Medicación Vs Ayuda integral
En las últimas semanas se ha difundido estudios sobre la importancia del ejercicio como parte del tratamiento de trastornos psicológicos como la depresión e incluso en tratamientos médicos para enfermedades como el cáncer, dando pistas sobre métodos más integrales que los que se enfocan sólo en la medicación. Esto en contraposición a otro trabajo realizado por investigadores de la Universidad de Vancouver, que hace referencia al peligro del abuso de psicofármacos (medicamento sque tienen efectos psíquicos).
Las benzodiazepinas son una clase de drogas psiquiátricas muy utilizadas para tratar fundamentalmente la ansiedad, aunque también se usan para otras enfermedades mentales. Entre los nombres más conocidos de estos fármacos se encuentran Valium, Xanax y Ativan.
Los investigadores notaron que los índices de mortalidad producidos por estos fármacos son superiores a la heroína y la cocaína. Los investigadores establecen que el consumo crónico de estas sustancias representa más peligro que consumir dichas drogas ilegales. En países como Estados Unidos, el uso de drogas psiquiátricas causa 50% más muertes que la heroína. En Bolivia el consumo de tranquilizantes con fines no médicos, sin la receta del doctor, es más elevado que el de cualquier droga ilegal, como la cocaína o la marihuana, según un reporte de las Naciones Unidas, difundido hace un año, que señala que en comparación con otros tres países de la región Bolivia está entre los primeros puestos en el uso de estas sustancias controladas.
Los tranquilizantes son medicamentos que pueden conseguirse en una farmacia y se utilizan para tratamientos bajo supervisión médica.
Según un sondeo realizado por este medio en farmacias de la zona norte de Cochabamba, la compra de benzodiazepinas no es del todo controlable, ya que se comercializa de manera informal en La Cancha.
Sin duda, el uso crónico y abuso de estas sustancias representan un peligro.
La Revista OH! consultó con dos profesionales, el doctor en psicología por la Universidad Complutense de Madrid, Marcelo Mendes Facundes, y el médico psiquiatra Franz Siles, quienes dan su punto de vista sobre los tratamientos para las afecciones psicológicas y los riesgos del abuso del consumo de las benzodiazepinas.
Desde la psiquiatría
Franz Siles Salas
1 ¿QUIÉN PUEDE RECETAR?
Para prescribir un medicamento se necesita estudios y formación específicos que implican: el conocimiento teórico a profundidad, la experiencia adquirida en fases de su formación y además principios legales, éticos y sobre todo del conocimiento de los límites disciplinarios y de incumbencia profesional en el tratamiento de las afecciones mentales o relacionadas.
2 ¿MEDICAR A ADOLESCENTES?
El acto de prescribir un medicamento está en base a un diagnóstico previo o por lo menos a una buena y fundamentada hipótesis diagnóstica. Si la mejor o única opción, para aliviar la afección o padecimiento de un ser humano, pasa por recetar un medicamento, hay que hacerlo. Ello en el supuesto que dicho acto esté en manos de la persona experta en ello. Nunca debe ser la elevada demanda de atención de pacientes con síntomas que le afecten, empezando por el común insomnio o la verdadera depresión o la exigencia imperativa hacia el personal de salud para “medicar”, suficiente motivo para hacerlo. Lamentablemente, esto se está haciendo cada vez más común y banal por diversas presiones y exigencias. De esta manera se comete muchos errores y, probablemente, la insatisfacción del “medicado” a menudo desprestigia y devalúa la labor médica con el perverso efecto de empujar a muchos pacientes a “soluciones alternativas”, que usualmente son meramente comerciales o por lo menos voluntaristas, fantasiosas y con ninguna base verdaderamente científica. La aplicación del método científico es un logro invaluable -insuficientemente tomado en cuenta como tal- de la evolución de la cultura del humano. Por todo ello, sí se puede medicar, está bien hacerlo por las razones adecuadas, a un ser humano de cualquier edad pero, eso sí por el experto.
3 ¿HAY ALTERNATIVAS?
El término de “alternativo” es pertinente en su verdadera acepción, es decir, como opción equivalente en eficacia a la primera idea médica de tratamiento. Solamente se justificaría “lo alternativo” si aquella propuesta resuelve de la misma manera el problema de salud y si además, tiene menores desventajas o efectos colaterales, si es más accesible o si es lo único que acepta el paciente. Hay que advertir que el concepto de moda o muy llamativo (y bien vendido) de “alternativo” puede implicar, para quien recurre a ello, entrar en un mundo de inconsistencias de las que usualmente nadie se hace cargo o tiene un débil sostén legal y/o ético.
4 LOS MÁS PELIGROSOS
Puedo hablar de los psicofármacos. Pero, el psicofármaco no es peligroso en sí mismo. No hay que olvidar que para llegar a su comercialización cada medicamento ha tenido que pasar por varias fases de investigación, prueba y validación, suficientes como para ser autorizados, allá donde se produzcan, para ser ampliamente seguros y beneficiosos para aliviar determinamos padecimientos en el ser humano. Lo peligroso radica en la ignorancia o desidia en quien lo prescribe, vende o consume.
Sin embargo, es bueno saber que sólo un grupo muy reducido y específico de psicofármacos (las benzodiazepinas) son peligrosos, en manos de no-especialistas, pues pueden potencialmente producir adicciones o ser usados delictivamente.
Desde la psicología
Marcelo Mendes Facundes
1 ¿CUÁNDO RECETAR?
Lo importante es que el profesional sea lo suficientemente ético para saber si es el idóneo para las necesidades del paciente y si está formado para atender las demandas del paciente. Porque de la misma manera que un psicólogo clínico no está habilitado para la prescripción de psicofármacos, muchos psiquiatras no están habilitados para el ejercicio de la psicoterapia, siguiendo únicamente una línea de tratamiento biologicista.
2 ¿CUÁNDO MEDICAR?
La medicación, así como psicoterapia, ha entrado en las lógicas del consumo capitalista convirtiéndose en productos y alejándose de las lógicas de cuidado y de la salud. La psicofarmacología representa un avance enorme en el campo científico y en la calidad de vida de las personas que padecen enfermedades mentales.
El problema del uso de fármacos tiene mucho más que ver con la poca reflexión crítica por parte de los profesionales que están embaídos en los mares de mercadotecnia médica que auspician los congresos de psicología clínica y psiquiatría, hacen una gran publicidad en los espacios de salud, creando una niebla que van desde posturas de rechazo hasta posturas de toral sometimiento. Ambas alejadas de las verdaderas necesidades de los pacientes. Lo más importante en este juego es la ética del profesional a la hora de elegir el mejor plan de tratamiento.
3 EVITAR LA ADICCIÓN
Cuando hablamos de la posibilidad de desarrollar un proceso adictivo, no hablamos sólo del poder biológico que representa para el sujeto el uso desproporcionado de psicofármacos, que entre ellos se encuentran los que se usan para el tratamiento de la ansiedad, ansiolíticos, y para inducir el sueño, los hipnónicos como las benzodiacepinas.
El riesgo de la adicción reside en la compleja trama de evitar el malestar únicamente con un tratamiento a nivel de sensaciones y síntomas, muchas veces sin el planteamiento de un tratamiento integral psicológico.
4 ALTERNATIVAS
La medicación no debería ser considerada la primera alternativa, pero la lógica de hacer las cosas más rápido y de forma más económica influyen, ya que el sujeto no está implicado en el cambio, muchas veces hacen que la farmacología sea una opción atractiva. Las alternativas son muchas, comenzando por entender los tres niveles de intervención posibles en un sujeto. El primero es el cognitivo que se centra en la forma en la que tenemos que pensar y construir nuestro campo simbólico.
Otro nivel es el conductual, que tiene que ver con nuestras acciones, lo que hacemos para lidiar con nuestro estado de ánimo, desde el ejercicio físico, la relación con nuestro cuerpo, nuestras rutinas, relaciones sociales, afectivas, sexuales, nuestro trabajo, es decir, el autocuidado. Aquí hay experiencias interesantes en el campo del psicodrama, prácticas de yoga, mindfullness, que han mostrado eficiencia científica igual o superior a los psicofármacos. Por último está la intervención fisiológica donde los psicofármacos podrían ayudar en el equilibrio de algunas de las funciones de nuestro organismo.