Ira y rabia, las enemigas del bienestar
Parece que la rabia y la ira son un común denominador en la sociedad. Dar un portazo o increpar al otro… ¿qué hay detrás del grito? ¿Qué se oculta detrás de la rabia y la ira?
La psicóloga y conferencista, Sijam Ismael, explica que la rabia es la expresión de un sufrimiento contenido, que necesita expresarse. “Cuando estamos con rabia, sentimos una tensión interna, que, como fuego, está a punto de estallar”, agrega y explica que ésta es una emoción intensa, destructiva y tóxica. La especialista diferencia que la ira es una emoción más fuerte e incontrolable. Ejemplifica de esta manera la cadena: “Molestia/Enojo/Rabia/Ira/Furia” .
El psiquiatra de la Clínica Los Olivos, Franz Siles, subraya que el fenómeno emocional de la ira es muy específico y no se debe tomar como sinónimo, por ejemplo, de enojo o agresividad. Aclara que la ira no es un sentimiento, sino una emoción. “Es una aparición intempestiva y de corta duración. Es la máxima expresión de la agresividad”, añade. Explica que una emoción asociada a ésta es el miedo,el cual se manifiesta primero.
Ambos expertos coinciden que en Cochabamba es cada vez más común verse afectado por personas con rabia e iracundas. “Existe un anclaje cultural en el origen y expresión de las emociones, y por lo tanto, de su extrema expresión que podría ser la ira”, apunta Siles. Menciona por ejemplo los rasgos de la sociedad iracunda en Latinoamérica y particularmente en Cochabamba. “No debemos tener un punto ciego ante esa evidencia que vivimos casi todos los días: ‘la ira valluna’ es proverbial. ¿Nos hemos preguntado alguna vez de dónde viene? ¿Es que la percibimos conscientemente o ya naturalmente formamos parte activa de ella sin darnos cuenta?”. A título de una hipótesis posible, y tal vez no la única, indica que está demostrado que la contaminación auditiva produce irritabilidad y, como telón de fondo, posible ira.
¿Cómo se puede identificar a una persona que tiene problemas de ira? Siles indica que la persona que expresa haber sido traicionada puede ser un caldo de cultivo para la misma. Asimismo, quienes verbalizan poco y han sufrido abandono o injusticias en la vida. La persona que a menudo se expresa despectivamente de casi todo puede estar dando señales, dice el experto. También aquellas personas que manifiestan violencia vial, las que maltratan intrafamiliarmente o a animales. Quienes en la niñez han experimentado berrinches,presenciado o vivido sistemáticamente violencia y luego se han tenido que reprimir a toda costa, pueden ser luego víctimas de la ira. “Las víctimas son siempre el emisor y el receptor”, enfatiza el psiquiatra.
MANIFESTACIONES EN EL CUERPO
Ismael asegura que, cuando una persona tiene rabia, los sistemas nervioso y hormonal se alteran. Todo el cuerpo se moviliza a la acción. “La rabia afecta la salud física, emocional y mental. Lo que ocurre en la mente también ocurre en el cuerpo. Esta emoción sostiene y genera conductas violentas”, enfatiza. Agrega que las personas tienen dificultad para poder controlarse, manejarla o reducirla.
La psicóloga afirma que el contacto con el cuerpo es un buen termómetro para tomar consciencia de las emociones, porque el cuerpo “explota” y las expresa mucho antes de que nos demos cuenta. Detalla que cuando sentimos rabia, la respiración se altera, se hace más corta y agitada. Aumenta el tono de voz, tensionamos la mandíbula, cambia la mirada, los movimientos son torpes e insultamos. “Uno siente un nudo en el estómago. La piel se enrojece. La rabia contenida provoca acidez estomacal y gastritis, pues nos ‘quema’ por dentro. Mentalmente, altera la capacidad de razonar, analizar y la mente no está clara”, resalta y, por ello, aconseja no tomar decisiones cuando uno está con rabia.
Respecto a la ira, el psiquiatra Siles coincide en algunos aspectos sobre ésta que cuando no es expresada, sino contenida y guardada, suele tener otro tipo de consecuencias más para el que la mantiene reprimida. “Es una bomba de tiempo que puede estallar en la cara de otro ser humano en el momento menos pensado, o en el bolsillo propio como exacerbante de hipertensión arterial, contracturas en grupos musculares poderosos, dolores de cabeza, o mal humor desplazado injustamente hacia otras personas”, asevera el especialista.
Añade que eventualmente podría generar alteraciones en el cuerpo, pero en la mayoría de los casos en personas previamente vulnerables orgánicamente. “Desde mi experiencia y punto de vista, no es posible que genere alguna consecuencia importante en una persona clínicamente normal. Es una creencia popular no fundamentada que ‘el renegar puede matar’. Tal vez sí, pero no a una persona física y mentalmente sana”, asevera. Añade que una persona que físicamente no soportaría un enojo es seguramente portadora de algún tipo de trastorno mental previo o una “insuficiencia de valores morales”.
EMOCIONES TÓXICAS PARA EL ENTORNO
Ismael reitera que la rabia es una emoción tóxica, por ende, no sólo afecta al cuerpo sino también repercute en las relaciones interpersonales. “Una persona que está con rabia contamina, aleja o altera a las personas que la rodean”, destaca.
La experta manifiesta que el detonante de la rabia suele ser el pensamiento basado en la creencia de que alguien o algo nos han agredido o contrariado. “Nos percibimos afectados y enojados. La crítica y la frustración desencadenan reacciones como ésta”, agrega.
Respecto a cómo reaccionar frente a personas con rabia, aconseja no enfrentarse ni responder a éstas y aprender que sus reacciones no nos afecten.
Por su parte, Siles recomienda que es importante que uno se plantee por qué deja que discurran permanentemente personas iracundas su vida. Hacer notar a la persona iracunda su característica y sugerirle ayuda calificada. “Si es posible, no deje que el iracundo se empodere o interactúe permanentemente con personas vulnerables. Si no se logran cambios, alejarse definitivamente de esas personas es la mejor idea”, sugiere el psiquiatra.
¿QUÉ HACER?
Ismael manifiesta que pensamos equivocadamente que la situación o la persona es la que nos provoca la rabia y la culpamos. “No es así. Lo que quieres es descargarse en el otro. Como cualquier emoción, nosotros reaccionamos en función a un pensamiento nuestro”, resalta.
La psicóloga expone que cuando uno está con rabia golpear una almohada no es solución. “O reaccionas o comprendes. Cuenta hasta 10 antes de reaccionar. Respira. Esto permitirá abrir un espacio donde puedas pensar”, aconseja. Señala que desde el nivel mental, reconocemos el estado en que nos encontramos, observamos mejor las cosas y podemos preguntarnos por qué reaccionamos así. “La respuesta te guiará hasta la creencia que genera esa reacción en ti. Comprende que, al cambiar esa creencia, reaccionarás de otra forma”, dice.
“No tenemos control sobre las otras personas o el ambiente. Sin embargo, sí somos capaces de transformar nuestras vidas al desarrollar la capacidad de darnos cuenta de lo que está sucediendo en el mismo momento”, acota Ismael.
Sobre las rabietas que sufren los niños, Ismael aconseja que la forma de enseñar no es con órdenes ni gritos, sino educar equilibrando el amor y la disciplina. Destaca como un aspecto primordial enseñarles a identificar qué emociones sienten, ya sea conversando, con juegos o ejemplos.
Siles comenta que la situación concreta en la que se encuentra la persona con ira es determinante para poder entenderla. No es lo mismo si es expresada como resultado a una injusticia que sufre en carne propia un individuo, en este caso se debe considerar la probable frustración de no poder resolver el asunto. “Tal descontrol, verbal o físico, son expresiones de violencia inaceptables en el mundo de hoy”,aclara.
El psiquiatra asegura que la ira pasa a ser algo crónico y patológico, cuando alguien se lo permite y no pone límite a ello. Resalta como importante darse cuenta de que uno tiene el problema. Añade que en psiquiatría y salud mental se llama usualmente a ésta como trastorno explosivo intermitente. “Un profesional de la salud mental podrá primero configurar el origen del problema. Si existe además necesidad de un manejo con medicación, eso lo hará un psiquiatra, no un psicólogo ni neurólogo”,puntualiza.
Para tratarla, el psiquiatra recomienda, dependiendo del origen del problema, el aprendizaje de técnicas de meditación dirigidas por expertos, psicoterapia o psicofarmacoterapia, siempre dirigidas por profesionales calificados.
CONSEJOS
Sijam recomienda cambiar a los siguientes pensamientos:
• No todo sale como tú quieres o planeas.
• A veces puedes no tener la razón.
• Hay que ser flexible, considerar la situación y ser compasivo.
• Comprender que no todos piensan o actúan de igual manera que tú.
• Hay situaciones que no se pueden controlar.
• Ser empático. Cuando te es fácil ponerte en el lugar de la otra persona, se abre un nivel de comunicación donde la comprensión no da lugar a juicios.