Cochabamba: ciudad de baches y eternas fallas en el asfalto
Christian Burgos
Manejar un automóvil por las calles de Cochabamba es para muchos una “tortura”. La saturación de vehículos, el desorden que provoca el comercio informal, la escasa cultura vial y sobre todo el mal estado de las calles y avenidas convierten a la ciudad en una especie de laberinto repleto de obstáculos.
Jorge, un chofer del transporte público que ya trabaja 17 años en este rubro, asegura que Cochabamba nunca tuvo calles y avenidas en buen estado. “Los huecos son eternos, los parches que ponen duran horas prácticamente y todo está destrozado”.
Calles llenas de baches y otras repletas de huecos parchados que generan desniveles, son las características en común que tienen casi todas las vías de Cochabamba, calificadas por muchos ciudadanos como “pésimas” y “desastrosas”.
Ante la persistente destrucción del asfalto, la Alcaldía de Cochabamba ejecuta un programa de “bacheo” permanente que consiste en tapar los huecos que se generan en las vías por diferentes factores. Sin embargo, el recarpeteado por completo de calles es escaso.
20 millones de bolivianos es el presupuesto anual que maneja el municipio para el mantenimiento de las calles de la ciudad. Dinero que para muchos es derrochado pues “los baches vuelven a aparecer”.
“Todas las semanas los veo arreglar las calles, generan trancadera cuando hacen esos trabajos, parchan mal las calles y todo chueco queda. Si llueve un poquito, ese lugar donde han bacheado se vuelve a abrir y pareciera que se vuelve más grande el hueco”, expresa Martín, un conductor que circula todos los días en el casco viejo de la ciudad.
El secretario municipal de Infraestructura, Juan Terrazas, explicó que son dos las fuentes de rastreo para detectar calles en mal estado: equipos de monitoreo y las denuncias de la población.
“Cruzamos todas las informaciones y programamos en función a eso, primero vías estructurantes y luego avenidas secundarias que vamos atendiendo paulatinamente. En la medida de nuestras posibilidades atendemos lo más antes posible (...). Son cinco cuadrillas de bacheo diurno y dos de bacheo nocturno”, indicó Terrazas.
El funcionario explicó que se prioriza el “bacheo” porque en la mayoría de los casos, para ejecutar un recarpetado, se requiere presupuestar el cambio del sistema de agua potable y alcantarillado.
Señaló también que el crecimiento urbano, que implica la construcción de más vías, dificulta el trabajo de mantenimiento en calles y avenidas ya que el presupuesto para estas obras sigue siendo el mismo desde hace cinco años.
Tuberías de fierro galvanizado de mala calidad, que datan de hace 40 o 50 años y ya cumplieron su ciclo de vida, son el principal factor que genera el hundimiento de la capa asfáltica y los baches.
“Lo que pasa es que nuestro peor enemigo es el agua y eso a nosotros nos trae muchos problemas por el tema de los ductos que en varios lugares de la ciudad ya han cumplido su edad. Este es el mayor problema, los baches aparecen por problemas de fugas de agua potable y agua de alcantarillado”, dijo Terrazas.
A las fugas se suma el deterioro de ciertas vías por el tiempo de vida que tienen y el tipo de vehículos que circulan sobre ellas. Se trata de avenidas como la Circunvalación o la Beijing, donde el tráfico de alto tonelaje es frecuente y se requiere una refacción por completo.
Los pasos vehiculares en los distribuidores también presentan un desgaste de la capa asfáltica que con el peso de los vehículos que a diario circulan, se hace más evidente.
A las fugas de agua que deterioran las calles y avenidas se suma el riesgo de la contaminación. Se estima que en varios sectores la tubería de PVC casi ha desaparecido y el agua potable puede estar en contacto con la tierra o filtraciones de aguas servidas.
La necesidad de cambiar la red del centro histórico surgió en 1988 cuando se trabajó el plan maestro de servicios básicos del municipio. Hasta la fecha no se da una renovación al 100 por ciento y los problemas persisten en diferentes puntos de la ciudad. Todos los Distritos presentan constantes fallas en la capa asfáltica.
El deterioro de las vías es la señal más evidente del mal estado de las tuberías del alcantarillado sanitario que atraviesa por estas rutas. El hormigón data de hace décadas, ha colapsado y provoca filtraciones que generan los miles de baches y desniveles.
Los conductores se quejan por el daño que provocan los baches a sus motorizados. Choferes del transporte público aseguran que el gasto para ellos es elevado y que podría reducirse si hubieran vías en buen estado.
El tiempo de vida de un par de amortiguadores de procedencia taiwanesa que tienen un costo promedio de 600 bolivianos es de un año y medio; sin embargo, muchos choferes aseguran que deben hacer el cambio cada tres o cuatro meses.
“Lo más común es que se revienten los amortiguadores, pero también se dañan otras partes del auto y ahí el gasto es mayor. Hace unos meses cambié los amortiguadores traseros y por desgracia me entré a un bache enorme, a los días de haber cambiado, Uno de los amortiguadores se reventó por completo, incluso llegó a partirse en dos”, contó Juan Terceros, un conductor que maneja un auto de marca Toyota Celica.
Las dirigencias de los diferentes sectores del transporte público constantemente señalan que debe haber una reducción en el costo de los aranceles para la importación de repuestos y que debe existir una norma que regule los costos.
“Se rompen los muelles, se revientan las suspensiones y uno tiene que cambiar pero el costo del repuesto es variante, a veces vale lo que cuesta pero cuando hay escases los comerciantes hacen subir lo que les da la gana, un amortiguador no puede valer pues 600 bolivianos como dos veces pagué ya, eso es el doble”, contó Jorge, chofer del transporte público.
Lo evidente es que esta situación se repite año tras año. La acción de las lluvias, las fugas de ductos y el alto tráfico vehicular dejan devastadas a varias calles mientras los planes de refacción son parciales y no implican mejoras integrales.
Por otro lado, los transeúntes también se ven afectados y corren riesgos ante las maniobras peligrosas que realizan los choferes, que tratando de evadir los baches, provocan también accidentes.
Pavimento y asfalto destruidos, baches que pueden llegar a tener incluso un metro de profundidad y cientos de calles desniveladas son la prueba, no solo de una deficiente gestión, sino también de la improvisación con que se resuelven los problemas en la ciudad.