Wallunk’a en Barcelona: testimonio de que la cultura boliviana no tiene fronteras
Los bolivianos son personas excepcionalmente adaptables. En un par de meses, un boliviano puede hacer, incluso, de la Antártida su hogar y siempre lleva su cultura a donde sea que vaya. La comunidad boliviana que hizo de la ciudad de Barcelona su hogar demuestra esto como se puede constatar en el libro “Wallunk’a en Barcelona: una fiesta para despedir a los muertos” de Wendy Inarra. La periodista, comunicadora e investigadora nacida en Oruro y residente en Londres dio más información sobre su libro en una entrevista exclusiva con Los Tiempos
¿Puede contarnos un poco sobre el libro?
Desde el 2013, se realiza esta fiesta en Barcelona organizada principalmente por mujeres migrantes quechuas de los valles de Cochabamba. Hacen las wallunk’as tal y como se hacen en Bolivia, entre comillas. Pues al ser un contexto migrante inevitablemente las cosas cambian y no se mantienen como uno desea. Culturalmente muchas cosas ganan y se mezclan, pero pérdida, nunca.
La fiesta es una excusa para ver cómo la migración boliviana más importante del mundo, en cuestión económica visto esto desde el envío de remesas, genera cultura y economía. Algo que, desde las altas esferas del Gobierno, no lo ven y mucho menos aportan o apuestan por los migrantes.
¿Qué la inspiró a escribir esta obra?
La pandemia cortó de raíz todo movimiento festivo. Cuando en España volvieron del encierro, la primera actividad cultural que se desarrolló en ese contexto migrante fue la wallunk’a. Noté que los vivos podían alegrarse de estar ahí y que se había ido esa ola de muertes que había provocado la pandemia, celebrando la vida en una fiesta desde el acto de columpiarse. El boliviano es un gran embajador de su cultura.
Las mujeres migrantes quechuas de mi país sí pueden llenarse la boca diciendo que ellas quieren a la Pachamama. Se lo han ganado desde una vida dura que ellas en algún momento han y siguen llevando en el extranjero. Es una fiesta de alegría y gozo por sentirse vivas, recordando, despidiendo a sus muertos.Ellas sí pueden sentirse tranquilas por esa parte y porque, dicho sea de paso, esas
decenas de actividades genera divisas en Bolivia. España es puntera mundialmente en envío de remesas a Bolivia. Segundo gran aporte al PIB boliviano. En cambio, el gobierno ni practica su discurso pachamamístico, ni genera una economía estable.
Barcelona es el escenario del libro. ¿Por qué eligió esta ciudad?
En realidad, los migrantes bolivianos eligieron esta ciudad para hacer la más grande demostración cultural en Europa. Por eso, Barcelona viene siendo el taypi, el centro de toda actividad importante boliviana en ese continente. También hablo sobre la organización de la wallunk’a de los bolivianos residentes en Argentina, Brasil y Estados Unidos y aunque se trate de la misma fiesta estamos hablando de sociedades de recepción migratoria de diferente índole.
El libro trata el tema de “una fiesta para despedir a los muertos”. ¿Puede hablar más sobre ello?
Nada se hubiera descrito e interpretado sino hubiera tenido la lucidez de varios antropólogos que me ayudaron a comprender por qué esta fiesta es vital hacerla en los valles de Cochabamba, al cabo del desarmado del mast’aku. Celine Jeffroy ha escrito el prólogo para el libro. Ella es una lumbrera incansable y prolífica porque analiza por más de una década el significado de la fiesta de Todos Santos y las wallunk’as. En cambio, sinceramente, yo nunca he visto esa fiesta en concreto en Bolivia.
¿Cómo aborda la cultura y las tradiciones bolivianas en Barcelona?
Tomé los pensamientos y corrientes de autores como el mexicano Guillermo Orozco para explicar los procesos de mediaciones que hay en estos contextos festivos migrantes. He tomado las ideas del boliviano Luis Ramiro Beltrán para entender cómo y por qué nacen al interior de ese contexto festivo los comunicadores populares cuando se trata de difundir esta fiesta, porque dicho sea de paso es todo en quechua, y recordemos que estamos hablando de un contexto por excelencia catalán.
¿Cuál fue el proceso de investigación que llevó a cabo?
En 2021, en aquella wallunk’a organizada por Marina Hidalgo en Barcelona. Yo desde Sevilla solo la conocí por teléfono para hacerle una entrevista. Hubo tan buena conexión entre ambas que dijimos: ¿por qué no publicamos un libro? Al año siguiente, conocí Barcelona. Hice más de 50 entrevistas y al cabo de seis días me trasladé a Londres, mi nueva residencia. Y desde que llegué por primera vez, hace exactamente un año, me dediqué al libro.
¿Qué mensaje espera que los lectores saquen de su libro?
Que los futuros periodistas repasen cómo también las teorías de la comunicación se pueden aplicar en diferentes contextos. Que se reconozca y valore como la mujer migrante mueve economía y cultura en favor de mi patria.