Resiliencia: cómo enseñar a los niños a afrontar los golpes de la vida
Al igual que los adultos, los niños en casa llevan meses esforzándose por adaptarse a una situación excepcional. De golpe, su espacio se redujo a cuatro paredes y muchos de ellos no entienden muy bien quién es ese “nuevo virus” que le ha robado la libertad.
La pandemia llegó sin previo aviso y les robó los días en la escuela, el juego en el parque o los partidos de los sábados. Pero sobre todo, les privó de estar con aquellos a quienes más esperan ver para compartir. Además, sus familias han sufrido pérdidas de seres queridos y situaciones traumáticas.
En medio de la incertidumbre, la resiliencia es sin duda una poderosa herramienta para educar. “La resiliencia es la capacidad de los seres humanos para superar el sufrimiento”, dice la psicoterapeuta Cristina Rubín de Celis. Acota que uno aprende de los periodos de dolor emocional y situaciones complejas, fortaleciendo así las habilidades cognitivas, sociales y afectivas.
La experta explica que, de acuerdo con varios estudios sobre la resiliencia, se ha podido verificar que el factor genético es mínimo, y que ésta se desarrolla desde la gestación del bebé. Por estas investigaciones, se puede concluir que la resiliencia es más afectiva y cultural y que toda persona puede desarrollar dicha capacidad, siempre que cuente con lazos afectivos que generen seguridad y confianza.
CLAVES PARA EDUCAR EN RESILIENCIA
01 Transmitir seguridad, desde la madre al hijo
Rubín de Celis explica que de esta manera el niño puede asumir seguridad desde el apego seguro, que generará además vínculos de afecto; brindará aceptación, confianza, y ayudará a que la persona pueda expresarse al sentir aceptación. En el caso de que no estuviese la madre, pues estará su familia cercana, aclara.
“Si el lugar donde el niño crece es seguro (libre de violencia), se desarrollará en el apego seguro…éste ayuda a gestionar los vínculos de seguridad día a día. La resiliencia no es la misma en cada etapa de la vida, porque conlleva nuevos desafíos”, destaca Rubín de Celis.
02 Nada es eterno.
La psicopedagoga española Sonia López explica al periódico El País que es esencial que los pequeños y jóvenes entiendan el cambio como una parte indiscutible de la vida, que nada es eterno, ya que con la Covid-19 todo puede variar de la noche a la mañana.
03 Los contratiempos pueden convertirse en grandes oportunidades
López destaca que cualquier tipo de adversidad es una ventana para aprender, para mejorar y para intentar buscar la mejor versión de uno mismo. “A ver el error como parte imprescindible del aprendizaje. A convertir el esfuerzo y el trabajo en los mejores aliados para seguir caminando”, especifica.
04 Guardar cuidado con ser quejumbroso
Rubín de Celis advierte que los padres que son quejumbrosos no aportan al niño los recursos favorables de seguridad ante la adversidad. Por el contrario, presentan una situación con pesimismo, haciendo que el niño se acostumbre a lamentarse y quejarse sin solucionar dicha situación dolorosa o incluso quejándose de tener que solucionarla. “La resiliencia no se gestiona en pesimismo”, enfatiza.
05 Escucharlos y dejarlos ser
“Cuando se vulnerabiliza al niño en su infancia, se debilita su desarrollo por haber sufrido y no haber podido expresarlo”, señala la psicoterapeuta. Aconseja que es importante escuchar al niño, dejar que éste exprese sus sentimientos, ya sea hablando, mediante el arte (baile, teatro, dibujo), u otras actividades.
“El sufrimiento forma parte de la condición humana. Pero si estamos acompañados desde edad temprana, solucionaremos fácilmente alguna situación de duelo o pérdida”, adiciona.
06 Enseñar y compartir calidad de tiempo
Enseñar a ralentizar, especifica Rubín de Celis. ¿Con qué motivo?, para que los hijos manejen mejor sus emociones y desarrollen tolerancia a la frustración, responde. “El enseñarles todo el proceso para conseguir alcanzar una meta, mejorará su autoestima con confianza. Recuperará, con el paso de los años, esa ralentización que ya sirvió de aprendizaje para manejar las emociones”, apunta. Indica que en Europa se está focalizando mucho más este tipo de educación en los niños. “Se fomenta a vivir el día en armonía, planificando un futuro, pero no en base a la ansiedad, sino a la razón”, agrega.
07 Educar con el ejemplo
Si cierta anécdota producía dolor o sufrimiento, al transcurrir el tiempo puede ser utilizada a través del buen humor para ir superando esa situación. “La genética puede predisponer la tendencia a tener buen humor. Sin embargo, se fortalece el buen sentido del humor con la educación”, resalta Rubín de Celis.
08 No sobreprotegerlos, justificar sus errores ni evitar las adversidades
“Exijámosles que se comprometan con cada una de sus decisiones sin excusas. Asumiendo las consecuencias de sus acciones y celebrando sus éxitos. Animémosles a intentarlo siempre una vez más”, dice López a El País.