Reforma de la Policía ¿misión imposible?
Tres narcoescándalos con jefes involucrados, otros tres casos de graves delitos sexuales y diversos hechos de corrupción que empiezan en la propia Academia Nacional. Ese el escenario que en cuestión de semanas ensombrece nuevamente la imagen de la Policía Boliviana. ¿Será que la crónica crisis de la institución llamada a combatir el delito alcanzó un nuevo fondo? Al menos las autoridades del Gobierno parecen asumirlo así y, por eso, como suele suceder, han lanzado una nueva reforma policial, en 30 años, la onceava para ser más exactos.
“En realidad, más que nada, se quiere desprestigiar a la Policía -dice el coronel David Flores Mercado-. Las autoridades saben todo lo que pasa en esta institución, están informadas permanentemente. Otra cosa es que usen determinada información para afectar su imagen y se hagan a las desentendidos y hasta víctimas. Tanto en este como en anteriores gobiernos lo que ha faltado para que la labor de la Policía mejore es voluntad política, simplemente optaron por usarla como un brazo operativo de sus intereses. Pero, en el actual escenario es peor porque este régimen no quiere a la Policía”.
Flores fue dado de baja hace unas semanas debido a que se manifestó públicamente en contra de la campaña de re- re elección del presidente Evo Morales. Como varios de sus camaradas, se halla convencido de una conducta preconcebida contra la institución del orden, destinada a desarticular sus estructuras. Recuerdan que varias de las principales autoridades del obierno del Movimiento Al Socialismo tienen animadversión hacia los policías debido a circunstancias previas a su llegada al poder.
MALAS RELACIONES
“El Presidente, cuando lideraba las protestas de los cocaleros, fue investigado y tuvo confrontaciones con la Policía – explica Mario López (nombre ficticio), otro coronel retirado-. El Vicepresidente ni qué decir si se recuerda los tiempos en que protagonizó atentados terroristas, fue detenido y encarcelado. Y, entre varios otros, también está el Ministro de la Presidencia, quien es militar y, como no pocos de sus camaradas, fue formado bajo la tonta lógica de ver a los policías como enemigos. Si a ello sumamos las ideas venezolanas de crear grupos parapoliciales y una guardia policial sumisa al régimen, la ecuación está completa”.
Ambos jefes policiales reconocen un escenario crítico, pero paralelamente recuerdan que en toda Policía del mundo estallan problemas de corrupción o delitos y connivencia con las mafias. Atribuyen la mayor o menor incidencia de ese tipo de problemas a la capacidad y tipo de apoyo de los gobernantes e instituciones del Estado. “Basta ver las noticias recientes de lo que ha pasado con, por ejemplo, la Policía Chilena, a la que se le reconoce tanta disciplina y prestigio- dice López-. Hay escándalos de manejos de fondos y también casos de narcotráfico, ¿y cómo han reaccionado sus autoridades?”.
SITUACIÓN DE LA POLICÍA
A la hora de las comparaciones, la situación de la Policía Boliviana en relación a sus pares del continente ya ha llamado particular atención. Un estudio realizado hace aproximadamente año y medio por la fundación estadounidense Insight Crime ubicaba a la institución verde olivo entre las tres menos confiables del continente. Una tabla complementaria a la evaluación revela en la variable de “Percepción pública de la participación en crimen” 60,73 por ciento para el caso boliviano. Mientras que en la variable “Confianza en la Policía” es calificada con un 38,9.
La Policía Boliviana sólo se hallaba ubicada por encima de sus pares de Guatemala (63,21 y 28,7) y Honduras (61,84 y 35,2). En el otro extremo se ubicaban Chile (15,38 y 65,7) y Panamá (18,06 y 59,8). Valga aclarar que la tabla está elaborada en base a estadísticas del año 2015. Sin embargo, precisamente en los últimos años estallaron las más sonadas crisis policiales, sus respectivos conflictos con el poder político y los sucesivos intentos de reforma. Situación que muy probablemente no mejore su calificación en ambas variables.
Precisamente, hace mes y medio, en Trinidad, el Gobierno y los comandantes policiales lanzaron las bases para la nueva intentona de reforma policial. En el cierre de la IX Cumbre Nacional de Seguridad Ciudadana, a la par de recordar insistentemente los escándalos más recientes, el presidente Evo Morales mencionó algunas de las principales medidas que el Gobierno pretende implementar en la Policía.
Morales remarcó, por ejemplo, que se debe cambiar los requisitos de profesionalización de la Policía y dirigirlos a la investigación. El mandatario lamentó el caso de denuncia contra oficiales que cobraban a los postulantes para el ingreso a la Academia Nacional de Policías (Anapol).
“Cómo se puede entender eso, si desde ahí viene la corrupción, los nuevos oficiales qué formación tienen entonces. Dirán: ‘Tengo que pagar para ser oficial y al salir tengo que recuperar lo que he invertido’. (…) Qué lindo sería que a todo postulante se le aplique la declaración jurada de bienes y renuncie al secreto bancario hasta un segundo grado familiar, si queremos cambios profundos dentro de la Policía Nacional”, afirmó.
Poco después el Ministerio de Gobierno anunció oficialmente “10 medidas drásticas para reestructurar la institucionalidad de la Policía” bajo “la doctrina de la seguridad ciudadana”. Las medidas se orientan fundamentalmente al control de la conducta, relaciones y fiscalización de bienes de los policías, así como a cambios en la formación académica y la calificación de méritos. La ejecución incluye la participación de autoridades civiles de los ministerios de Justicia y Gobierno. Se anunció además la adquisición de equipos de tecnología avanzada para registros e incluso la filmación personalizada de la interacción de los efectivos policiales con la ciudadanía.
“Es simplemente la formalización de una caza de brujas -dice López-. En las reformas de las policías deben participar múltiples actores y no sólo el poder ejecutivo. No se basan en cumbres que más parecen asambleas sindicales, sino en estudios serios y debatidos a alto nivel con demostrada solidez. Luego, se aplica siguiendo pautas consensuadas en una ruta crítica. ¿Qué viene ahora? ¿Instalarán igual cámaras y controles a los médicos, a jueces, a fiscales, a diputados, senadores y ministros? ¿O acaso sólo hay corrupción en la Policía?”.
Por su parte, Flores advierte que se sigue despreciando factores como la tecnología y el trato mínimamente humano e institucionalizado, especialmente a la tropa policial. El coronel, quien ha realizado postgrados en España y otros países, señala que las policías de avanzada son dotadas y capacitadas en el manejo de sofisticados equipos de control. “Tres mil policías cuidan una capital de 10 millones habitantes como Madrid, gracias a los equipos que han recibido -ejemplifica-. En Chile cada policía recibe una casa y un automóvil cuando se gradúa y tienen el correspondiente reconocimiento a su labor que aleja a muchos de la corrupción. Acá los policías deben trabajar de taxistas en sus días libres, hacer turnos de 24 horas y hasta deben comprarse sus armas y municiones”.
¿DESMILITARIZAR?
A distancia del debate entre autoridades y afectados, los analistas dedicados a temas de seguridad redefinen el escenario de la polémica. “En la Escuela Panamericana de Defensa se llegó a una conclusión como base de solución para diversas crisis policiales similares en el continente -dice el analista Samuel Montaño-: se debe desmilitarizar a la Policía. Los cuerpos policiales en la mayoría de las policías más avanzadas son cuerpos civiles. Cuando está militarizada es un instrumento político y de poder que busca ser coptado por los políticos de turno. Internamente los policías con mentalidad militarizada quieren hacer sentir ese su poder y se comportan como un pequeño subestado”.
El analista recuerda que cuando las policías se vuelven inmanejables y ajenas a su naturaleza y objetivos suelen hasta desestabilizar países. Añade que una vez desmilitarizada sus capacidades académicas básicas y de especialización en áreas críticas, como la lucha antidrogas, se optimizan.
“Si la Policía se desmilitariza en su ordenamiento, ideología y formación, entonces se despolitiza y deja de ser factor de opresión o manipulación política -añade Montaño-. La propia ciudadanía la ve más cercana y no como algo potencialmente agresivo”.
Con Montaño coincide el sociólogo Sergio Solares. “Como ha sucedido en reformas en su momento exitosas, en Ecuador y Colombia, por ejemplo, al ciudadanizarse la Policía pierde esa idiosincrasia corporativa y gana predicamento y autoridad en la sociedad -explica-. Se relaciona con sociólogos, con psicólogos, con científicos y hace comunidad. Es más, se induce incluso a una reforma en la sociedad y en los colegios se inculca valores para que los estudiantes miren de otra manera a sus policías. Hoy acá en Bolivia suena a misión casi imposible”.
Mientras tanto, lejos aún de una nueva imagen y de saludables relaciones Policía y Gobierno bolivianos dicen avanzar en sus planes de reestructuración. Lo hacen en medio de otro momento marcado por el crecimiento de la delincuencia, el narcotráfico y la conflictividad social y política. Todo un desafío para la idoneidad política y la eficiencia policial.