El 'jardín inundado' de Oscar Murillo convierte a los niños en artistas en la Tate Modern
Pincel en mano, niños y adultos se convierten en artistas y dejan sus huellas en las paredes del 'Jardín Inundado', la exposición colaborativa del artista colombiano Oscar Murillo que abre sus puertas este sábado en la mítica Sala de Turbinas de la Tate Modern de Londres.
Con la ayuda de un lienzo de 600 metros cuadrados, Murillo hace trizas la percutiva frase que acompaña a la infancia para recordar que no se debe pintar en las paredes; y no solo invita de forma gratuita a los asistentes a dar rienda suelta a su genio interior, sino que además se pone a crear junto a ellos, algo inusual en una exhibición.
Sin embargo, no es algo nuevo. El artista sueco Palle Nielsen ya convirtió el Moderna Museet de Estocolmo en un gran "parque de juegos" en 1968 y el propio Murillo lleva desde 2013 trabajando el arte con niños en colegios de todo el mundo con su iniciativa 'Frequencies' (Frecuencias), por lo que la muestra de la Tate Modern es como "una versión a tamaño gigante".
Según comenta en una entrevista con EFE la comisaria de la exposición, Molly Molloy, la carrera artística de Murillo, a quien define como "uno de los artistas más exitosos en el Reino Unido", se caracteriza por ir más allá de la pintura y por aunar "un abanico muy amplio" de actuaciones, intervenciones e incluso música junto a sus piezas.
"El corazón de su obra reside en esta idea del 'mark-making' (garabatos infantiles), en la colaboración por capas, y está muy involucrado con estos proyectos más sociales que cuestionan quién es y quién no es un artista", cuenta Molloy.
Un mar de mensajes
Decenas de padres y madres se colocan frente a un lienzo que, con el paso de los minutos se convierte en un mar de trazos azulados, amarillos y rosas a través de una coreografía intergeneracional que va más allá del arte. A veces, con demasiado ímpetu, porque ni siquiera los delantales que provee la galería londinense impiden que los pequeños acaben manchados de pintura hasta las cejas.
"Vivir la experiencia de ver a los niños pintar y expresar lo que sienten es muy emocionante", confiesa a EFE María Virgelina Murillo, la madre del artista colombiano, que también deja huella en el museo londinense escribiendo dos palabras: "La Paila".
Es la región de Colombia donde vivía la familia Murillo antes de emigrar al otro lado del Atlántico, al Reino Unido, en una travesía que se materializa en este 'Jardín Inundado' y que contará, una vez a la semana, con una banda sonora a cargo de Mar, Río y Cordillera, un grupo de músicos colombianos de Valle del Cauca.
"Invitamos a la gente a pintar su 'agua' en este espacio y conforme se vayan rellenando las diferentes capas conseguiremos una textura gruesa de pintura en los lienzos", relata Molloy, que subraya que la exposición está inspirada por la serie de los 'Nenúfares' del pintor impresionista francés Claude Monet.
Como la de las olas del mar, este "agua" también está en constante movimiento, porque las creaciones de los visitantes se trasladarán a una estructura metálica en forma de "capullo" a la entrada del museo. Y con ellas sus mensajes, donde se pueden leer críticas sociales al estado actual del sistema de salud británico, recuerdos a familiares fallecidos o frases en apoyo al pueblo palestino, entre otras.
Invitar al público a expresarse con libertad suena bien en la teoría, pero desde Tate Modern saben que en la práctica puede conllevar riesgos.
"Si se detecta cualquier tipo de discurso de odio que pudiera ser hiriente para nuestro público, incluidos los más pequeños, esos lienzos serán retirados", asegura la comisaria.
"Para considerar esta exposición un éxito, me encantaría ver estos paneles épicos llenos de pintura, miles de familias sintiéndose en casa y que la gente juegue y se relaje en este gigantesco museo de arte y les haga volver en un futuro", concluye Molloy.
La muestra, que forma parte de la iniciativa Tate Play en colaboración con la marca de ropa Uniqlo, continúa en la sala contigua con la instalación 'Belleza Fascinante', también a cargo de Murillo, donde una estructura central formada por sillas de plástico sirve de base de las obras del artista, colocadas en palos de madera emulando las pancartas de las manifestaciones sociales.