Nelio Zamorano: “Hago que la dirección y el violín vayan de la mano en mi vida

Nelio Zamorano lleva la música en la sangre. Su pasión por la dirección de orquesta sinfónica y la interpretación del violín le otorgaron varias satisfacciones, y aspira a seguir creciendo en el contexto musical internacional.

-¿Qué orquesta dirige en EEUU y desde cuándo?

He sido asistente de director por más de 5 años de la Orquesta Sinfónica de Conway, Arkansas. Ahí, tuve la gran oportunidad de preparar repertorios constantemente y ampliar mi conocimiento musical. También pude trabajar con el maestro Israel Getzov. Es un excelente músico y director que me ha guiado no sólo en el aspecto técnico (como mover la batuta), sino en el aspecto musical. Él me ha enseñado que la música va más allá de estudiar por horas y tocar notas, sino que cada nota tiene un sentido, una finalidad, un motivo, y a transmitir eso a la audiencia.

También he dirigido la Orquesta de Cámara de la Universidad Central de Arkansas, y otras orquestas formadas en los festivales de dirección a las que he asistido, como las de Conducting Institute con miembros de la Orquesta Forth Worth en Dallas, Texas, y la Orquesta formada en el Conductors

Retreat at Medomak, con el prestigioso maestro Ken Kiesler. Tuve la oportunidad de dirigir también en la prestigiosa Curtis Institute en Philadelphia. 

En Bolivia he dirigido pequeños ensambles en la ciudad de Cochabamba, Sucre y La Paz, y también me han invitado a dirigir la Orquesta Juvenil Bolivia Clásica con sede en La Paz.

-Coméntanos las características de la sinfónica de Arkansas.

La Orquesta Sinfónica de la Comunidad de Arkansas pertenece a un círculo de orquestas estatales. Encontramos la Orquesta Sinfónica de Arkansas, la Orquesta de la comunidad de Arkansas y luego la Orquesta Juvenil de Arkansas, que son las principales dentro del sistema. El Estado de Arkansas tiene muchas más orquestas como la Sinfónica de Conway, de la cual soy director asistente, la Orquesta del Sur de Arkansas, la Orquesta del Noroeste de Arkansas, entre otras. 

La Orquesta de la Comunidad de Arkansas tiene más de 50 años de historia y aunque no hay número fijo de componentes, se trata de un grupo de más de 60 músicos en el escenario. 

-¿Cómo incursiona en la dirección de una orquesta?

Todo empezó cuando tenía 11 años, mi hermano y yo éramos estudiantes de música en la academia de música Man Césped. Él pianista y yo violinista. Un día, mi hermano se prestó unos VHS de la institución, si mal no recuerdo eran dos o tres conciertos. El primero era de la Filarmónica de Berlín dirigida por George Pretres tocando la Suite “Carmen”, el segundo era del coro de niños de la ciudad de Tokio, Japón, y el tercero, y por el cual abrí mis ojos y mis sueños a la dirección, era de la Novena Sinfonía de Beethoven, dirigida por el gran Leonard Bernstein en conmemoración de la caída del muro de Berlín. Ese fue el video que hizo que yo quiera algún día ser director de orquesta. 

Después de mi etapa de estudiante en Man Césped, empezó lo que yo llamo la verdadera búsqueda de lo que quería hacer con la música. Conocí a Armando Vera, quien pronto se convirtió en mi maestro de violín y por medio de él conocí al maestro Freddy Terrazas. Con este último tuve la oportunidad de empezar en el mundo de la dirección, ya que él tenía su orquesta a la cual yo también pertenecía, y él me dejaba dirigir algunos de los ensayos. El maestro Terrazas vivía en La Paz, así que me tocaba ir a esa ciudad muy seguido para seguir aprendiendo de él. Una anécdota que recuerdo con el maestro Terrazas es que, al pedirle que me enseñe dirección, él me dijo que tenía que aprender a componer. Una de mis primeras lecciones de dirección era crear una pequeña obra con cinco notas que él me decía. Luego entendí el propósito de la composición, ya que como director uno tiene que meterse y tratar de entender la idea del compositor para tener un mejor resultado sobre la interpretación. 

Siempre estaré agradecido con Armando Vera y Freddy Terrazas por la gran enseñanza que recibí de parte de ellos.

-¿Cómo nace su afición por la música?

No estoy seguro. Me encantaría decir que siempre quise ser músico, pero no estoy seguro si ese fue el caso. Lo que recuerdo es que, entre mis siete u ocho años, mi mamá me puso en la academia de música Man Césped, siguiendo los pasos de mi hermano mayor que estudiaba en la misma institución desde dos años antes. 

Ya siendo estudiante de Man Césped, empezó mi pasión por la música. Mi hermano era un excelente estudiante y para mí era un poco frustrante porque yo no era tan bueno como él, pero me esforzaba. Como todo esfuerzo tiene recompensa, gracias a que estudiaba y me iba bien la institución me otorgaba beca completa. 

Me gustaba cantar en el coro, que por cierto era soprano, y de esa manera creo que me interesó más la música. Luego me tocó elegir un instrumento como especialidad, y elegí el violín.

-¿Por qué el violín?

Nuevamente, no estoy seguro el porqué de la elección del violín, pero creo que mis hermanos influyeron en ello. Mi hermano Jesús, que era pianista también tocaba el violín. Teníamos un violín en casa, que era de una medida muy grande (4/4) y, eventualmente, mi hermano Alejandro trajo un par de violines de nuestras medidas. Mis primeras lecciones de violín las tuve con Santiago de Angulo, posteriormente tuve muchos maestros. 

El violín es el instrumento que nunca he dejado de tocar hasta el día de hoy. Algún momento pensé en hacer carrera de violinista, pero para ser sincero me gusta más la idea de saber qué pasa con una orquesta en términos musicales. 

Hasta el día de hoy, hago que la dirección y el violín vayan de la mano en mi vida. No puedo dejar de tocar. Me gusta estar en la fila de violines de una orquesta, como también me gusta estar al frente. Es como tener dos carreras al mismo tiempo, algo que ha sido difícil, pero si a uno le gusta, encuentra la manera de hacerlo. 

-¿Quién guió sus primeros pasos en la música?

Todos mis maestros de la Academia. Si mi memoria no me falla, hay maestros que les guardo mucho cariño por la dedicación y la pasión que tenían por enseñar. Algunos de esos maestros que no veo hace mucho son Santiago de Angulo, Adolfo Taborga, Dante Maradiegue (+), Sonia Quinteros, María del Carmen Toro, Julieta Vargas, Esther Álvarez, Betzabé Gutiérrez, Juan Óscar Guzmán, entre otros. 

-¿Qué satisfacciones le confirió la música?

Muchas. Gracias a la música tuve la oportunidad de recorrer diferentes partes del mundo. Gracias a la música pude conocer gente muy interesante en cada lugar donde me encuentre. Gracias a la música pude hacer amigos de por vida.

-¿Con qué género musical se identifica?

Es una pregunta muy complicada de responder. Es como escoger una comida favorita, no me veo comiendo la misma comida una y otra vez. 

Obviamente, escucho mucha música clásica, podría decir que la escucho todos los días. Muchas veces, porque estoy aprendiendo algún repertorio en específico o porque me trae recuerdos de algún momento que he tocado o dirigido una obra.

Soy un amante del rock clásico, me gustan bandas como The Beatles, Queen, Aerosmith, Guns ‘n Roses, Bon Jovi. También me gusta el género pop, new age y, últimamente, estuve escuchando bandas islandesas. Me gusta explorar todo en la música. 

-¿Qué actividades desarrollará en Cochabamba?

“Reencuentros” es el nombre de este programa. Con un grupo de talentosos músicos de la ciudad estamos próximos a presentarnos. Se trata de un concierto coral-orquestal en el que interpretaremos obras del repertorio mundial, como ser la Cantata BWV 4 de Johann Sebastian Bach para coro, orquesta y solistas. Interpretaremos también el Cantique de Jean Racine del compositor Gabriel Faure, obra que le hizo ganador de un concurso de composición allá por 1865. Otra obra que presentaremos es el Adagio en sol menor atribuida al compositor Tomaso Albinoni, pero terminada por el musicólogo Giazetto. Para finalizar, el coro interpretará una obra que estoy seguro que no se ha presentado en el país, “Amor de mi alma” compuesta por Randall Stroope.

Sobre esta última obra, me encantaría mencionar que la música fue inspirada en el poema del mismo nombre, escrito por Garcilaso de la Vega. Tuve la suerte de conocer al Dr. Stroope y, de esa manera, conocer sobre su música. 

¿Por qué Reencuentros?

Primeramente, porque me estoy reencontrando con el público de mi ciudad después de cuatro años. También porque es un reencuentro con mis colegas músicos con quienes podemos hacer juntos música nuevamente, y finalmente porque después de la pandemia que hemos atravesado y cuyos alcances aún vivimos, creemos que la música genera espacios de reencuentro y consuelo en nuestra nueva normalidad.

Algo más que me gustaría mencionar sobre este evento es que esto no sería posible sin la colaboración de mi equipo de trabajo: Leonardo Alvarado, director de coros que, actualmente, es asistente de director del Coro Municipal Cochabamba. Samanta Montealegre, con una vasta trayectoria en la enseñanza y preparación de coros. Actualmente, dirige el coro Ludicanto y también trabaja con el Coro de Niños Municipal Cochabamba.

Antonio de Jesús Claros, con quien siempre puedo confiar todos mis proyectos. Es un experimentado pianista y maestro de la academia Man Césped. Nuestros conciertos se celebrarán el miércoles 10 y jueves 11 de agosto desde las 19:30, en la parroquia de la Compañía de Jesús (Baptista y General Achá).