoria y nuestro futuro, con la transformación de nuestros cuerpos y la desaparición o la amenaza de la desaparición de quienes amamos, qué tipo de decisiones tomamos y cómo nos posicionamos ante la vida: todo eso responde de alguna manera a lo poco que duramos, a lo que hacemos y dejamos de hacer para aprovechar mejor nuestra estadía fugaz de este lado de las cosas.
- Usted aborda temas de la sociedad desde la perspectiva de sus personajes, ¿se identifica con algunos?
Creo que me interesa más la perspectiva de mis personajes que la mía propia. El desafío siempre es intentar acercarme a ellos, acercarme a cómo piensan y sienten, a cómo se enfrentan a sí mismos, a cómo intentan salir de donde están. Las decisiones de algunos de ellos las entiendo, las de otros a veces me resultan inesperadas. Es intrigante ese momento de rebelión, en el que dejas de estar en control y la escritura se desborda.
- ¿Con qué género literario se identifica más: cuento o novela?
Cada uno me ofrece cosas distintas. En la novela la convivencia con los personajes es más larga y compleja, como en un matrimonio longevo. De los cuentos, en cambio, uno entra y sale fácilmente, a veces en una sola sentada. La hondura y la intensidad también se negocian en términos diferentes en cada género.
- ¿Qué elemento considera fundamental para comenzar a escribir una obra?
Es algo difícil de cifrar, una sensación de inquietud que una escena específica o un momento dado me producen. Si la sensación no se disipa, si va creciendo sigilosamente, es posible que haya algo ahí.
- ¿Considera que la ficción es la esencia de su escritura?
Al respecto podría decir que en la escritura suelen confluir la memoria y la imaginación, lo que no se ve y lo que sí, los hechos y su reverso y su negación, lo posible y lo imposible. De esa amalgama se desprende la ambigüedad radical de la ficción, lo que a su vez la hace tan inagotable y necesaria. La exigencia de inmediatez de nuestra época empobrece los relatos a los que estamos expuestos, esos relatos que circulan en los medios y las redes y WhatsApp. La ficción, a su vez, nos invita a desacelerarnos, a dar un paso atrás y desde ahí a hacer preguntas cada vez más certeras y difíciles.
- ¿Cómo se produce su incursión en la película El visitante? ¿Cómo nace ese proyecto?
El visitante es la tercera película en la que trabajo con el cineasta Martín Boulocq. Él era el baterista en el grupo del que hablaba antes y llevamos haciendo cosas juntos desde esa época, hace veintitantos años. El 2019 pasé varios meses en Cocha y aprovechamos la visita para escribir a cuatro manos el guion de la película, que se estrenó en el festival de Tribeca. Martín es un observador paciente y minucioso, un artista entregado a su oficio, y para mí es siempre grato acompañarlo en sus proyectos.
- ¿Cómo se llama su próximo libro?
Llevo rato trabajando en lo que ojalá se vuelva mi próximo libro, pero todavía no tiene título. Es lo primero que se ve, pero a veces lo último en llegar.
- ¿Con cuál de sus obras se identifica más?
A todos mis libros les guardo el mismo grado de cariño, desconfianza y pudor. Reflejan a su manera lo que fui siendo mientras los escribía, lo que me preocupaba entonces, lo que era capaz de ofrecer y lo que no. Es un poco como con las fotos viejas, uno se reconoce más en algunas de ellas que en otras. Pero al final toca hacerse cargo de todos esos peinados cuestionables y de esas ropas a menudo vergonzosas.
- ¿No está en sus planes radicar en Bolivia?
Algún día sí, pero ahora mismo estoy atado laboralmente a Estados Unidos y no puedo. Lo que sí intento es volver al menos una vez al año de visita. Para mí es importante mantener el vínculo con los amigos y la familia, con cómo se van transformando el paisaje social y político del país, con el habla y la geografía íntima de Cocha.